Capitulo III

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Llevo ya dos semanas en la ciudad. El fin de semana pasado fui al pueblo pero tuve que fingir que estaba enferma para que mis amigos me dejaran en paz.

Esta semana no iré ya que mis padres y mi hermano pequeño se van de viaje fuera del país. Solo quedará Lucas —mi hermano mayor— pero pasará todo el tiempo pendiente de los negocios de papá.

Salgo de la universidad y me dirijo a mi apartamento. En el camino de regreso tengo que pasar por un campo de deportes donde hoy veo a unas chicas jugando al voleibol. ¡Me encanta el voleibol! En la secundaria era la capitana de nuestro equipo.

Me detengo a observarlas por unos minutos, juegan muy bien. No sé cuánto tiempo me quedo allí pero cuando me doy cuenta las chicas empiezan a salir del recinto y ya ha oscurecido. Giro sobre mis talones y me dispongo a caminar hacia casa cuando escucho a una de ellas hablar.

—Oye, llevas horas parada ahí, ¿te gusta el voleibol? —me volteo y la observo. Su piel es de color canela, su cabello es negro y tiene una sonrisa amigable en sus labios.

—Sí, lo he jugado toda mi vida —respondo.

— ¿En serio? ¿Qué tan buena eres? ¿Quieres hacer una prueba? Necesitamos chicas —habla otra de ellas.

—Claro que sí —contesto entusiasmada—. ¿Quieres que la haga ahora mismo?

—Claro —Mira a las demás chicas y hace un gesto con sus manos—. ¿Por qué no? Ven entra a la cancha.

Nos adentramos y formamos dos equipos y yo voy en el equipo de la chica de cabello muy oscuro. Empezamos a jugar. Me ubicaron en el puesto del medio y dirigían el balón hacia mí para ver qué tan buena era. Poco a poco avanzamos cada vez más hasta que me tocó el saque y al hacerlo, el balón fue devuelto a nuestro campo así que me lancé a salvarlo y así termine de convencer a las chicas.

—Sí que sabes jugar... —dice la chica de cabello oscuro. Entrecierra los ojos y me mira con confusión—. ¿Cómo te llamas?

—Alana. Me llamo Alana. —respondo entregándole el balón que estaba en mis manos.

—Bueno Alana, sí que eres buena. Todos los días no reunimos aquí a las seis de la tarde, puedes venir si lo deseas y entrenar con nosotras pero debes traer el uniforme adecuado —habla una chicas de piel blanca.

—Claro que asistiré —aseguro—. Vendré mañana a las seis de la tarde —asiento con la cabeza.

— Está bien Alana, te esperaremos. Hasta luego —acto seguido se despidieron todas con un gesto con la mano.

—Adiós, chicas —respondí.

Mientras me dirigía de nuevo al apartamento, miré el reloj y marcaba las diez de la noche. ¡La diez de la noche! ¡Por dios, es muy tarde! ¿Cómo no me fije en la hora? Camino lo más rápido que puedo y miro hacia todos lados para ver que todo esté bien. Cruzo una esquina y puedo ver el edificio donde resido, pero también veo al grupo de chicos tatuados que no me deja en paz.

Alzo la vista hacia ellos y puedo observar que hay chicas y dos camionetas negras estacionadas justo a su lado. Camino más rápido y con las manos temblorosa abro el portón de la entrada, sin embargo, cuando estoy dentro puedo escucharlos gritar: "Entrégate a mí pequeña monja" "La pondría en todas las posiciones" "Las calladas son zorras, ¿no lo sabes?". Esto último lo dijo una chica.

Entro al vestíbulo y saludo a Enrique, el vigilante. Toco el botón para llamar al ascensor y espero unos segundos pero cuando se abre me sorprende ver al chico de los tatuajes. ¿Qué hace en el edificio? él fija su vista en mí y aprieta su mandíbula, luego la aparta algo fastidiado. Lo acompaña una rubia de cabello muy largo, con un gran trasero y senos gigantes. Me quedo allí parada y después de observar a la rubia lo miro a él.

Tiene tatuajes en sus brazos y todo su cuello. Doy un paso hacia atrás para que puedan salir y veo en sus ojos odio. ¡Me odia y lo peor es que yo no le hice nada! Él no me da tanto miedo como su amigo el acosador así que no entiendo su odio. Sale del ascensor, pasa por mi lado y choca mi hombro con el suyo haciéndome retroceder aún más. Volteo la vista molesta entonces, noto que me mira y una sonrisa odiosa se forma en sus labios.

Al entrar a mi apartamento tengo curiosidad y me asomo a la ventana que está hacia el frente del edificio. Están todos allí parados, conversando. Luego de un rato parecen estar de acuerdo en algo, suben a las camionetas y se marchan.

...

Instagram: Vanessacbgarcia – Historiasgeniales2015. 

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