Alemania
Tres años después
Maximiliano
Había mandado a demoler cualquier rastro de lo que el incendio dejó de la vieja mansión familiar. Tres años después, estábamos frente a lo que sería nuestro nuevo hogar. Mi intención era volver después de la caída del Boss pero no podía traerlos a vivir en cualquier pocilga, mis hijos se merecían algo acorde a su estatus.
Detengo el auto viendo por el espejo retrovisor al otro que se detiene a milímetros del mío.
Que puto fastidio
—¿Está es nuestra casa? - pregunta Raina desde el asiento trasero. —Se ve muy cool.
La pregunta me hace girar la cabeza. Mi hija había crecido demasiado. No tanto como su hermano pero ambos ya habían cumplido nueve años. Y se habían convertido en mi más grande orgullo.
A veces me resulta sorprendente el pasar del tiempo. Siento que no tuve suficientes momentos con ellos.
Asiento pidiéndole que bajen. Gunther intenta cumplir la orden pero la palabra de su hermana lo devuelve al asiento.
—Casa - repitió Katharina.
Mis ganas de bajar también quedan a medias al escuchar la voz de mi dulce niña. Después de Rusia no pensé tener otra dicha. Isabella cambió eso al darme dos.
Katharina fue la primera.
Aunque la dicha vino con un precio demasiado alto. Mi segunda hija casi ni hablaba. Eran muy pocas las veces que nos dejaba escuchar su voz por lo que cada palabra nos sorprendía y maravillaba al mismo tiempo.
—¡Si, estamos en casa! - afirmó mi hijo.
Raina se bajó rápidamente escondiendo una sonrisa.
Gunther, en cambio, aferró su mano a la de su hermana menor ayudándole a bajar mientras que yo me disponía a rodear el auto para ayudar a mi mujer quien estaba estática en el asiento delantero sosteniendo a los causantes de mi segunda dicha.
Cassian y Sebastian.
El tercer embarazo de Isabella fue una completa sorpresa.
Ella se había empecinado en usar un método anticonceptivo y no me pareció mala idea sabiendo que Katharina era aún pequeña. Pero su intento por no darme más hijos se vio vilmente interrumpido por las náuseas y la confirmación de un nuevo embarazo.
Gemelos.
Dos niños completamente sanos que ya estaban por cumplir dos meses. Me apresuré a ayudarla sosteniendo a uno en mis brazos.
—Lukas.
La dulce voz de Katharina me hizo enderezar los hombros. Isabella ya estaba de pie a mi lado cuando detuvo mi mano antes de poder llegar a la pistola que descansaba en mi cintura. Ver a mi hija correr hacia mi primo me enfermaba las neuronas. Aun no podía entender el puto apego que había desarrollado ni porque le salían tan fácil las palabras con el.
—Es bueno con ella - susurro mi mujer.
Lo sé y es solo por eso que no le he volado la cabeza. Mis hijos siempre van a tener lo que deseen aunque eso signifique tener que aguantar de por vida a Lukas Wolf.
El quejido proveniente de los brazos de Isabela me hizo apartar la mirada. Solo había una cosa que me gustaba más que verla abierta para mí y eso era que sostenga a mis hijos. El pequeño que sostenía en sus brazos abría sus ojos como si reconociera que estaba a punto de conocer su hogar.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...