Capítulo XXXVI

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 No quería seguir.

¿Por qué no me paso a mí?

¿Por qué no llegue mas temprano y fui con ella?

¿Por qué no fui yo la morí?

Necesitaba estar muerta ahora mismo, necesitaba no sentir nada.

Daniela acompañaba a mi abuela a su consulta mensual con su cardiólogo, al salir del consultorio un maldito borracho las impacto haciendo que un triple choque se generara y ellas quedaran en medio de este. Mi abuela murió al instante, Daniela una hora después de llegar a la clínica, una hemorragia interna acabo con su vida. A mi abuela la sepultamos el día de ayer y hoy, dios, esto tiene que ser un sueño... hoy sepultamos a la que una vez fue mi mejor amiga, la chica mas maravillosa que conocí en mi vida.

Daniela.

Esa chica era un ángel, el ángel más loco que conocí en mi vida.

La señora Parker llora desconsolada y no es para menos, era su única hija. Mis manos tiemblan a un ritmo descontrolado al igual que mi labio inferior, ¿Qué hago aquí? Miro a mi alrededor, hay muchas personas, personas que no son culpables de que ella haya muerto, pero yo si lo fui... entonces... ¿Qué hago aquí?

Rasgo mi piel, necesito que esto se vaya, necesito dejar de sentir, necesito que este hueco dentro de mí desaparezca.

—Amor, ¿Estas bien? —Escucho decir a mi lado, pero no comprendo si es una broma de mi cabeza o si alguien me esta hablando. No presto atención, solo sigo mirando al piso.

Me levanto de mi asiento y camino hacia esa caja donde esta mi amiga, me detengo frente a ella y la observo. Esta hermosa.

—Necesito que te leventes... —Susurro solo para mi y para ella —Despiértame y dime por favor que esto es una pesadilla. Dime por favor que es una jodida pesadilla, háblame como tú hablabas, prometo no reprocharte por tu forma de hablar. —Digo, pero no se levanta, no dice nada y la necesito mucho, la necesito.

—Ali, por favor —Escucho y me toman por los hombros. Es Lucas, el ni siquiera puede tolerar verla metida allí dentro. Desde la última vez que lo vi llorar a borbones en la clínica, no ha llorado más, al menos no así. Solo veo caer algunas lágrimas de sus ojos.

Salimos de allí y me lleva a unas sillas que hay fuera de la casa fúnebre, nos quedamos allí, bajo un gran árbol, con la brisa golpeándonos la cara. Veo a Lucas moverse y meter las manos en sus bolsillos sacando una pequeña caja.

— ¿Crees que le hubiese gustado? —Pregunta, mostrándome un anillo dorado con un hermoso diamante rosa —Pensaba pedírselo el día de su graduación. —Termina, encogiéndose de hombros —Creo que dios quiere hacerme pagar todo el daño que he hecho. —Dice, guardando nuevamente la caja y dejando caer nuevas lagrimas de sus ojos.

— ¿Pensabas pedirle matrimonio? —Pregunto, con la voz rota.

—Si. —Ambos bajamos la mirada y nos quedamos viendo el césped.

Estoy sentada en la punta de mi cama. En mi apartamento. Escucho voces, escucho sus voces. Me levanto dudosa y camino hacia la cocina, de donde vienen las voces. Están las dos preparando café, panquecas y puedo ver miel. No quiero salir, no puedo dejar que me vean. Me observo a mi misma, llevo una bata para dormir muy, muy blanca, mi piel esta pálida. Camino despacio hacia ellas, ninguna de las dos nota mi presencia, las miro anonadadas y feliz porque están aquí, porque están vivas. Me acerco a Daniela y toco su cabello, pero no hace nada.

¿Qué me pasa?

Hay mucha niebla blanca de pronto, mucha. No puedo ver, algo paso. Algo me ha alejado de ellas, están muy lejos. Ambas me miran.

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora