Capítulo XI (Parte I)

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Maximiliano

El sol que se cuela por la ventana da comienzo a un nuevo día.

Como lo dictamine, el laboratorio comienza a llenarse por la mañana temprano. Todos son una pieza clave en lo que se viene y cada uno sabe cual es su papel en este juego. Pero de todas formas, una última reunión es necesaria para despejar cualquier duda.

Un error, es un lujo que no nos podemos permitir.

Exequiel es el primero en llegar junto a su familia, entre ellos Lía y sus hijos.

—Fue por tu hermana - habla anticipando mi pregunta.

Asiento comprendiendo. Ella también merece estar acá, peleando junto a su familia.

Una hora más tarde, Alexander llega junto con mi querida hermana, quien se viene encima rodeando con las ansias de una niña pequeña. Me permito darme eso y le devuelvo el gesto.

—¿Y mis sobrinos? - pregunta Azul al apartarse.

Beso su frente antes de entregarle el arma que elegí especialmente para ella. Arma que fue y es el símbolo de nuestra familia. Arma que empuñaba nuestro abuelo, nuestro padre y nosotros después de ellos.

Una Luger color negro descansa en su mano y detalla la empuñadura junto conmigo donde un lobo dorado resalta. Lobo que simboliza lo que somos y por lo que peleamos.

—Isabella se está encargando de ellos en la recamara - respondo la pregunta que hizo antes de quedar embobada.

—Pues, con su permiso.

La guarda detrás con una sonrisa enorme en el rostro y desaparece tan rápido como llegó.

—¿Una Luger? - cuestiona Alexander. —Pensé que solo existían dos.

—Así era cuando eramos solo dos, ahora somos tres - le recuerdo.

—Se lo merece.

Como si no supiera eso.

—Es mi hermana, se merece el puto mundo.

Unas horas más tarde tenemos la no muy grata llegada de mis primos, Beltran y Lukas, quien se aprovecha de la situación yendo hacia Emma. La bella mujer que carga a su hijo en brazos tiene que hacer un esfuerzo enorme para soportar el asqueroso saludo y debo reconocer que la admiro por eso.

—Si me vuelves a tocar, te quedas sin mano - la escucho susurrar.

Decido quedarme en mi lugar cuando Isabella se une junto con Azul y mis hijos. Quisiera decir que estamos todos pero mentiría, falta una de las partes más importantes de mi vida. Una parte que ha estado alejado por muchísimo tiempo y hoy por fin vuelve a su hogar, con su familia, conmigo.

Miro el reloj de mi muñeca y algo parecido a una descarga de electricidad me recorre el cuerpo. La vista la centro en quien ha sido mi mano derecha y mejor amigo por años.

—Ve por rojo carmesí - ordenó.

Asiente saliendo.

Si todo marcha según lo planeado, el avión que lo trae devuelta debe de estar por descender en una de las pistas del italiano.

—¿Qué cornos es rojo carmesí? - indaga mi hermana.

Lukas suelta una risa que me hace querer sacarle los ojos y es que el primero que me arruine la sorpresa le clavó un cuchillo en la garganta. Si no fuera porque necesitaba saber de él, no le hubiese contado jamás el papel que jugaba en todo esto.

—Lo sabrás al mismo tiempo que los demás - respondo. —Isabella, ven.

Giro sobre mis pies hacía una de las recamaras mientras que escucho el sonido de sus tacos al seguirme. Y nada desearía más que poder hacer las cosas de otra manera pero la realidad es que no existe otra manera.

Cuando creces siendo alguien de mi alcuña tienes en claro muchas cosas, como que los seres humanos tienen una condición particular, confían en quienes ya los han herido. Se entregan sin pensar ni hacerse de la idea de que los monstruos no dejan de serlo nunca.

Ella tiene esa particular condición. Se entregó de lleno a quien la lastimo y quien volverá a lastimarla una y otra vez porque es lo único que le enseñaron a hacer con aquellos que no llevan su sangre.

Las únicas personas que deben importante son aquellas que llevan tu sangre.

Solía decirme mi padre cuando era niño, por lo que prefiero que entienda ahora la clase de hijo de puta que soy a que llegue mañana y se enfrente a lo que viene amándome como lo hace.

Jugar a la familia feliz estuvo bien, se sintió bien pero en estos momentos es lo menos que se necesita. Una familia feliz no va a asegurar la vida de mis hijos, una familia feliz no va a arrancarle la cabeza al Boss y una familia feliz no va a devolvernos a nuestro país.

—¿Sucede algo? - pregunta.

Me detengo delante de ella luego de cerrar la puerta con llave. Me mira con ojos que no me merezco pero que igual deseo que siga mirándome. Y es que no puedo negar que una parte de mi la ama y desea tener una vida normal.

Aunque la realidad me recuerda que no llevo una vida normal ni voy a llevarla jamás. Soy un asesino, disfruto serlo. Soy un narcotraficante que disfruta serlo. Soy un creador de muerte que disfruta serlo.

Soy el malo y jamás voy a pretender ser el bueno.

—Nada, solo deseaba estar a solas.

Vuelvo a detallarla mientras me desprendo los botones de la camisa quitándomela.

Entiende lo que busco y se acerca. Une nuestras bocas en cálido beso. Sus labios cargados de amor me hacen flagelar por un segundo, pero no dejo que mi mente divague en cosas que simplemente hacen a un hombre débil.

Camino con ella hasta dar con la cama en donde la tiro. Su cuerpo choca contra las sábanas y me voy encima devorando su cuello.

—Quiero que siempre recuerdes que serás libre solo cuando mueras - me detengo en su oído.

Cuelo una mano entre sus piernas dándole placer mientras gime para mi.

Sus suaves quejido me la ponen de piedra y me quito el pantalón junto con el boxer liberándome. La humedad que perciben mis dedos dejan claro que está lista para mí y me adentro en ella disfrutando de su cuerpo una última vez.

—Maxs - gime contoneando las caderas.

Sus movimientos se coordinan con los míos y me vació dentro sintiendo el alivio por última vez.

—Recuerda siempre lo que dije - repito saliendo de ella. —Vístete y ve a la sala.

Me llama pidiéndome que me quede pero la ignoro viendo la hora. El momento ha llegado, Alexander ya tiene a todos reunidos en la sala, ella se une a los demás arreglándose el pelo y me apresuro a salir cuando chequeo el mensaje de que están afuera.

Los minutos que pasan se hacen horas interminables hasta que los ojos miel que tanto amaba de chico me detallan a lo lejos. La persona más importante de mi vida me mira con lágrimas en los ojos y su emoción hace que el corazón de piedra que tengo lata intensamente.

—Bienvenido, rojo carmesí - saludo.

—No me llames asi mal nacido, detesto ese apodo.

Lo abrazo cuando queda a centímetros míos haciéndole saber que es bienvenido.

—Bienvenido a casa hermano - cierro mi mano en su hombro uniendo nuestras frentes como lo hacíamos años antes. —Te estábamos esperando.

En nuestro mundo, las cosas no siempre son como uno cree y eso es una ventaja con la que corrí todo este tiempo.

Era necesario que piensen en él como un traidor y no como el hombre que me daba toda la información que necesitaba; como el estratega que abría las puertas de Rusia para mi o como quien me puso la cabeza del Boss de la mafia rusa en bandeja de plata.

Se que hay muchas cosas para decirnos pero necesito hacer esto primero por lo que lo invitó a pasar. Marcos es quien se adelantó abriendo la puerta y la mirada de todos se centra en nosotros cuando la cruzamos.

Busco los ojos de la madre de mis hijos y lo que ahora veo en ellos es peor de lo que me imaginaba. 

Y eso me hace sentir poderoso.

Rojo Carmesí [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora