Maximiliano
El automóvil de mi amigo fue el primero en salir seguido por un número considerable de camionetas. Habíamos acordado llegar a Rusia con cierto tiempo de diferencia y ellos eran el segundo grupo.
Samuel y Lukas conformaban el primero.
Ignore lo mejor que pude la punzada que se instaló en mi pecho. Samuel ni siquiera se había despedido. Pensé que las cosas mejorarían con su regreso pero estaba equivocado. La sombra e influencia de Isabella aún ejerce peso sobre él.
Sacudí la cabeza intentando volver a la realidad. Detalle el armamento que mis hombres trajeron y tome lo que necesitaba para salir. Una hora después, estábamos en camino, dispuestos a darle fin a todo esto.
Viajar con Ichiro fue uno de los viajes más placenteros de mi vida. Prácticamente no hablaba. Estaba sentado observando nuestro alrededor con el arma apoyada en su regazo. Cada tanto, buscaba el aparato de su bolsillo esperando no sé qué. O en realidad sí lo sabía. Esperaba una señal de mi amigo.
—No solo es inteligente - rompo el silencio captando su atención. —Marcos sabe defenderse muy bien.
—Lo sé pero no puedo evitarlo.
Asentí.
Tenía que reconocer que había cierta preocupación rondando mi mente. Ellos no lo sabían, pero mi mujer estaba en este precisamente en el mismo avión que el hijo de puta que quiere meterse en sus piernas.
Suspire acelerando. Prefería ser yo quien estuviera al frente. Ichiro cedió acostumbrado a ser transportado a todos lados.
—Queremos volver a Japón después de que todo termine.
Lo sabía. No era ajeno a los deseos de mi amigo y los respetaba a pesar de que me costaba que estuviera lejos.
—Estamos llegando - informo.
Marcos se había contactado hace solo un par de minutos. Todo marchaba según lo esperado. Ellos se encontrarían con Alexander al norte de la ciudad. Ichiro y yo entramos por el sur.
—Algo pasa - mencionó Ichiro.
La conversación sobre su futuro y el de Marcos quedó atrás.
Mis ojos viajan al espejo retrovisor. La caravana de camionetas con la que salimos dejó de seguirnos hace algunos segundos. Disminuir la velocidad esperando que vuelvan a aparecer en mi campo visual, no fue así.
—Cuidado - el grito me hace clavar los ojos en el camino.
Pegó el volantazo cuando veo la moto venir hacia nosotros.
Malditos rusos hijos de perra.
—Voy a llenarles el culo de balas.
Plantó el pie en el freno hastiado. La puerta la abro de una simple patada y me calzo la ametralladora comenzando a soltar tiros sobre los bastardos que se me vienen encima. Son muchos. Nos estaban esperando no quedan dudas como tampoco el hecho de que alguien nos vendió.
—No podremos con todos.
Ichiro se une.
—Solo me tendrán muerto.
Quedamos espalda con espalda cuando nos abordan por ambos lados. Vació el cargador acabando con varios y suelto el arma yéndome sobre los que se vienen. Rompo el cuello del primero con una facilidad. Ellos, como asesinos entrenados en las famosas jaulas rusas son letales pero no se comparan conmigo ni con las cosas que he hecho.
—Como en los viejos tiempos - me río en dirección al japonés.
No me presta atención ya que dos lo tienen bien ocupado.
Mi distracción me hace ganar un golpe de lleno en la cara. Escupo la sangre que se me junta en la boca antes de irme contra el idiota. Suelto un codazo en su estómago y lo noqueó con un simple golpe en la mandíbula.
—¿Quien sigue?
Dos intentan derribarme pero se detienen como buenos perros cuando se los ordenan.
—¡Suficiente! - exigen. —Llévenlo con el Boss.
Reconozco la voz del consejero de la Bratva y me quedo quieto cuando me encañonan. No voy a mearme en los pantalones si es lo que esperan. Fuera de la forma que fuera vine acá por el imbécil de Mijaíl.
Que me lleven ante él solo me ahorra tiempo.
❧
Alexander
Las llamas seguían vivas a mi alrededor. Mire por encima de mi hombro. Tenía cinco rodeándome el culo y tres delante.
No pude dejar de sonreír.
He estado en peores situaciones. Podía con ellos fácilmente. La situación me transportaba a uno de los mejores momentos de mi vida.
—El Boss lo quiere con vida - dicen a mis espaldas.
Claro que me quería con vida. Era tan retorcido como nosotros. Ya saboreaba su juego solo esperaba que mi hermano llegara a Maximiliano antes que ellos, arderemos peor que los edificios si lograban arrastrarlo a él.
Me gire sin que se lo esperaran vaciando el cargador sobre ellos. Cayeron dos. Aún faltaban seis más. Se me vinieron encima a la vez. Claramente cabreados por los pedazos de mierda que yacían en el suelo.
Volví a levantar mi arma pero uno de los que tenía atrás me empujo hacia el que estaba enfrente. Utilice el envión para golpearlo de lleno en la cara. Mi puño le saco la misma cantidad de sangre que el que me dio el sujeto a mi costado.
Escupí el líquido que comenzaba a juntarse en mi boca.
—Vamos amigos, seamos justos - pedí.
Se vinieron todos juntos. Intenté cubrir los puños pero me fue imposible bloquear las patadas. El aire me faltó en algún momento y solté una ráfaga de tiros obligándolos a separarse.
Aproveche la oportunidad para irme encima de uno de los bastardos que me habían pateado. Caímos al suelo y me encargue de desquitar la frustración que tenía por saber que nos habían traicionado. Saque el cuchillo que siempre llevaba en el estuche junto a la pistolera y se lo clave en la garganta terminando con él.
Me levante centrándose en los otros. El mango giraba en mi mano.
—¿Quien sigue? - pregunte.
Ahora fueron ellos lo que reían. No entendí hasta que sentí la perforación en mi hombro.
—Mierda - gruñí.
Dos se vinieron sobre mí sin dejarme procesar que acababan de pegarme un jodido tiro. Hundí el cuchillo en el estómago del primero pero no fui capaz de bloquear el golpe del segundo.
Caí.
Los cuatro que aún quedaban se encargaron de darme la bienvenida como se merecía alguien de mi nivel. Cerré los ojos en algún momento, me guardaría sus rostros para desarmarlos cuando todo termine.
No iban a matarme, eso lo tenía claro.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...