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Seokjin buscó a su novio entre la extensión del campus, viéndolo en su lugar de siempre. Sonrió de manera satisfactoria y se acercó a pasos lentos pero largos hasta poder posarse detrás suyo.

—Hasta que te encuentro, Namjoonie.

El nombrado no necesitaba girar para saber de quién se trataba. Podía distinguir su olor entre miles y siempre la parecería el más delicioso.

—Tampoco me estaba escondiendo de ti —giró sin bajar el libro que tenía hasta ahora su atención, sonrió de manera dulce ante la presencia de su omega.

—Me alegra escucharlo. Sabes que te iría muy mal si algún día lo haces.

—¿Aunque me estés buscando para golpearme?

—Por más enojado que esté, debes quedarte ahí —Seokjin se agachó con una sonrisa ladina, besó los labios del contrario siendo correspondido sucesivamente—. ¿Deberíamos hablar sobre el tema de tus padres?

—No, Jin. No pienso cambiar de idea.

—Pero, Joonie —sus labios se abultaron en un puchero que derritió el corazón del alfa, aunque no logró convencerlo.

—Sólo será una comida, no tienes porque temer.

—Ash —Seokjin tomó asiento a un lado suyo, pero aunque fingiera molestia no podría estarlo por mucho tiempo.

Instintivamente se había metido entre las piernas de Namjoon, quedando sentado en medio y dejando caer su cabeza en el pecho del alfa. Esa se había convertido en su posición favorita, tenía la sensación de protección y amor que le brindaba.

Aunque el día fuera frío, no les impedía estar sentados sobre el césped rígido. Además, el castaño siempre llevaba una manta cuando salía a leer en esa parte del campus, quedaba refugiado bajo la sombra de los árboles y ahora que lo compartía con Seokjin, la sensación era amena.

Ya no tenía que estar solo, no más. Esas fueron las palabras de su ahora Omega.

—¿Qué lees?

—¿Quieres hacerlo conmigo? —el alfa acomodó sus lentes y reprochó la sonrisa lasciva del contrario—. No me refiero a eso, Jin.

—Ya lo sé —bufó decepcionado e hizo que Namjoon acercara el libro ante la vista de ambos—. ¿Ideas de la geriatría? ¿Es enserio, Nam?

—Sabes que me gusta obtener conocimiento de diferentes temas.

—Entonces yo también —el pelinegro le seguía la lectura con la vista, aunque eso duró poco—. ¿Sabes qué? Mejor tu me lees mientras yo tengo una siesta.

Antes de que Namjoon lo notara, el omega con olor a vainilla ya se había recostado a un lado suyo, logró acomodar sus brazos para apoyar su cabeza y sentir el aire fresco en su rostro.

—Espera, ¿no tenías una clase próxima?

—Si, pero no es como si fuera importante. Sabes que no me gusta asisitir a las aburridas clases que mi papá insite que tome.

Namjoon suspiró con una sonrisa, parece que Seokjin jamás cambiaría ese lado rebelde con el que insistía desafíar a su progenitor. También sabía que lo que abundaba en el omega sólo era pereza, ya que tenía una increíble memoria y no andaba para nada perdido en los temas de su carrera.

—Está bien. Pero ven aquí —golpeó su propia pierna y jaló del brazo al pelinegro, devolviéndolo a su lugar de inicio—. ¿Mejor?

—Claro que sí —Jin suspiró y se acomodó en el pecho ajeno.

Namjoon leía en voz alta mientras que con una mano le acariciaba el cabello suavemente, acción que lograba relajar al omega.

—¿Puedo llevar a alguien?

Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora