-Chapter 8

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"Una charla con el profesor"

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"Una charla con el profesor"

Lirya caminaba por todo el castillo intentando encontrar a Ron, Harry y Hermione, ya había saludado a sus otros amigos en el tren, pero los tres Gryffinddors se habían quedado en Hogwarts por navidad. Estaba doblando una esquina cerca de la entrada de Gryffindor cuando escucho.

—¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?

Al terminar de doblar logro ver a Oliver Wood hablando con Harry y Ron, asique se apresuró a llegar a su lado.

—¿Quién tiene una Saeta de Fuego? —pregunto Lirya al llegar.

—Harry —respondió Ron y Lirya les regalo una sonrisa.

—No se emocionen —dijo Harry con tristeza—. Ya no la tengo. Me la confiscaron. —Y explicó que estaban revisando la Saeta de Fuego en aquellos instantes.

—¿Hechizada? ¿Por qué podría estar hechizada?

—Sirius Black —explicó Harry sin entusiasmo y a Lirya le entro un escalofrió—. Parece que va detrás de mí. Así que McGonagall piensa que él me la podría haber enviado.

Desechando la idea de que un famoso asesino estuviera interesado por la vida de su buscador; Wood dijo:

—¡Pero Black no podría haber comprado una Saeta de Fuego! Es un fugitivo. Todo el país lo está buscando. ¿Cómo podría entrar en la tienda de Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch y comprar una escoba?

—Ya lo sé. Pero, aun así, McGonagall quiere desmontarla.

Wood se puso pálido.

—Iré a hablar con ella, Harry —le prometió—. La haré entrar en razón... Una Saeta de Fuego... ¡una auténtica Saeta de Fuego en nuestro equipo! Ella tiene tantos deseos como nosotros de que gane Gryffindor... La haré entrar en razón... ¡Una Saeta de Fuego!

Los tres amigos se quedaron viendo como Wood se iba desesperado a hablar con McGonagall.

—Tranquilo Harry, la tendrás de vuelta —Afirmo Lirya —, si alguien puede desesperar a McGonagall es Oliver Wood hablando de Quidditch.

Harry asintió sin entusiasmo.

—Harry, ¿Esta todo bien con nosotros?

—Claro, ¿Porque no lo estaría? —ahí Harry se dio cuenta —. No fue tu culpa, tu no hiciste nada, fue el.

Las clases comenzaron al día siguiente. Lo último que deseaba nadie una mañana de enero era pasar dos horas en una fila en el patio, pero Hagrid había encendido una hoguera de salamandras, para su propio disfrute, y pasaron una clase inusualmente agradable recogiendo leña seca y hojarasca para mantener vivo el fuego, mientras las salamandras, a las que les gustaban las llamas, correteaban de un lado para otro de los troncos incandescentes que se iban desmoronando. La primera clase de Adivinación del nuevo trimestre fue mucho menos divertida. La profesora Trelawney les enseñaba ahora quiromancia y se apresuró a informar a Harry de que tenía la línea de la vida más corta que había visto nunca.

Lirya Black || H. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora