Alexander
Teníamos dos puntos principales que cubrir: hacernos con el hijo del Boss y atacar Kazán.
El rumbo que estaba tomando la estrategia me gustaba.
No tenía objeciones. Todo lo contrario. Ya estaba saboreando la dosis de adrenalina que tendría cuando acabemos con el infeliz de Mijaíl.—Yo creo que no debemos esperar - murmuró Lía. —Les daríamos tiempo a qué se agrupen y preparen un ataque.
Su intervención me tomó por sorpresa. Nos había acompañado para comenzar a familiarizarse con nuestro mundo.
Cómo capo, mi deber no solo es educar y forjar el carácter de mi heredero sino que también el de su madre. En nuestra familia, las mujeres son el pilar en el cual nos apoyamos.
—¿Qué tienes en mente? - indagó mi hermano.
Pero jamás obtuvo una respuesta.
—Desde cuándo escuchamos la palabra de una puta - escupe Azul sorprendiéndome aún más.
Me fue inevitable no clavar mis ojos en ella. No podía creer lo que acababa de salir de su boca.
Una puta.
La sangre me hirvió al escuchar esa frase.
Note su ataque de celos desde que llegué más no pensé que perdería la razón tan fácilmente. Aparte mi vista para centrarla en Lía y su rostro lleno de vergüenza fue todo lo que necesitaba para explotar.
Azul me había dejado en una posición difícil. La deseo, me atrae como nunca pensé que podía atraerme una mujer y la quiero a mi lado pero por ningún motivo puedo permitirle que le falte el respeto a Lía.
Ella era la madre de mis hijos. Una de las personas más importantes en mi vida. Era familia, la única que había podido sacarme de la oscuridad en la que caí después de la muerte de Alessia y Dylan.
No era mi esposa, pero había jurado protegerla de absolutamente todo. Hasta de la pequeña Wolf.
Maximiliano fue quien intervino en mi lugar aunque después buscaría la oportunidad de decirle todo lo que no pude ahora. Por qué si ella quiere formar parte de mi vida, tiene que hacerse a la idea de que Lía y mis hijos ya están en ella.
Gracias a mi querido amigo, Lía pudo contarnos lo que rondaba en su cabeza y sin dudas, era algo que aprovecharemos.
Miré mi reloj y luego a Maximiliano. Tenía que irme si quería llegar a Italia a tiempo.
—Preparemos el ataque a Kazán mañana - propone.—Cuando Alexander vuelva.
—¿A dónde vas? - se interesa Lukas.
—A Italia - confieso.
Estuve los últimos dos días trabajando en el pedido de su mujer, pedido que nos beneficiaría a ambos.
Fue muy difícil convencerlo de que ella podría ser un arma para usar en contra del Boss. Isabella ha demostrado ser una mujer astuta e inteligente. Su jugada fue de una contrincaria digna. Su único error fue pensar que traicionaría al bastardo que tiene como esposo.
ESTÁS LEYENDO
Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...