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"Ojoloco Moddy"
A la mañana siguiente la tormenta se había ido a otra parte, aunque el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy triste. Durante el desayuno, unas enormes nubes del color gris peltre se arremolinaban sobre las cabezas de los alumnos, mientras Lirya examinaba sus nuevos horarios.
— ¿Y.... muy malos? —pregunto Cedric a la rubia al verla leer los horarios con suma atención.
—Para nada —dijo Lirya sonriendo y tomando un poco de su café con leche—. Herbología, Cuidado de Criaturas mágica, Adivinación y Artimancia.
Lirya leyó con quien le tocaba cada clase para darse cuenta de que más de la mitad la tenía con todas las casas.
—Tengo clases con todas las casas.
—Es normal —dijo Ricky—. Depende de la elección de los alumnos por eso se juntan, tranquilamente podría ser todo Hufflepuff con un par de alumnos de las otras casas.
Lirya asintió, entendiendo a lo que se refería su amigo. Rápidamente Lirya levanto la mirada a la mesa de Gryffindor para ver si Hermione comía algo, y efectivamente esta había decidido comer esta mañana, claramente se dio cuenta de lo poco saludable que era para ella.
De repente oyó sobre ella un batir de alas, y un centenas de lechuzas entraron volando a través de los ventanales abiertos. Llevaban el correo matutino. Instintivamente, Lirya alzo la vista , pero no vio a Pity por ningún lado, sin pensarlo mucho busco entre las lechuzas un punto blanco, en busca de Hedwig, la lechuza de Harry, pero no vio nada. Lirya se empezaba a preocupar por el bienestar de las dos lechuzas. ¿Y si le había pasado algo?
Su preocupación duro todo el desayuno y si no hubiera sido porque Hannah y Faray la llamaron para ir a clase de Herbología se hubiera queda en el Gran Comedor sumida en sus pensamientos hasta el siguiente día. Y aunque amara Herbología la clase de ese día no le pareció muy encantadora.
—Son bubotubérculos —les dijo con énfasis la profesora Sprout—. Hay que exprimirlas, para recoger el pus...
Todas las plantas estaban algo retorcidas, y tenían una serie de bultos grandes y brillantes que parecían llenos de líquido.
—¿El qué? —preguntó Seamus Finnigan, con asco.
—El pus, Finnigan, el pus —dijo la profesora Sprout—. Es extremadamente útil, así que espero que no se pierda nada. Como decía, recogeréis el pus en estas botellas. Tenéis que poneros los guantes de piel de dragón, porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.
