Isabella
Dos días después.
Abrí los ojos incapaz de reconocer donde me encontraba. Intenté moverme pero una punzada de dolor me lo impidió. Mi mente comenzó a recordarme todo lo que había pasado y el terror me abrumó.
—Tranquila - una voz familiar me hizo girar la cabeza hacia la derecha.
Había un sillón cerca de la pared y en él, Samuel. Mi pecho sintió un alivio enorme al verlo sano y salvo. Sus ojos miel me miraban con el típico brillo que recordaba. Pero entonces mi mundo comenzó a girar nuevamente.
—¿Mi bebe? - indagè.
Los ojos comenzaron a picarme. No quiero perderlo. Lo deseo más que a nada en este mundo. Deseo a este pequeño.
—Está bien - afirmó dejando su lugar. —El cuchillo perforó un vaso, perdiste demasiada sangre pero no lastimó a tu bebe.
Otra oleada de alivio me inundó. Agradeci a quien sea que estuviera ahí arriba por protegerlo.
—¿Quieres un poco de agua?
Asentí comenzando a sentir la resequedad en mi garganta.
—¿Y Maxs? - cuestione.
Mi mente proyectó las imágenes de mi esposo viniendo hacia mí, recibiendo el impacto de las balas. El pánico que sentí en ese momento se multiplicó.
Tampoco deseo perderlo. Es… es a quien amo a pesar de todo.
Samuel me observa. Su rostro adquirió una mirada más cautelosa.
—Perdió mucha sangre y…
—¿Está muerto?
Una risa ahogada resonó.
—No estoy seguro si algo podría matarlo - pensó ubicándose a mi lado. —Su estado es delicado pero va a vivir. Te decía que perdió mucha sangre. Una de las balas perforó un pulmón, está conectado a un respirador artificial.
Gemi de dolor.
—Se repondrá pronto - intenta tranquilizarme. —Los médicos hicieron un buen trabajo con sus heridas.
—Quiero verlo - me desespere. —Tiene que saber del bebe.
—No puedes levantarte, el médico ordena que hagas absoluto reposo por una semana o quizás dos.
—Llévame con él - casi le rogué.
—Aún no despierta, Isa - la voz le sale más dulce de lo normal. —Cuando lo haga, juro que serás la primera en verlo.
Asentí no muy convencida. Quería verlo igual, no importaba como estaba.
Nuestros ojos se encuentran. Duda unos segundo antes de subir su mano hasta mi mejilla. Su palma contra mi mejilla me hace sentir…
—Tuve mucho miedo cuando te vi en el suelo - confiesa. —Enloqueci cuando te apuñalo, nunca me sentí tan inservible.
—También me dolió ver como te golpearon.
Lleve mi mano a su rostro. Las heridas ya habían tomado esa tonalidad violeta que contrastaba con su piel calidad. No tenían porqué estar ahí.
—Solo fueron unos cuantos golpes - se restriega contra mis dedos. —Nada se compara con la impotencia de no poder protegerte.
Un nudo se me instala en la garganta. No tendría que estar diciendo esas palabras pero de todas formas, se sienten bien. A pesar de que nuestra aventura terminó hace muchos años, no se me olvida que él fue quien me sacó de la oscuridad, ni mucho menos, que fue un amigo incondicional.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...