Isabella
No puedo creer lo que mis ojos están viendo. Mi cabeza se fuerza por mantener una cordura que se dispersó cuando cruzó por esa puerta.
Es algo imposible.
Él no puede estar acá.
Él no debería estar acá.
Los ojos de Maximiliano se encuentran con los míos y contengo lo que sube por mi garganta. Sus ojos destilan burla absoluta. Su mirada me grita lo mucho que se está riendo de mí en estos momentos.
Mi mente deja la realidad y no soy capaz de detenerme mientras cruzo la puerta lo más rápido que puedo.
Una sola vez sentí vergüenza por ser mujer. Lo recuerdo muy bien. Tenía apenas diez años, pero cada palabra, cada oración resonaba en mi mente como si me las hubieran dicho ayer.
Mi Boss, ni siquiera puede sostener un arma.
Disculpe, pero es patética mi Boss.
No la creemos digna de ser la sucesora de alguien tan magnífico como usted.
Y lo peor es que mi padre asentía sin siquiera cuestionar lo que sus socios le decían, todo lo contrario, compartía el mismo pensamiento.
En un mundo gobernado por hombres, ser mujer es lo peor que te puede suceder.
Recuerdo muy bien cada paso que di ese día, cada lágrima que derramé mientras huía a esconderme a un lugar seguro, las recuerdo tan perfectamente, que mi cuerpo me obliga a repetir las acciones.
Tenía que huir.
Mientras corría por las calles italianas no paraba de llorar, de maldecir y de culparme. Su estúpida sonrisa me recordaba lo idiota e ingenua que había sido.
Samuel
La persona en quien había confiado seis años atrás, de quien me había enamorado y a quien había elegido si no hubiese estado esperando a mis hijos había jugado conmigo de la misma manera que su hermano lo había hecho.
Estaba segura de eso.
Pare abruptamente cuando una arcada me obligó a arrodillarme y soltar todo lo que tenía en mi interior.
Estuve varios minutos así. Con una mano apoyada en una sucia pared de un callejón y la otra sosteniendo mi cabeza.
No podía parar y cada vez me hundía más intentando buscar alguna explicación que no me haga ver como una ridícula. Pero todos los posibles caminos me llevaban a lo mismo.
Era una puta con la que los hermanos Wolf jugaron.
En mi mente, todo era obscuridad, obscuridad que me hacía ver cosas que no eran. Como sus ojos detallándome años atrás después de que su hermano me destruyese.
Volví a vomitar cuando la imagen de Maximiliano se me presentó. Sus ojos mirándome mientras su hermano sonreía y abrazaba a todos era algo que no podía quitarme de la mente.
Lo odié.
Los odié con toda la fuerza de mi alma.
—Eres la hija de un Boss – me recuerdo a mí misma inútilmente ya que nada podía borrar como me sentía.
Repetí esas palabras una y otra vez hasta que las arcadas pararon.
Me quedé así por uno segundo más, buscando que la niebla blanca en mi cabeza se disipe. Buscando una salida, una sola idea que me permita demostrarles que no soy lo que creen.
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Rojo Carmesí [Libro II]
RomanceLas traiciones solo llevan a una cosa, venganza y muerte. Maximiliano fue obligado a esconderse para proteger lo que más le importaba en la vida, sus hijos. Una simple batalla no determina quien gana la guerra y el jefe aleman tenía demasiado claro...