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—Park Seokjin, ¿a dónde crees que vas?

El nombrado paró en seco, se supone que iba a hurtadillas para no ser descubierto por su hermano, sólo que no contaba con la presencia de su mejor amigo. Y eso que se la pasó ignorando el tema de Namjoon cuando Hoseok intentaba preguntar.

Pero el alfa quería saber la verdadera razón por la que defendió a un chico como él.

Si, es cierto que Seokjin nunca había humillado a alguien que se le acercara para pedirle una cita, y mucho menos rechazado algún regalo que le dieran, sino que los tomaba para no ser grosero y también por sentirse halagado. Pero tampoco se había comportado tan salvajemente según Hoseok, defendiendo a un chico con que él que apenas había hablado. Así que las sospechas estaban sobre él.

—¡Hoseok! Hermano —abrió los brazos para darle un abrazo a su amigo, quién venía llegando en la sala después de ir por unas frituras a la cocina.

—No, ese soy yo —y Jimin apareció detrás de Hobi—. ¿A dónde vas con tanta prisa?

—¿Desde cuándo mi mejor amigo y mi hermano me espían? —Seokjin bufó y siguió su camino.

—Alto ahí —el omega paró y suspiró resignado—. Gira lentamente, así...

Seokjin hizo exactamente lo que su amigo decía, giró lento y con una sonrisa de inocencia.

—Ahora, habla.

—Ya les dije que no estén de chismosos.

—Jin hyung —el castaño lo reprimió con la mirada y eso fue suficiente para su hermano, quién tomó asiento en el sofá con pereza.

—Creí que tú papá te había castigado.

—Y lo está. Por eso no entiendo a dónde va a esta hora.

—Ey, no me la voy a pasar encerrado todo el fin de semana en casa.

—¿Y por qué no me lo dijiste a mí? Siempre salimos juntos —el único alfa presente formó un puchero, haciendo reír al omega castaño y ganándose el reproche de su amigo.

—No seas dramático.

—Jin...

—Bueno, bueno... —intentó buscar una buena excusa, pero fuera lo que fuera, sabía que no se lo creerían—. Iba a encontrarme con alguien.

—¿Tienes una cita, hyung?

—Claro que no —y así decepcionó a su hermano. Jimin ya se había emocionado al imaginar que saldría al fin con alguien para algo serio.

—¿Entonces? —Hoseok elevó una ceja, ya sabía a qué se refería exactamente—. Es por él, ¿no?

—¿Quién?

—Un alfa que estu... —antes de que terminara la frase, Seokjin le tapó la boca y sonrió nervioso.

Odiaba que su amigo fuera un chismoso como él.

—Nada, Jimin. ¡Nada!

—¡Seokjin! —el alfa logró separarse y respiró agitado, cómo si en verdad el omega hubiera querido asfixiarlo. Bueno, tal vez sí.

—Miren, mejor cubranme con mi papá, volveré temprano.

—Son las 7 —Jimin sabía que con eso se refería hasta la madrugada.

—Jimin, hermanito de mi corazón —éste negó y Seokjin bufó, al parecer no daba su brazo a torcer.

—Bueno, sólo le dices que no sabes dónde estoy. Así no te regaña a ti también.

—Le diré que te escabulliste frente mío sin decirme nada.

—¡Pero Jimin!

El omega hizo una pequeña rabieta como un niño que no obtenía su dulce, incluso en su olor se comenzaba a notar algo de nerviosismo y ansia.

—Ok, puedes irte. Pero no pienso cubrirte.

—Yeh...

—Pero... —y el omega dejó de festejar. Odiaba los peros—, cuando regreses me contarás todo.

—¡Y a mí también!

—Si, si. Como quieran —rodó los ojos y se acercó a la puerta—. Ahora sí, adiós perdedores.

—¡Jin!

Seokjin salió riendo a carcajadas y subió al taxi que pidió. Miró su rolex y faltaba poco para el encuentro planeado. De su boca salió un suspiro que se transformó en una bella sonrisa de felicidad.

Hace tanto que no había sentido la emoción invadir su cuerpo de saber que vería a alguien, y había sido solo por una persona.

Su madre.

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El intenso aroma de nervios se podía sentir por toda la habitación, hasta a Namjoon ya le parecía algo exagerado pero tampoco podía controlar su nerviosismo.

No era la primera vez que se vería con Seokjin a escondidas, llevando esa extraña relación sin título. No eran novios pero tampoco amigos con derechos, prefería llamarlo "citas", donde se encontraba saliendo con el omega de sus sueños para saber si podrían salir juntos oficialmente, dependiendo si lograban ser el tipo ideal del otro.

Cuando el timbre al fin sonó, Namjoon se apresuró a abrir la puerta, siendo cegado por la bella sonrisa del omega frente suyo.

—Viniste...

—Claro que sí. ¿Por qué no lo haría?

Namjoon se hizo a un lado y lo dejó pasar, ambos tomaron asiento en el sofá de la pequeña sala. El ambiente era cálido a pesar de encontrarse a mitad del bosque, pero la cabaña era acogedora. El mejor lugar para Seokjin quién se refugiaba del mundo exterior cuando lo necesitaba. Un regalo de su difunta madre.

—Llegué a pensar que tú papá no te dejaría —el alfa no sabía cómo comenzar una plática, siempre era Seokjin el que comenzaba con los besos y dejaba la charla para después.

—Bueno, tampoco es como si le pidiera su autorización —rió descarado y se acercó más al alfa—. Ya sabes, más vale pedir perdón que pedir permiso...

No desaprovechó y besó los labios ajenos, siendo correspondido por Namjoon. Era la mejor forma de comenzar sus encuentros pasionales, pero también le gustaba quedarse hablando con Namjoon durante horas de temas aburridos e interesantes.

Cuestionar al alfa era de lo mejor para Seokjin, así comenzaban un debate que de seguro Namjoon ganaría todas las veces, pero donde recibía batalla por parte del omega y ambos terminaban con más conocimientos.

Seokjin aprendía algunos temas científicos que le aburresen, pero que con el alfa se le hacían los más interesantes. Y Namjoon aprendía como diferenciar una marca de ropa original, todas esas cosas de gente millonaria que no le encontraba interés, pero que amaba escuchar al omega hablar sobre ello.

¿Por qué? Simple, amaban hablar de las cosas que les gusta con la persona que les gusta más.

—Namjoon, espera...

El alfa se alejó del cuello ajeno, respiraba con dificultad al tener el libido alto en ese preciso instante. Seokjin lo detuvo justo cuando estaban por comenzar una noche segura de sexo salvaje.

—¿Qué pasa?

—Primero debemos hablar de algo.

Namjoon lo miró atento, comenzaba a preocuparse ya que Seokjin nunca lo detenía y mucho menos lo miraba con tanta seriedad.

—¿S-sobre qué?

El omega sonrió en grande. Ya lo había pensado por mucho y llegó a una conclusión.

—Quiero que pases mi próximo celo conmigo...



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Con Aroma A Café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora