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La noche era fría y la luna comenzaba a notarse menos, eso era prueba de que el invierno había llegado y muy pronto consigo, la primera nevada.

Eso traía muy emocionado a los adultos, mantenían una plática amena y entraron directo a su casa, la mujer omega pensaba en preparar un delicioso chocolate para su familia. Sólo que al entrar a su hogar sintieron un extraño olor.

—Yoon.

—¿Si, querida?

—Alguien está en la casa.

—¿Qué?

El alfa entró después de la omega, quién dejó las llaves y empezó a revisar la parte de abajo acompañada de su esposo. Después decidieron ir escaleras arriba, dónde el olor se hacía más intenso.

—¿Pero qué rayos es eso?

—Espera... Esos son ¿gemidos?

—¿Qué? No puede ser.

El alfa los escuchó mejor y si que eran gemidos los que salían de la habitación de su hijo, así que antes de que su esposa abriera la puerta para comprobar, la detuvo y la llevó de regreso a la sala.

—No puedo creer que Namjoon este haciendo... ¡Eso!

—Tranquila, querida. Es un joven, es claro que puede.

—Pero yo creí que nunca había estado con nadie.

—Tampoco es como si te lo dijera.

—Pero me va a escuchar.

—Espera, no lo interrumpas. Eso ya sería demasiado vergonzoso para él. Esperemos a que salga.

—¿Y qué? ¿Mientras los escuchamos gemir toda la noche?

—No, mejor vamos afuera para no tener que sentir su olor. Hasta para mí es vergonzoso.

Y aunque la señora Kim quería ir e interrumpir su noche, su esposo la detuvo y la llevó al jardín. Ella estaba molesta, no quería que cualquiera anduviera detrás de su hijo, pero también le sorprendía saber que su hijo mayor estuviera con alguien si siempre fue un chico tímido.

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Namjoon dejó caer a Seokjin con suavidad sobre la cama, los dos respiraban con dificultad y tenían las piernas cansadas. Después de haberlo hecho en la pared, la posición favorita de Seokjin, ya se encontraban agotados. Ninguno podría contar los orgasmos que tuvieron durante toda la noche, pero de algo estaba seguros y es que fue inolvidable.

Pero aún así, el alfa sabía que no podían quedarse de esa manera, fue por eso que se separó del mayor y buscó unas toallas, las cuales las pasó con suavidad sobre la piel del omega, limpiando el sudor y el resto de semen. Sólo que al llegar en sus piernas, se puso rojo y tembló al tener que limpiar la entrada de Seokjin.

Aún después de haberlo follado duro, su vergüenza seguía ahí.

—Veo que aún te pones rojo como tomate —el omega sonrió complacido—. Aunque no hacías lo mismo cuando me la metías y decías palabras sucias... Las cuales me calentaron más~

—Y-yo, lo siento. Debí controlarme. No quería lastimarte... No sé que me pasó.

—Descuida, debió ser el calor del momento. A mí también me pasó.

Ambos tenían aún en la mente lo que sus lobos les habían dicho.

"Es nuestro Omega".

"Es nuestro Alfa".

Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora