Capítulo XXII

9K 577 14
                                    

Mamá y sus amigas hablan como si no hubiese un mañana, no tenemos una hora aquí y ya quiero salir corriendo sin importar lo que digan estas personas.

—¿Estás bien? —Susurra jeremías —¿Qué paso con Ian? — Estamos sentados en unos de los muebles de la sala fúnebre con forma circular, jeremías esta a mi lado mamá al frente y nos rodean sus amigas.

—Nada, solo discutimos. —respondo, un suspiro entrecortado sale de mis labios, mi hermano frunce los labios y se queda callado.

No sé si es por los nervios de tener a Ian tan cerca, observándome cada que puede o simplemente aquí hay demasiado frio, pero siento mi cuerpo temblar, el frio cala mis huesos, y tengo miedo de alzar la vista y encontrarme con la mirada de Ian. Termino haciéndolo, alzó la vista de vez en cuando en dirección a Lucas que está parado en un lugar de la sala con mi padre, ambos hablan con otros hombres y puedo apostar que es de negocios por la forma en la que Lucas mueve sus manos.

Asistimos al entierro de la madre de Ian, puedo decir que mi padre dio el mayor apoyo a él sr vernacci, creo que por primera vez lo vi hacer algo sin que el tuviese algún beneficio a cambio, o al menos eso creo.

Ese fin de semana fui de nuevo al pueblo después de un mes, tiffany; mi fastidiosa vecina me invito a una fiesta que estaba organizando y por primera vez en casi un año acepte ir, creo que me ayudo un poco. Me emborrache como nunca en mi vida lo había hecho, agradecí a dios que jeremías había ido conmigo y estaba al pendiente de mi cuando bailaba y tomaba como si no hubiese un mañana. Después de todo fue bueno compartir una fiesta con mis interesados amigos. Olvide a Ian, mis problemas con el amor y me olvide que no tengo control de mi misma, al menos por una noche.

Es tanta la resaca que presento que no me siento bien para conducir, es domingo por la tarde y estoy tomando un poco de zumo de naranja y dos ibuprofenos para el dolor de cabeza que quiere acabar con mi vida.

—¿Lista para irnos, hermanita? — pregunta Lucas, cuando entra a mi habitación.

—Creo que si —digo, tomando de un solo trago lo que queda en mi vaso.

Nos despedimos de mis padres, de jeremías y de mi nana, subimos a mi auto y emprendemos camino a la ciudad. El dolor de cabeza a disminuido un poco pero las nauseas me atacan de vez en cuando. El camino; en la mayoría del tiempo que llevamos viajando, es en silencio, mi hermano y yo no hablamos mucho, el me recuerda mucho a mi padre, son dos gotas de agua, siempre queriendo hacer las cosas a la perfección y como ellos lo digan. Observo todo por la ventanilla de mi auto, Lucas maneja y puedo ver por el rabillo del ojo que me observa de vez en cuando, estoy muy segura; conociéndolo como lo conozco que pronto lanzara una de sus preguntas o comentarios sarcásticos o autoritarios. Ni siquiera lo observo de vuelta, siento que ellos tienen gran parte de la culpa por estar así, si no fuera por ellos y por su estúpida autoridad yo les hubiese presentado ya a Ian, no le hubiera mentido sobre nada, aunque se; de antemano, que yo soy la cobarde aquí, que yo soy la mentirosa y de nuevo me siento culpable de todo. Un suspiro entrecortado sale de mis labios sin mi permiso haciendo que Lucas fije su vista en mí sin interrupción. Mi cuerpo se congela y sé que disparara sus preguntas sin control.

—¿Crees que no he notado que te pasa algo?—dice, desvió la vista de nuevo a la ventanilla del auto, se que hará que le diga todo si nota lagrimas en mis ojos.

—N-no sé de que hablas— digo, mi vos se quiebra y lucho contra mi misma para contener las lagrimas. Solo mencionar el tema hace que mi mundo se derrumbe.

—¿Es por un chico?—dice, vuelvo mi vista hacia él y observo que aprieta el volante con fuerza, tanta que sus nudillos están blancos. No me mira tiene su vista al frente.

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora