Maximiliano
El cuerpo me tiembla con el sonido de cada latido. Aún soy incapaz de creer que de mí puede salir algo con tanta luz y esme aquí, reviviendo el sentimiento de hace seis años. Voy a ser padre por segunda vez.
Mis ojos viajan a la causante de todo esto. Mi mujer. Aquella niñata con la que me iba a cobrar el dolor más profundo de mi pasado y terminó volviéndose mi razón de respirar.
Jamás pensé enamorarme y confiar en alguien como lo hago con ella. Los errores del pasado quedaron solo en eso. Errores que no pienso traer al presente. Elegí perdonarla ya que sus acciones solo fueron parte de una jugada planeada y dirigida por mí.
—Si me entero que lo sabías desde antes me las vas a pagar.
Ignora mi amenaza tomando mi mano para depositarla sobre su vientre. No hay bulto todavía pero de solo saber que está ahí la sonrisa se me dibuja en el rostro. Los recuerdos de su reacción ante el primer embarazo son reemplazados por la sonrisa en su rostro a causa de este.
Algo me surge dentro al verla feliz por cargar con mi legado.
—Volveré en unas horas - informó.
La noticia me llena pero no puede borrar la ansia que me está carcomiendo por dentro.
Quiero tener cara a cara al bastardo traidor con el que comparto sangre. Quiero que mi rostro sea lo último que vea en su jodida y patética vida. Quiero hacerlo pagar.
—¿Tienes que irte? - cuestiona. La sonrisa que adornaba su rostro ya no está. —Nuestros hijos han esperado que te levantes de esa cama por días.
Sus palabras son un golpe bajo. Mi legado siempre ha estado primero pero no ahora. Ahora mi atención está en alguien más.
—Volveré en unas horas - repito saliendo.
Los pasillos de la mansión De Luca los recorro como si estuviera caminando por mi propia casa. Mis órdenes fueron claras por lo que no me sorprende encontrar a mi amigo y al japonés esperando en la sala.
Se volvieron siameses, prácticamente.
Un bolso negro descansa en sus pies e intuyo lo que contiene dentro. Marcos siempre ha conocido mis gustos cuando de torturas se trata y es algo que agradezco. Es bueno tener a alguien que haga ese tipo de cosas por vos.
—Los autos están listos - avisa.
Asiento.
Mis ojos van más allá. Una pequeña figura se alza entre los cuerpos de casi dos metros sorprendiéndome.
¿Acaso es lo que pienso?
Pues sí. La vista no me falla.
Gunther está junto a Samuel, quien sonríe llevando su mano hacia el hombro de mi hijo. Su rostro refleja orgullo mientras que a mí el peso de los errores de mi padre comienzan a fastidiarme.
Me centro en mi niño. Lleva ropa oscura como si su deseo fuese a acompañarnos. El pequeño cuerpo de mi hijo se pierde junto al de mi hermano y algo me hace fruncir el ceño cuando me clava la mirada.
Jamás pensé ver tal cosa en sus ojos. El pecho se me infla.
Pero aún no es tiempo para él.
Alexander también está a unos pasos. Algo no anda bien con mi fiel amigo. Puedo sentirlo. En sus ojos veo algo que no puedo descifrar pero... mi atención recae en la figura que ingresa en mi campo visual.
Lukas.
Mi primo entra con la cabeza agachada. Sus pasos son dudosos y no lo culpo. La rabia se me dispara al verlo intacto pero la reprimo cuando recuerdo las palabras de Samuel.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...