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Llevo toda la noche huyendo de mi prometido y su boca borracha. Es insoportable sobrio pero en este estado es asqueroso y quiero mantener sus manos lejos de mi.

Tal vez con un poco de suerte ya esté muy mareado para ir detrás de mi.

Es molesto pensar que me ve como un trofeo o más bien un premio por su excelente labor con el reino.

Y la jodida reina no tenía mejor cosa que hacer que ser casamentera. Si tantas bodas quiere, que se case ella.

Lo siento, pero no puedo ver a la reina Alicent con una sonrisa. Solo ver su cara me recuerda que estoy aquí por su culpa.

Se que en el Valle no tengo a nadie esperándome, mi dulce amor por desgracia falleció y tampoco pude llorar su muerte como quisiera, meses después Alicent organizo toda esta porquería.

No importa cuánto me negué, mi palabra no es más importante que la de una reina.

Incluso la princesa Rhaenyra se acercó a hablar conmigo pero solo habló de si misma comparándose conmigo, solo puse los ojos en blanco y me fui sin decir nada.

Al menos ahora tengo un juego divertido de miradas con el principe Aemond.

Él se mueve por el lugar y me tomo la tarea de buscarlo aunque no lo quiera haber. Y entonces me encuentro con que él está mirándome y sonríe.

Mi madre se da cuenta y me reprende por lo bajo.

––Mi prometido está manoseando a las criadas y yo no puedo jugar a las miradas tontas.

––No es igual, debes tener cuidado.

––Si madre. ––Simplemente me alejo y voy en busca de algo para beber y comer.

Me da un poco de envidia que el resto de damas prometidas se vean bien al lado de sus futuros esposos. Ya sea porque fingen o porque en verdad les sienta bien, al menos ponen buena cara.

––Parece que la celebración no es de su agrado. ––La voz repentina en mi espalda me asusta.

Me giro para encontrarme con el príncipe Aemond. Hago una reverencia.

––Si no estuviera aquí por la razón por la que estoy, sería muy distinto.

––Comprendo.

El principe se me queda mirando por un extraño y sospechoso momento. Es imposible saber que piensa.

Su mirada puede expresar tantas cosas pero en realidad puede que no haya nada en su cabeza. Quien sabe.

––¿Podría tener el nombre de tan hermosa dama?

Dioses, esa sonrisa coqueta. Creo que algo dentro de mi se removió.

Ahora esa mirada pícara esconde algo.

––Alenna Arryn. Encantada de conocerlo al fin mi príncipe, he oído mucho sobre usted. ––Besa el dorso de mi mano.

No puedo evitar sonreírle. Sus gestos solo me invitan a quedarme allí y buscar más.

––Por su apariencia tan pulcra supongo que es una de las prometidas a los lores que mi madre quizo honrar por sus esfuerzos para con la corona.

––Si, supongo que luzco como un bonito obsequio.

––Admito que no es de mi gusto pero aún así se ve hermosa. ––El principe me dedica una sonrisa. Debo admitir que sabe sonreír y hasta seducir sin quererlo.

––Es del gusto de mi madre. En la vida me habría puesto algo tan horroroso pero solo debo superarlo por hoy.

––Si quieres puedo ayudarte un poco con la carga de llevar el vestido, aunque no te aseguro que el peinado quede intacto, mi señora. ––Al príncipe se le dibuja una sonrisa algo pícara y juguetona.

✨Aemond Targaryen✨ One shots Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora