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―Ven para acá y dale un beso a tu padre. Estoy seguro de que no te veré en todo el día. ―Me conoce tan bien que sabe que voy a perderme por el castillo o en la biblioteca si es que me aburro.

Beso su mejilla y doy un abrazo apretado. Tan apretado que el emblema del faro y la llama queda estampado en mi mejilla. Maldito broche, siempre olvidó que lo lleva justo ahí.

―¿No vas a ver al abuelo? Seguro que quiere verte.

―Si, pero es probable que esté en una reunión importante de lo contrario hubiera salido a recibir a su nieta favorita como siempre. Cuando sepa que está desocupado iré con ustedes y la tía.

―Esta bien. Diviértete ―recibo un beso de despedida en la frente.

Me doy la vuelta y allí se encuentran mis dos damas de compañía.

―Deja de babear por mi padre, Zeline. No quiero una madrastra.

―Sir Gwayne es tan lindo. ―Mi expresión le hace saber que no estoy bromeando― Lo siento. Además, sería un poco frustrante para mí porque nunca podría superar el amor que siente por su chica favorita. ―Eso me hace sonreír con ego, por supuesto que nadie podría desplazarme ni tampoco el amor que padre sentía y siente por mamá.

―Solo una tonta creería que tiene oportunidad de cautivar el corazón de Sir Gwayne. Harías bien en recordarlo ―dice mi otra dama.

―Lo dices porque tú tampoco lograrás que se fije en ti.

―¡Oigan! No las escucharé pelear por mi padre ¿Qué carajos? ―Ambos se avergüenzan y sonrojan.

Ambas son todo un caso, llevan "enamoradas" de mi padre desde que fueron enviadas a Antigua para servir a mi casa como mis damas de compañía.

En ese entonces él las trataba como a hijas pero crecieron y mi padre no es tonto, se da cuenta de ciertos detalles.

Ciertamente encontraba este castillo más acogedor hace años. Tenía algo diferente pero seguro es solo mi percepción por no haber estado aquí hace más de siete años.

Recorremos cada lugar y agradecemos cuando sirvientes nos ofrecen fruta o vino.

A pesar de que trato no delatarme, miro a todos lados esperando ver a alguien en especial.

Se que no lo veo hace siete años pero, ¿Cuántos principes de pelo plateado con un parche en el ojo izquierdo hay? Seguro que voy a reconocerlo.

Mientras tanto, trato de no dislocarme el cuello buscándolo.

No quiero que mis damas se den cuenta, solían llenar mi cabeza de esperanzas y sueños tontos y luego lloraba cuando me daba cuenta de que nunca sucedería ¿Cómo por qué nuestras familias lo permitirían?

Después de todo él es mi...

Oh, por todos los dioses. Es ese que está ahí, tan alto y elegante.

Luce tan intimidante e imponente con esa mirada sería, diría que incluso llega a ser penetrante si te mira por más de lo que uno podría soportar.

Mi corazón late desbocado y siento la respiración atascada cuando se fija en mi.

Parece reconocerme al instante y mi tonto corazón da un vuelco cuando veo que se disculpa con quién está hablando para venir en mi dirección.

No digo nada, no se cómo referirme a él después de tanto tiempo, aunque es un poco contrario a mi acción. Lo abrazo con fuerza.

Él tarda un poco pero me devuelve el abrazo.

Me aparto sintiéndome algo cohibida y fuera de lugar por haberlo hecho.

Mis ojos miran a los lados, rezo para que todos piensen en esto como un reencuentro de viejos amigos y un impulso de joven sentimental. El principe saluda a las dos chicas.

✨Aemond Targaryen✨ One shots Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora