Caminaba por un pasillo directo a los aposentos que compartía con mi amada esposa, Maegelle Targaryen.
La luz de mi vida. La única que es capaz de hacerme pensar tales cursilerías.
Oh, me olvidaba de las dos pequeñas que me sostenían cada mano mientras caminan a mi lado, Rhaelle y Vaera.
Rhaelle, la mayor de las dos, es una niña preciosa, de largo cabello rubio sucio y ojos lilas con una mancha azul en el ojo derecho. Vaera, de largo cabello rubio platino, con sus ojos color indigo y una mancha azul en cada ojo. Ambas tan encantadoras, alegres y risueñas. Tan curiosas por aprender, que todo llama su atención.
Eran un torbellino, yendo de aquí a allá siguiendo a la otra. Vaera apenas aprendió a gatear, perseguía a su hermana prendiendose a su falda, haciendo que esta rabiara hasta que al fin se encariñaron y se volvieron inseparables.
Estaba completamente enamorado de mis mujeres.
Después de todo valió la pena cada día de dolor, porque había ganado una hermosa familia. Familia que ni la tormenta más fuerte podría separar.
Entramos en la habitación en completo silencio.
Sobre la cama reposaba tranquilamente Elle, quien parecía profundamente dormida, con una mano sobre su vientre. Siendo acariciada por la brisa matutina de la mañana que entraba por la ventana, haciendo ondear las cortinas.
—Vayan a despertar a su madre, pero con cuidado.
Al instante las niñas saltaron sobre la cama, llenando de besos a Maegelle, sus risas hermosas llenaron la habitación mientras veían a su madre despertar confundida.
Elle besó a cada una con amor, luego enfocó su mirada en mi y fue tiempo de que me sentada a su lado.
—¿Cómo te encuentras, amor? —Acaricié el abultado vientre de ocho lunas, su mano se posó sobre la mía.
—Algo adolorida, no veo la hora de dar a luz a este bebé.
Las niñas se entretenían jugando con su hermanito el cual comenzó a dar patadas en un costado del vientre. Rhaelle era quien reía más al hablarle y recibir una patada como respuesta.
Vaera se acomodó en el pecho de Elle mientras la observaba con cariño.
De pronto Rhaelle se quedó viéndome detenidamente. Eso me extrañó y asustó a la vez, nunca sabía con que cosa podían salir estás niñas.
—¿Cuando podremos verte sin ese horrible parche, papá? Vaera y yo nos preguntamos porqué te cubres.
Por inercia llevé una mano al parche.
Me sentía extraño al pensar en quitarmelo frente a las niñas, Maegelle estaba acostumbrada, me ha visto cada día sin el, pero las niñas... No quería que vieran al horrendo monstruo, el parche al menos tapaba un poco de esa fealdad.
La mano delicada de mi esposa tomó la mía y presionó un poco.
—Te amaremos de todos modos, siempre será así, queremos amarte por quien eres en realidad. —Agregó Rhaelle. Ella no era conciente de lo importante de sus palabras para mí.
—Si padre, ese parche no es parte de ti. —la inocencia de Vaera era dulce— Queremos conocerte, no tienes que sentir vergüenza.
Por supuesto que sentía vergüenza, nunca había superado el asunto y en la mínima oportunidad tomé el ojo de mi sobrino. Es aún peor cuando sentí que aquello me había dado paz, aún la sentía, no tenía culpa por ello.
Miré a las niñas una vez más, parecía mentira estar viendo a dos pequeñas de cinco y cuatro años, parecían adultas en miniatura.
Lo pensé por un momento, pero no pude. No soporté la presión y con brusquedad me levanté de la cama para salir de la habitación.
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✨Aemond Targaryen✨ One shots Vol. 1
DiversosLo siento, me enamoré del tuerto Fecha aproximada de publicación 23 de noviembre del 2022