Capítulo XIII

739 57 3
                                    

Samuel

Nunca me latió tan rápido el corazón como en estos momentos. Lo había ansiado todos estos años y ahora, estando frente a ella, mi cuerpo se había paralizado completamente.

Marcos tenía razón. Mucha razón.

No era la misma, se le notaba distinta, cambiada. Más madura quizás.

A pesar de que tenía muchas miradas sobre mí, no pude apartar la mía de ella. No quería hacerlo nunca más. El pelo castaño oscuro que tanto recordaba era historia, lo reemplazó por un rojo cobrizo que resaltaba y profundiza el color de su iris. La ingenuidad e inocencia que recordaba era sólo eso, un recuerdo.

A pesar del impacto de mi presencia, podía sentir lo segura que estaba de sí misma por lo que su actitud me sorprendió enormemente. En el segundo en que cruzo esa puerta quise ir detrás de ella pero me contuve al ver la mirada de mi hermano.

No había vuelto para desafiarlo. Las elecciones que forjaron nuestros caminos fueron tomadas tiempo atrás y ya no se podía hacer nada para cambiarlas.

Ella había elegido y su elección fue de las pocas cosas que había conseguido desgarrarme por dentro. Porque si algo era verdadero entre nosotros fue el amor que me hizo sentir.

En vano por que lo había elegido a él.

—¿A dónde fue mi mamá? - escuche preguntar a una voz femenina, tan dulce y cálida como una melodía musical.

Era Raina, mi pequeña sobrina.

Todos intercambiaban miradas sin saber que responderle. Quise darle una respuesta a la pequeña de ojos grises pero las palabras tampoco salían de mi boca.

¿Hasta dónde podía comprender las cosas alguien de su edad sin destruirse en el proceso?

Prefería no saberlo.

—Ven conmigo cariño - pidió la mujer del italiano. —Preparemos una rica taza de chocolate caliente para cuando mamá vuelva.

Lía no solo la tomó a ella, sino que también le insistió a Gunther que la acompañara. Para mi sorpresa, ambos niños fueron con ella junto con sus propios hijos. Todo a mi alrededor quedó sumido en un silencio incómodo que opté por romper antes de que alguien dijese algo que no fuera lo correcto.

—Quiero que vean algo - hable moviéndome hacia la mesa más cercana. —Los tomé de la casa de Mijaíl.

Busque en el maletín la carpeta verde donde había colocado los documentos que contenían los planos de las nuevas armas que el Boss estaba fabricando en sus bodegas. Cada pieza era más única que la otra, por lo que no me sorprendió el asombro.

—¿Cuántas logró fabricar? - pregunta Alexander.

—Tres bodegas con cajas completamente llenas.

Muestro una tanda de fotos y despliego el mapa marcando las ubicaciones de las mismas.

—No podemos fiarnos de esto - interviene Marcos. —Debe haber movido todo cuando supo que lo traicionaste.

Concordaba con cada una de sus palabras, por lo que marque con otro color todas las bodegas que le conocía y los posibles lugares fuera de Rusia donde podría haberlas mandado. Mijaíl había demostrado ser inteligente y astuto más no era capaz de llenar las botas de los antiguos Boss.

—Creo que nuestra mejor opción es encontrar ese puto cargamento - se desespera Exequiel. —No podemos arriesgarnos a que lo use en contra nuestra.

—Esperemos a Maximiliano - pide su hermano.

Rojo Carmesí [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora