Al llegar cambio mi ropa por un pijama de seda sencilla de tiros que llega un poco más arriba de la mitad de mis muslos. Cojo un libro y me siento en el mueble de la sala colocando mis pies encima de la mesita que está a su lado y empiezo a leer.
Pasan al menos unas dos horas. Miro el reloj y han pasado diez minutos de la medianoche, dejo el libro en la mesa y estiro un poco mi cuerpo. Voy a la cocina, cojo un vaso de agua y escucho que tocan la puerta. ¿Quién puede ser? De inmediato se me viene a la cabeza Santiago, ese mal amigo no me ha visitado. Corro a la puerta y abro... mi cuerpo se congela en el momento en el que lo veo ahí parado, siento mis manos sudar y mi pecho se aprieta con fuerza. ¿Qué es esto? ¿Qué hace Ian aquí? Estoy nerviosa, molesta y feliz a la vez, ¿cómo puedo sentir tantas cosas al mismo tiempo? ¿Por qué él me hace sentir esto?
—Qué... —trato de decir algo pero las palabras están atoradas en mi garganta y él entra antes de que se lo permita.—Ian... ¿qué haces? No puedes pasar así.Se voltea y me encara. Primero fija su mirada en mis ojos, pero luego de unos largos segundos se separa un poco y me mira de pies a cabeza, doy unos pasos atrás y me abrazo a mí misma. No sé describir lo que vi en su mirada pero al observarme completamente, sus ojos verdes pasaron a una tonalidad oscura, después baja la mirada y niega con la cabeza. ¡Bendito día el que escogí para ponerme este pijama!—D-debes marcharte —digo mirando al piso.
—Quiero hablar contigo —susurra.
—¿No puede ser mañana? Tengo que dormir.
—No. Tiene que ser ahora —dice con autoridad. Camino en dirección a la puerta principal, la cierro y tomo una bocanada de aire.
—Está bien, ven —Lo cojo de la mano y lo llevo al mueble negro de la sala, no puedo pasar por alto la corriente que recorre mi cuerpo cuando lo toco.
—¿Por qué estás tan fría?
—Siempre estoy fría pero cuando estoy nerviosa me pongo aún más fría —frunce el ceño y un atisbo de sonrisa se dibuja en sus labios.
—¿Estás nerviosa? —pregunta frunciendo el ceño con diversión.Pongo los ojos en blanco.
—¿Qué? ¡No! Te dije que siempre estoy fría —respondo nerviosa.Nos sentamos.
—Ahora dime, ¿qué tenías que hablar conmigo? —pregunto un poco más calmada.
—Solo... Mira el día que... —respira profundo y pasa las manos por su cabello—. Quiero estar bien contigo, ¿sí? No te molestaré más y le diré a los chicos que tampoco lo hagan, ¿de acuerdo? Maldición juro que no me burlé de ti —hay desesperación en su mirada.
—No digas esa palabra —digo. Su mirada cambia y ahora me mira divertido.
—¿Por qué?
—No las tolero —frunzo el ceño.
—¿En serio? —ríe— Eres rara —ríe a carcajadas.Lo miro y entrecierro los ojos.
—¿Ya terminaste? —aún ríe.
—Sí, sí, lo siento —ahora está serio—. Lo siento mucho, en serio —tan serio que asusta.
—Está bien, no pasa nada —respondo—. ¿Quieres algo de beber? —me levanto nerviosa para ir a la cocina pero él me toma del brazo.
—Aún no he terminado —me vuelvo a sentar —. ¿Quién es el chico con el que te fuiste esta tarde? —¡Oh, dios! ¡no!
—No te importa —respondo a la defensiva. Me levanto y camino a la cocina huyendo de él.
ESTÁS LEYENDO
Destino 《EDITANDO》
Romantizm-Tendremos el destino que nos hayamos merecido. » Albert Einstein. -Existe el destino, la fatalidad y el azar. » Séneca. ¡PROHIBIDA SU COPIA O PLAGIO, ADVERTIDOS! Obra registrada en Safe Creative bajo el Código: 1506234437210