Samuel
Si alguien entiende a Günther en estos momentos, soy yo. A pesar de no ser quien maneje el imperio en el futuro, las exigencias recaen en nuestras espaldas como si lo fuésemos.
Recuerdo como era mi papá, como terminaba escondido y llorando después de haber fallado por lo que me duele que Maxs se comporte así con él.
—¡Buen tiro! - me acercó.
Se quita el cubre orejas mirándome seriamente.
—No fue un buen tiro.
Se baja de los escalones de cemento y me agachó hasta quedar a su altura.
—Lo harás mejor en el futuro.
—No me gusta disparar - confiesa. —Pero papá quiere que lo haga.
Agacha la mirada y lo tomó de la mano yendo hacia las sillas libres de más adelante.
—Sabes, yo tampoco era bueno con las armas y mírame, hoy sé defenderme bastante bien.
Me mira y, por todos los infiernos, es imposible no verla.
—A lo que quiero llegar - intento concentrarme. —Está bien que no te salga ahora, en el futuro vas a poder ser el mejor tirador.
—Raina es la mejor tiradora.
—Confía en tu tío - le renuevo los pelos. —Serás muy bueno.
Guarda silencio por un tiempo prolongado y asumo que no quiere seguir hablando pero…
—Me gusta más el trabajo de mamá - murmura.
—¿A si?
—Si, el laboratorio es genial. Mamá me ha permitido acompañarla varias veces mientras trabaja - levanta la cabeza mirándome. —Mamá es genial siendo científica.
Es la primera vez que lo veo hablar de algo con tanta ilusión.
—¿También sos científico? - pregunta.
Asiento.
—Lo soy - respondo. —Incluso estudié con tu mamá por un año.
—¿De verdad?
—Si, cuando vivíamos en Alemania.
—Que genial.
—¿Te gustaría ser científico como tu mamá?
Mueve la cabeza en señal de que si más no es capaz de decirlo en voz alta.
—¿Sabes que tu papá te va a apoyar elijas lo que elijas, no?
No dice nada. Todo lo contrario, me deja solo volviendo a su práctica de tiro como si jamás hubiésemos hablado. Me enoja saber que el peso de las exigencias de mi hermano son más grandes que sus sueños y eso, es demasiado triste.
Los minutos pasan mientras lo observó intentarlo y esforzarse por dar en el blanco. Cuándo lo logra, no puedo evitar ir hacia él.
—¡Bien hecho! - alzó mi mano para que la choque.
Lo hace y puedo notar un rastro de felicidad detrás de su máscara de frialdad.
—Debemos irnos - aviso cuando suena el pitido del reloj. —Esperemos en el auto.
Avanzo y no puedo evitar sorprenderme cuando me toma la mano.
Se queda en silencio, apoyado en el auto esperando. Es tan asombroso estar con él, la tranquilidad que transmite es descomunal al punto de que no parece tener la edad que tiene.
Maximiliano llega y emprendemos el viaje de vuelta sin soltar palabra.
Aprovecho el silencio para chequear algunos archivos en la tableta ya que la reunión de hoy va a marcar y definir el primer movimiento contra el Boss.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...