Narra Alana:
El tiempo había pasado volando literalmente. Habían pasado tres años desde aquel día que ese ser tan especial para mí me había pedido que nos casáramos, si, les hablo de Ian, de mi Ian.
Ese día no lo hicimos porque, dios, no tuve el valor para hacerlo; lo amaba con todo mi ser, pero también estaba mi familia. Mi padre había palidecido cuando Ian le pidió que le dejara casarse conmigo y mi madre... bueno, ella se veía que tenía sentimientos encontrados. Estaba en contra y a favor de Ian, no la entendía pero luego de que me lo explicara lo entendí por completo.
—Su apariencia de chico malo no logra ganarse mi confianza. Pero su preocupación y el amor que brota de el por ti se la ha ganado toda —Sonríe como idiota cuando me dijo esto hace unos años. Significaba mucho para mí que ella viese lo que yo veo en el: Amor puro y sincero hacia mí.
Por otra parte mi padre lo trata como cualquier suegro trataría a su yerno; agradecido por cuidar de mi y receloso por estar con su única hija y por supuesto, con miedo de que me haga daño, pero yo sabia que el no era capaz de eso, a pesar de todo.
Pero si nos casamos...
Cuando cumplí los veinte años decidí que ya era hora, me sentí lo suficientemente madura y fuerte para hacerlo. Mis padres extrañamente lo tomaron con calma, Lucas no dejaba de amenazar a Ian de matarlo si me hacia daño, Jeremías y mi abuela estaban mas que felices por nuestra unión. Fue algo extremadamente sencillo, solo la familia y amigos, Tiffany casi me arranca la cabeza por no pedir su ayuda para la preparación y la búsqueda de mi vestido:
—¡Pude haberte organizado todo, tu no hubieses movido un jodido dedo! —Digo cuando vio el sencillo y sobrio salón donde fue la fiesta.
—Queríamos algo sencillo, Tiff. —Dije. Ella había cambiado mucho, tanto, que ya no hacia las fiestas que acostumbraba, había conocido un chico que le había dado un giro de ciento ochenta grados a su vida, se veía que no poseía tanto dinero como la familia de Tiff, pero lo importante es que ella lo amaba.
Arturo, el padre de Ian había dejado las empresas en manos de sus hijos y el había tomado unas vacaciones por la mitad del mundo, al volver estaba muy feliz con los resultados, adquisiciones y negociaciones a futuro. Ian ya se había graduado y me asombraba la forma tan estricta y organizada de llevar las empresas de las que estaba a cargo.
Ya no vivíamos en los apartamentos, pero tampoco los habíamos vendido, los teníamos allí y de vez en cuando volvíamos a recordar viejos tiempos. Ian había adquirido una casa en una zona muy segura de la ciudad, no solo la zona era segura, también la casa lo era, se podrán imaginar, Ian aun no superaba mi secuestro y su manía por mantenerme segura había hecho que discutiéramos un par de veces, era lo único por lo que peleábamos, porque además de eso, los dos gorilas que mi padre había puesto para que me cuidasen seguían aquí, detrás de mi para donde quiera que fuese.
Lucas y Daniela siguieron ocultando lo suyo aunque ante los ojos de algunos era evidente. No fue hasta que Logan, el hermano de Ian se acerco para pedirle a mi amiga que salieran:
—Sera algo sencillo, a un restaurante si lo deseas —Pidió Logan a mi amiga que estaba con la boca abierta y obviamente confundida sin saber que hacer.
Ese día estábamos en una cena familiar celebrando un aniversario más de el matrimonio de mis padres.
—Bueno... yo... —Tartamudeaba mi pobre amiga mientras Lucas la fulminaba con la mirada —Yo no se... es decir.
—Iremos a donde quieras entonces, si no quieres ir a un restaurante; esta bien —Volvió hablar Logan.
Mi corazón casi se detuvo cuando Lucas camino a paso decidido y se ubico a un lado de Daniela, pasando su brazo por su cintura y estrechándola contra su cuerpo.
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Destino 《EDITANDO》
Romance-Tendremos el destino que nos hayamos merecido. » Albert Einstein. -Existe el destino, la fatalidad y el azar. » Séneca. ¡PROHIBIDA SU COPIA O PLAGIO, ADVERTIDOS! Obra registrada en Safe Creative bajo el Código: 1506234437210