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"El traslador"
Cuando Cedric dejo a Lirya luego de despertarla Lirya tenía la sensación de haber dormido solo unos minutos y su sueño todavía corrompía su cabeza, el sueño no le permitía a Lirya pensar ni siquiera en donde estaba, pero rápidamente Lirya tomo una remera y unos leggins para vestirse, aunque por culpa del sueño tardo más de tres minutos en ponerse solo una media ya que con cualquier cosa se distraía.
Al terminar de vestirse fue al baño para enjuagarse la cara así no se seguía durmiendo y luego bajo las escaleras al comedor donde estaba Amos Diggory, el padre de Cedric, Celia Diggory, la madre de Cedric, Cedric y Ricky. Por lo que sabía Lirya, la madre de Cedric no iría al torneo, así que Lirya supuso que solo quería despedirlos.
—¿Qué hora es? —pregunto Lirya cuando se sentó y noto que afuera todavía estaba oscuro.
—Las dos, querida —respondió Celia con una sonrisa amable.
—¿Porque tan temprano? —pregunto Cedric hacía su padre.
—Nos espera un largo viaje —dijo el padre de Cedric mientras agarraba su chaleco por los costados—. Se supone que vamos de incognitos, ¿Que les parece?
El padre de Cedric se levantó a un costado de la mesa para mostrar su vestimenta y los tres adolescentes alzaron los dedos para mostrar su aprobación.
—Disculpe señor Diggory, pero ¿Iremos caminando hasta la sede de lo mundiales? —pregunto Ricky.
—No, no, eso está muy lejos —repuso el señor Diggory, sonriendo—. Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de quidditch...
—¡Ah! —la señora Diggory pego un grito al ver el reloj de la pared—. Se les hace tarde. ¡Vamos! ¡Vamos! Levántense —empezó a hacer señas con las manos y cuando Lirya agarro su taza para recoger las cosas de la mesa se la saco—. No te preocupes querida, luego lo hago. Vamos que se le hace tarde.
Lirya, Cedric, Ricky y el señor Diggory se dirigieron hacía la salida de la casa.
—Bueno, pásenlo bien —dijo—, y pórtense como Dios manda.
Mientras lo decía Lirya y Ricky se marchaban por el oscuro patio seguidos de los dos Diggory.
Hacía fresco y todavía brillaba la luna. Sólo un pálido resplandor en el horizonte, a su derecha, indicaba que el amanecer se hallaba próximo. Lirya, que había estado pensando en los miles de magos que se concentrarían para ver los Mundiales de quidditch, apretó el paso para caminar junto al señor Diggory.
—Entonces, ¿cómo vamos a llegar todos sin que lo noten los muggles? —preguntó.
—Ha sido un enorme problema de organización —dijo el señor Diggory con un suspiro—. La cuestión es que unos cien mil magos están llegando para presenciar los Mundiales, y naturalmente no tenemos un lugar mágico lo bastante grande para acomodarlos a todos. Hay lugares donde no pueden entrar los muggles, pero imagínate que intentáramos meter a miles de magos en el callejón Diagon o en el andén nueve y tres cuartos... Así que teníamos que encontrar un buen páramo desierto y poner tantas precauciones antimuggles como fuera posible. Todo el Ministerio ha estado trabajando en ello durante meses. En primer lugar, por supuesto, había que escalonar las llegadas. La gente con entradas más baratas ha tenido que llegar dos semanas antes. Un número limitado utiliza transportes muggles, pero no podemos abarrotar sus autobuses y trenes. Ten en cuenta que los magos vienen de todas partes del mundo. Algunos se aparecen, claro, pero ha habido que encontrar puntos seguros para su aparición, bien alejados de los muggles. Creo que están utilizando como punto de aparición un bosque cercano. Para los que no quieren aparecerse, o no tienen el carné, utilizamos trasladores. Son objetos que sirven para transportar a los magos de un lugar a otro a una hora prevista de antemano. Si es necesario, se puede transportar a la vez un grupo numeroso de personas. Han dispuesto doscientos puntos trasladores en lugares estratégicos a lo largo de Gran Bretaña, y el más próximo lo tenemos en la cima de la colina de Stoatshead. Es allí adonde nos dirigimos.
