Maximiliano
Una semana después de Rusia.
Me cuesta orientarme cuando abro los ojos. Los últimos sucesos aparecen haciéndome arder la cabeza. Rusia. La emboscada. Beltrán. Isabella con un puto cuchillo en su vientre. Mi hermano...
Volvieron a joderme y esta vez no tuve ni fui capaz de anticiparlo.
Todo el cuerpo me duele cuando intento moverme pero no pienso quedarme acostado en esta dichosa cama. Me las va a pagar, de eso estoy seguro. En estos momentos, lo único que evita que pierda la cordura es el deseo de venganza.
Arrancó la aguja que tengo en el brazo afanado por irme de este lugar pero una mano me impide moverme.
—No puedes quitarte eso.
Blanqueo los ojos. El regaño me lo pasó por el culo. Como si fuese alguien dispuesto a recibir órdenes.
Intento quitarme las manos de encima pero me es imposible. Todo a mi alrededor comienza a moverse y me cuesta hacer que se detenga. Juro que voy a llenar de balazos al hijo de puta que me anestesio.
—¿Cómo te sientes? - preguntan.
Logró que mi alrededor se detenga centrándome en quien tengo enfrente. El alivio llega al verlo bien. El rostro aun lo tiene magullado pero nada más allá de eso.
—Quítate, Samuel.
Hace todo lo contrario. Me termina empujando hasta que tocó la almohada con la nuca. Intenta ponerme la intravenosa de nuevo pero lo aparto dándole un manotazo para que se deje de joder.
Que jodido fastidio se ha vuelto últimamente.
—No puedes levantarte - sigue con lo mismo.
Me río. Como si esta fuera la primera vez que recibo un jodido tiro.
Los golpes le hicieron perder completamente la razón si piensa que me voy a quedar otro día en esta cama. No encuentro otra explicación.
— Déjate de joder - gruño. Hay cosas mucho más importantes. —¿Dónde está Isabella?
Necesito ver a esa mentirosa.
—Con los niños, tranquilo.
El resto de la tranquilidad me vuelve al saber que está bien. Mi hermano sigue insistiendo en que me quedo donde estoy y hago caso simplemente porque comienza a ponerme al día sobre lo que ha sucedido.
Sus palabras solo me frustran más. No puedo creer que he estado perdiendo tiempo en esta cama.
—Ve por ellos - exijo.
Quiero verla. A ella y a los seres magníficos que trajo a mi vida.
Aunque no pienso perdonarle que se haya puesto en riesgo de esa manera. No tenía nada que hacer ahí y, aun así, conspiró con Alexander a mis espaldas guardando información que no tenía por qué guardarme.
Me las va a pagar.
Pero para ella tengo planeado algo mucho más...
—Ni a un paso de la muerte dejas de dar órdenes, maldito cabrón.
Reconozco la voz que resuena en algún lado. Salgo de mis pensamientos. Marcos aparece detrás de los aparatos que están en la cabecera de la cama. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba y ruedo los ojos al ver los suyos cristalinos.
—¿Cómo te sientes? - pregunta. Se ubica a mi lado y por mas que quiero, no me sale apartarlo. —Estábamos preocupados.
¿Estábamos?
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...