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-Entonces... ¿Me perdonas?

El chico bajito de cabello castaño al fin se quitó los audífonos y bajó el libro que leía. Ya estaba harto de seguir escuchando a su hermano quien no paraba de molestar con lo mismo.

-Si lo hago, ¿me dejaras solo al fin? -fingió emoción y ganó un bufido de parte del contrario.

-Anda, Jiminnie. Me siento mal si mi hermano favorito me sigue odiando.

-Soy tu único hermano.

-Con mayor razón.

Jimin dejo salir un suspiro, asintió aún sin estar convencido totalmente pero a Seokjin le pareció suficiente y no tardó para lanzarse sobre él.

-Oye, ya. Basta, basta -el menor de los hermanos se separó del abrazo sin consentimiento, pero esbosó una sonrisa un tanto más tranquilo-. Además, no te odio. Solo me molesté contigo.

-Lo hiciste por la culpa de un idiota -Seokjin tomó asiento en la orilla de la cama junto a Jimin.

-Y aquí es donde me dices... -al parecer Seokjin no entendió y el menor bufó en negación-. "Te lo dije". ¡Te lo dije! Y sí, ya lo sé.

-Ey Jiminnie, no me siento feliz de decirte "te lo dije". Bueno, si. Pero ahora no estamos para eso. Sólo no quiero que otro alfa vuelva a lastimar tus hermosos sentimientos.

-Siempre es igual. Siempre buscan al pequeño omega Park para burlarse de él. Ya estoy harto de eso -el castaño cayó de espaldas en la cama y abrazó una de sus almohadas. Decir que no estaba herido sería una mentira, pues siempre era igual-. Todos buscan como corromper al tonto Jimin y yo termino cayendo.

-Jimin, no digas eso -su hermano mayor se recostó a un lado suyo, lo atrajo a su cuerpo para darle un abrazo y permitir que escondiera el rostro en su hombro. Tal y como lo hacían desde que eran niños-. Ningún idiota merece tus lágrimas. Siempre me tendrás a mí para que les parta la cara si se les ocurre lastimarte.

-Por eso mismo, Jin. No quiero que me sigas defendiendo. No soy el mismo niño que corría contigo después de caer al lodo.

-Jimin, siempre serás mi hermano menor y te protegeré de todos. Se lo prometí a mamá y no pienso fallarle. Sabes que cuentas conmigo.

-Lo sé... -sus lágrimas descendieron por su mejilla, causando el llanto de su frustración.

Su hermano se quedó ahí, repitiendo lo valioso que es y que el mundo no merecía su sonrisa. Esa de la que Seokjin era encargado de mantener y no dejar que alguien ajeno se le acercara.

Pero lo sabía, no siempre estaría ahí para él.

Bueno, eso es lo que le decía su amigo Hoseok, porque Seokjin estaba más que seguro que aunque fuera un anciano, seguiría vigilando a su hermano y golpearía con un bate al idiota que se atreva a lastimarlo.

-Oye, Jiminnie, no quiero que pienses mal. Si siempre estoy pendiente de ti y alejo a todos los alfas que se acercan, no es porque quiero que te quedes solo o tenga algo de rencor hacía ti. Claro que no. Solo que los tiempos no han cambiado en su totalidad, los omegas corremos un gran peligro allá fuera. Nos ven como débiles y oportunistas, y créeme que muy pocos se darían cuenta del gran corazón que tienes. Ahora, no solo te pueden lastimar el corazón, otros son demasiado salvajes y podrían incluso marcarte sin tu consentimiento, eso solo provocaría una desgracia y tú lo sabes.

Jimin asintió aún escondido en el pecho del mayor, sabía los riesgos y como ahora no importaba dejar a un omega en cinta y con una marca, abandonado y sin importar que su lobo muriera. Solo buscaban sexo y diversión sin medir las consecuencias.

-Debí escucharte cuando me dijiste que Jackson no era de fiar. No sé porque siempre pienso que todas las personas son buenas.

-Hay algunas que si, pero muy difícilmente las encontraras. Además, no solo fue mi intuición, sino que... -el omega dió un suspiro acariciando los cabellos de su hermano-, ese idiota ya había jugado conmigo. Por eso no quería que te pasara lo mismo.

-¿Qué? -Jimin no lo podía creer, levantó la vista y se encontró con la mirada de Seokjin.

-Pero ya es pasado, así que no tiene relevancia. El chiste es que no debes dejarte convencer tan fácilmente, no le aceptes nada a los extraños. Entiendo que quieres vivir tu primer amor pero disfruta un poco más de la vida.

-Entonces, ¿debería ser un omega libertino?

-¡Ey! Yo no soy un omega libertino -ambos estallaron a carcajadas e hicieron que el ambiente fuera más suave y acojedor-. Pero si, algo así. Aunque sé que no te puedo cambiar y que seas como yo, así que seguiré cuidando de ti.

Jimin sonrió y regreso a los brazos de su hermano, dejando al fin su tristeza y sintiéndose reconfortado. -Gracias, gracias por estar para mí.

-Cuando quieras, pequeño -su charla finalizó con un beso en la frente por parte del mayor. Ya habían aclarado una vez más el apoyo mutuo así que se dispusieron a bajar para comer.

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Viernes por la mañana, el sol alcanzaba su máximo esplendor y un par de jóvenes cubrían sus ojos con lentes oscuros para evitarlo, aunque se debía más porque era parte de su outfit.

El omega iba acompañado de su amigo alfa, ambos imponentes que atraían la atención de todos al pasar por los enormes pasillos de la universidad. Dos jóvenes populares, no tan solo por la belleza y talento en las artes, sino también por ser parte de las familias más adineradas de Corea del Sur.

Seokjin a su corta edad había entendido la posición que le daba tener el apellido Park, los privilegios que le daba pero también los peligros que corría. Su padre insistía en tenerlos vigilados con guardaespaldas, pero al cumplir la mayoría de edad, el omega lo desafío y negó a seguir con ese cuidado. Y después de muchas peleas al fin se pudo librar, excepto su hermano Jimin. Él aún tenía que seguir al cuidado de los empleados que mandaba su papá.

Pero también era porque jamás desafiaba las órdenes de su padre. A diferencia de Seokjin, Jimin tenía el temperamento de su madre y no podía ocultar la dulzura que cargaba su corazón, siempre buscaba la aprobación del señor Park y éste lo mimaba por su buen comportamiento. Jimin no quería perder el cariño que tanto le costó tener.

-¿Dónde está Jimin?

-Se fue a su clase de danza, lo verás allá, ¿no?

-Si, lo voy alcanzar. Nos vemos en la salida.

-Oye, manten bien vigilado a mi hermano.

-Jin, no soy como tú. Pero descuida, lo cuidaré -Hoseok le guiñó antes de girar por el otro pasillo-. Y por favor, presta atención a la clase.

-Sabes que no lo haré.

El joven de cabellos negros entró a la que sería su próxima clase, cómo le dijo a su amigo, no prestaría atención como las otras veces. Lo hacía solo por cumplir, puesto que no tenía ningún interés en la carrera que estaba estudiando, ese era una más de las órdenes de su padre que tenía que seguir, pero no dejaba su lado rebelde y lo desafiaba con sus pésimas notas.

Tomó asiento hasta la parte de atrás y se relajo de inmediato, algunos chicos querían acercarse, pero con una simple seña los otros entendieron. No tenía ganas de hablar con nadie y sólo de dormir. Pero fue interrumpido por la voz del profesor de economía y no le quedó de otra más que fingir que lo escuchaba.

-Bien, chicos. ¿Quién está emocionado por su proyecto del trimestre?

"Claro que yo no".






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Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora