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"La primera prueba"
Cuando Lirya se levantó el lunespor la mañana en lo único que pudo pensar fue en que al día siguiente era la prueba y Cedric no tenía idea a lo que se enfrentaría, pero Lirya seguía manteniendo la idea de que era Harry el que tenía que decírselo.
Lirya bajo al Gran Comedor junto a Cedric y se sentó en la mesa de Hufflepuff con él, Ricky y sus amigos, a Lirya nunca le habían caído mal los amigos de Cedric, pero desde que empezaron a burlarse de Harry no tuvo otra opción que odiarlo, no le parecía educado, ni mucho menos algo que haría un Hufflepuff, pero según ella era lo mejor. El desayuno fue tranquilo, la rubia se mordía la lengua cada vez que hablaban de la primera prueba para evitar decirlo, ella sabía que Harry le diría a Cedric y eso ayudaría a que se lleven bien.
Al terminar el desayuno Lirya decidió acompañar a Cedric a su clase antes de ir al invernadero para su clase de Herbología, ellos estaban hablando del artículo del profeta mientras caminaban a la sala de encantamientos junto a otros alumnos de sexto. Cuando estaban por entrar al aula de la nada la mochila de Cedric se rasgó así que ellos dos se detuvieron a juntar las cosas. Libros, plumas y rollos de pergamino se esparcieron por el suelo, y varios frascos de tinta se rompieron.
—No se molesten —dijo Cedric, irritado, a sus amigos cuando se inclinaron para ayudarlo a recoger las cosas—. Díganle a Flitwick que no tardaré, vamos.
Cuando los amigos de Cedric entraron al aula Harry se acercó a Lirya y Cedric de la nada.
—Hola —lo saludó Cedric, recogiendo un ejemplar de Guía de la transformación, nivel superior salpicado de tinta—. Se me acaba de descoser la mochila... a pesar de ser nueva.
—Cedric —le dijo Harry sin más preámbulos—, la primera prueba son dragones.
Al escuchar a Harry decir eso Lirya sonrió, sabía que haría lo correcto.
—¿Qué? —exclamó Cedric, levantando la mirada.
—Dragones —repitió Harry, hablando con rapidez por si el profesor Flitwick salía para ver lo que le había ocurrido a Cedric—. Han traído cuatro, uno para cada uno, y tenemos que burlarlos.
Cedric lo miró. Harry vio en sus grises ojos parte del pánico que lo embargaba a él desde la noche del sábado.
—¿Estás seguro? —inquirió Cedric en voz baja.
—Completamente —respondió Harry—. Los he visto.
—Pero ¿cómo te enteraste? Se supone que no podemos saber...
—No importa —contestó Harry con premura. Sabía que, si decía la verdad, Hagrid se vería en apuros—. Pero no soy el único que lo sabe. A estas horas Fleur y Krum ya se habrán enterado, porque Maxime y Karkarov también los vieron.
