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El día más esperado para Namjoon había llegado, al fin volviera a Seul a tratar con viejos asuntos después de varios años de espera.

Su auto esperaba afuera del aeropuerto, bajó del avión acompañado de otro alfa, ambos traían consigo un par de maletas y salieron de ahí en busca del chófer. Namjoon no prestó atención a su alrededor al ir tan distraído con su teléfono, ignorando la presencia de cierto omega que fue a recoger por igual a su hermano. Los dos sin darse cuenta de la llegada del otro.

No había palabras de por medio, Namjoon entregó sus cosas al empleado y fueron guardadas en la cajuela, mientras tanto él se acomodó en el interior del auto negro, seguido del alfa pelirrojo. Una vez con los cinturones puestos, el chófer dió marcha a la dirección dada por el alfa mayor.

—Vaya... Hace tanto que no venía a Seul, no ha cambiado mucho. Ya quiero ir a mi ciudad natal.

—Después lo harás. Primero a lo que venimos.

—Relájate, Namjoon. Todo saldrá bien, ya habrá tiempo para empezar con el juego, primero quiero divertirme un poco.

—¡Ey! No quiero distracciones, dijiste que estarías conmigo en todo momento.

—Bla, bla, bla. Ya lo sé —bufó mirando por la ventana—. Pero no puedes quitarme las ganas de ir a buscar un par de omegas para divertirme.

—JK...

—¡Ash! Ok, ok. Ya entendí —el pelirrojo sonrió con falsa inocencia y abrió el bolso negro que llevaba consigo, sacando una tableta para comenzar a anotar—. Y bien, dígame capitán, ¿algún aperitivo que se le antoje?

—La empresa Park. Vamos directo ahí, no tengo porque seguir esperando.

—Si, si. Cuatro años ya fueron suficiente —rodó los ojos divertido, mostrando su sonrisa peculiar—. La cita es para mañana a primera hora, estaremos en la junta directiva y pasaremos a elegir nuestras oficinas. Quiero la más grande, recuérdalo.

—Jungkook —al fin Namjoon se quitó los lentes y le prestó atención al contrario, guardando su propio teléfono donde revisaba unos archivos—. Dudo mucho que puedas elegir.

—Y yo dudo mucho que le digan que no al mayor accionista.

—Futuro, mayor accionista —corrigió—. Aún no es oficial, no hasta que firmemos el contrato.

—Y lo serás, en esto ya no hay vuelta atrás, solo basta una firma para tenerlo todo.

—Aún no lo tengo todo...

—Pero lo tendrás, en eso no hay duda.

Namjoon negó con una leve sonrisa, suspirando al perderse en la vista de las calles de la ciudad a la que no había regresado después de tanto tiempo.

De cierta forma le transmitía nostalgia, fueron tantos recuerdos perdidos y olvidados, y otros escondidos porque le dolía pensar en ello, pero siempre estando presente en su vida diaria.

Había vuelto para culminar lo que un día empezó.

Nada más le podía dar satisfacción que pensar en lo mismo: venganza.

No se había vuelto loco durante esos cuatro años, y en parte se lo agradecía a sus padres, pero si se había llenado de tanto resentimiento que sentía su interior quemar al no obtener lo que siempre anhelo, razón que lo llevó a planear un sin fin de acciones contra la familia que lo deshecho y aplastó sus ilusiones.

Ya no era el mismo chico inocente y amoroso, había cambiado radicalmente, empezando por su sonrisa de hoyuelos que fue reemplazada por una leve curvatura en sus labios y ojos sin expresión. Ahora tenía dinero, mucho más de lo que un día creyó, y con eso, intentó no salirse de sus cabales, siendo humilde como antes. Eso es lo único que no cambió en él, sus valores e inteligencia.

Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora