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El frío del norte era implacable, el viento soplaba en nuestros rostros y era similar a un montón de dagas acariciando la piel.

Madre no deseaba quedarse mucho tiempo aquí, por lo que pidió de inmediato que se trajera a mi prometida.

Ya sus maletas estaban aquí, pero ella no y por lo que se, es la segunda vez que logra escapar.

A lo lejos se escuchaban unos gritos agudos. Cambio mi peso de un pie al otro, expectante de lo que vería a continuación.

—¡Sueltenme malditos idiotas!

Dos guardias se acercaban intentando retener a una joven que luchaba contra ellos por liberarse.

—Tendrán que dormir con un ojo abierto esta noche porque yo misma iré por ustedes. —forcejeó, hasta intentó morder a uno de ellos.

—Me temo que eso no será posible, hoy mismo marcharemos a la fortaleza roja. —noté el miedo en su mirada ante las palabras de mi madre.

Quiso correr pero fue imposible. Bufó exasperada.

Por alguna razón su rebeldía me era encantadora, quizá porque pensaba en el hecho de que sería interesante convivir con ella.

Tal vez el querer arrancarnos la cabeza mutuamente por alguna discusión, me sacaría de quicio rápidamente.

—Por favor Amelia, hija, la reina y el príncipe están aquí. Al menos trata de mantener la compostura. —entendía que esa mujer le tenia cariño de madre, por lo que se, su madre había muerto meses después de darle a luz.

Seguía revolviendose entre los guardias para liberarse.

—¡Yo dije que no deseaba casarme! ¡Estoy cansada de que padre siga buscando pretendientes!

—Por desgracia el deber nos llega a todos. —La chica me miró desafiante, sonreí de lado.

—Al menos puedo decir que no me ha tocado con el falso futuro rey, al menos los dioses fueron gratos en eso. —Madre no sabía que hacer o a donde mirar, en cambio yo, sonreí con diversión— Yo se que en secreto quieren hacer eso.

—Me siento halagado de que esta vez no sea yo el insultado. —el sarcasmo era obvio en mis palabras. Si pensaba eso de mi hermano ¿que podía esperar que pensara de mi?

La joven me miraba con curiosidad, no era molesto pero me generaba intriga.

Aun así mantuve la mirada, no había duda de que era toda una belleza del norte, salvaje como ninguna, en un buen sentido. Me refiero a si espíritu.

Sus ojos pasaron por toda mi cara, incluido el parche. No comprendí que fue lo que paso dentro de mi cuando se detuvo en mis labios por un pequeño instante.

—Por tu apariencia eres a quien se referían mis damas, pero no comprendo ¿Donde esta ese monstruo horrible y despiadado que tanto describen? —dijo mientras se acercaba a mi, hundió su dedo índice en mi abdomen, la diferencia de altura eres notoria provocando que mirase había abajo— No creo estar viéndolo o quizá tienes un gemelo malvado. —esto tiene algo de gracia, tengo que admitirlo. Pero, ¿porqué nada de lo que dice me enoja? Me tiene anestesiado.

—O quizá deba cortar la lengua de todas esas muchachas por hablar así de su principe —habló mi madre con bastante enojo. Amelie la observó con una sonrisa.

—Nos haría un favor a todos. Hasta creo que puedo escuchar sus voces hablando con secretismo justo ahora.

Volvió a mirarme, yo seguía sin mover un solo músculo o decir una palabra. Estaba listo para lo siguiente que ocurriera.

✨Aemond Targaryen✨ One shots Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora