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Durante la jornada laboral, Seokjin se mantuvo ocupado con la nueva propuesta que tenía en pie. Quería obtener el contrato con una marca distinguida, y para ello puso a trabajar a su área creativa al igual que él mismo.

Ese contrato era lo que necesitaba para demostrarle a su padre que tenía lo suficiente para ser el CEO permanente. Y lo lograría a cualquiera costo.

—En mi opinión debiste quedarte más tiempo en casa.

—No puedo hacerlo cuando tengo al fin una oportunidad para entrar al mundo de los negocios —respondió entusiasmado al caminar por toda la empresa en compañía de su hermano—. Jimin ¡Esto será lo que me llevará a la cima! Le demostraré a Seojoon que puedo cerrar un contrato así de importante. Además, ya fueron muchos días en casa. Soy un perezoso pero en momentos así debo relucir mis dotes.

Su hermano menor estuvo de acuerdo, su humor había mejorado y eso daba buenas señales. Incluso Seokjin evitaba gritarles a los empleados y ni siquiera los notaba, mucho menos las miradas curiosas que le daban al poder percibir el dulce olor a vainilla del CEO.

—Oh mira... Es Nam... —Jimin paró imitando a su hermano, ambos quedaron quietos pero ahí notó la sonrisa de su hyung—. ¿Qué pasa?

Seokjin no respondió, se quedó mirando lascivo al alfa peligris que no pasó desapercibido. Ahora eran más la atención que recibía de las y los omegas, su olor a café llamaba la atención a cualquiera y eso a Seokjin no le agradó.

—¿Debería despedir a quienes se atreven a mirarlo?

—Hyung, eso ya es demasiado —reprochó a las ideas de Seokjin, pero aún así no se las sacó de la cabeza—. Jin... Por favor. Es normal que atraiga mucho la atención. Es un alfa guapo, amable, inteligente, dueño de su propia compañía y con un olor atrayente. Es decir... Hasta yo podría fijarme en él.

—¿Qué? —el mayor elevó una ceja de forma interrogante, sacándole risas a su hermano rubio.

—Podría. Pero no porque es el destinado de mi hermano —aclaró antes de que piense mal.

Nuevamente sus miradas se detuvieron en Namjoon, que iba pasando frente suyo y sin notarlos. Ahí Seokjin curvó sus labios en una sonrisa coqueta y deja do salir un poco más de su olor dulce. Instintivamente el alfa giró a su dirección, arrepintiendose de inmediato al ver como el pelimorado sonreía.

—Bonita retaguardia señor Kim —las mejillas de Namjoon se calentaron y prefiero aumentar su paso para entrar al elevador, ignorando las palabras del omega.

—Jin hyung, qué ganas coquteandole a Namjoon

—Nada... Absolutamente nada —aceptó con una sonrisa alegre—. Bueno, si. Si gano algo y es ponerlo nervioso

—¿Este es tu plan de reconquistación?

—Así es —habla sin despegar la vista de por dónde el alfa huyó—. Si no lo convenzo con palabras bonitas, entonces será con el mejor sexo que haya recibido.

—¡Jin hyung!

El mayor estalló en risas y su hermano cubrió sus oídos para no tener que oír más de sus locas ideas. Pero tan pronto como lo hizo, la risa característica de Seokjin paró y entonces lo miró en busca de una respuesta.

—No lo puedo creer...

—¿Qué? ¿Qué cosa? —Jimin miraba por todos lados en busca de lo que su hermano veía.

—Jung Hoseok.

—El mismo de siempre, cariño.

Fue entonces que Jimin quedó perplejo, mirando la enorme sonrisa de su hyung al por fin notar a su amigo alfa llegar con su hermosa sonrisa. Ambos omegas miraban incrédulos la presencia del alfa, seguía siendo el mismo pero su aura era más radiante que nunca. Se había dejado crecer su cabello ahora castaño, teniéndolo ondulado el cual combinaban perfectamente con sus finas facciones. Tenía la misma altura que Seokjin, pero en sus cuerpos se notaban más los hombros anchos de su hermano y en su amigo las trabajadas piernas. Por algo era un bailarín profesional.

Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora