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Namjoon salió de su casa con los ánimos en el suelo, cerró la puerta y se sentó en suelo del porche de la entrada. Esperaría con paciencia a su novio que vendría a verlo, lo necesitaba en ese momento más que nunca. La decepción lo invadía y la mente la tenía nublada.

No lograría entrar a ninguna universidad del país y eso arruinó por completo sus esperanzas. ¿Qué le diría a Seokjin? ¿Qué era un fracasado? Sus planes se vinieron abajo en solo un instante y aunque le doliera admitirlo, detrás de todo eso era problable que fuera su suegro el causante de sus desgracias.

Temía que fuera alejado de su omega sin poder hacer algo al respecto. Su lobo lo reprendía de tan solo pensar aquello, puesto que los dos se decían ser destinados. Ellos lo sentían así, cuando Namjoon lo miró por primera vez. En ese momento lo supo y por eso siempre intentó acercarse al hermoso omega pelinegro, fallando en el intento. Pero no se rindió hasta que por fin se presentaron.

Seokjin lo sintió también, su lobo llamaba alfa al extraño chico que jamás notó en la universidad. Pero si era sincero, siempre sentía a alguien cerca, lo buscaba con la mirada pero nunca lo encontró. La sensación de tranquilidad siempre invadía su cuerpo, no era acoso lo que sentía sobre su ser, era diferente a cualquier otro sentimiento que haya experimentado.

Y con eso bastó para querer enfrentarse al mismo infierno si era posible por defender sus sentimientos. Pero como siempre, las cosas no salen como se quiere y el más mínimo detalle cambia las perspectiva de las cosas.

Se podría tomar como una prueba para demostrar de lo que son capaces y salir adelante, o terminar por hundirse al no tener el valor suficiente para sobrellevarlo y vivir con ello.

Cualquiera de las dos era una opción para ambos chicos. Cada uno eligiría el que más le convenía para protegerse.

El alfa nuevamente alzó la vista al escuchar el sonido de un auto aparcando. Era de la familia de Seokjin y logró divisar al fin a su novio salir.

Solo eso bastó para correr hacía él, y tanto como omega y alfa, se envolvieron en un abrazo. Sentían lo mismo y se necesitaban sin siquiera decirlo. Sus lobos lo sabían. Se habían extrañado en tan poco tiempo de verse.

—L-lo siento, Jin... Te fallé, no logré entrar.

—No es tu culpa... Yo... Lo siento.

Namjoon abrazó más fuerte a su novio como si su vida dependiera de ello, Seokjin correspondió y llenó de su olor al contrario. Ambos envueltos en el aroma que creaban de ellos mismos.

—Namjoonie... Debo hablar contigo.

—¿Qué sucede? —el alfa se alejó del hombro del mayor lo suficiente para verlo a los ojos. Pero su expresión no era buena y lo preocupó—. ¿Qué tienes, Jinnie? ¿Te sientes bien?

—Yo... —una pequeña sonrisa se formó en sus labios por la preocupación de su novio, era la última vez que podría sentirse tan amado—. Somos destinados, ¿no?

—Así lo siento yo, así lo sientes tú. Entonces sí —Namjoon no entendía porqué la pregunta, pero le hizo bien responder con sinceridad—. ¿Por qué preguntas?

—Ya te lo había dicho, yo no era creyente de eso. Tal vez cuando era un niño, pero al crecer esa idea desapareció. Jamás creí que encontraría a mí alma gemela, a la persona con la que estaba destinado a estar conmigo en esta vida y las siguientes... Hasta que apareciste tú.

—Y yo agradezco eso. Al final te encontré mi amor y estaremos juntos pase lo que pase... Somos destinados y eso nadie lo puede cambiar —admitió con emoción.

Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora