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—¿Por qué el me hizo eso, Aegon? ¿Porque Aemond me engañó de esa manera tan cruel? —sorbia su nariz mientras dejaba salir lágrimas a mares —No he hecho más que amarlo y velar por él cada día, y ahora se que está esperando un bastardo con esa puta bruja. Que de hecho no es el primero.

La princesa se deshacía sobre la mesa hecha un mar de lágrimas. Copa tras copa la cosa parecía empeorar.

—Se que no soy el mejor ejemplo y hasta me resulta extraño decirlo, pero, no creo que debas seguir bebiendo. —Aegon realmente estaba preocupado por su cuñada— No es bueno para el bebé y menos en esa cantidad— aunque comparado con él, lo que había bebido era como un vaso de agua a su lado, la diferencia es que ella nunca a tomado en su vida.

—¿Por qué no? No está pasando nada malo... Además de mi miseria claro —agregó con tristeza, se echó a reír mientras lloraba. —Si tengo suerte también se morirá al igual que esos bastardos. De todos modos no creo que le afecte.

—No hables así de mi pequeño sobrino. Te aseguro de que Aemond se sentirá muy mal si algo te pasará a ti y al bebé, también me afectaría.

—Aemond ya ha pasado por el luto de perder a otros bebés con esa mujer, no le será tan difícil y tú... Por todos los dioses, no estuviste junto a tu esposa ni siquiera en el día del parto ¿De que mal me estás hablando?

—Ouch, tal parece que te conviertes en una perra cuando bebes. —aquellas palabras no afectaron a la princesa.

Se detuvo un momento en sus pensamientos antes de volver a llorar.

—Me hizo creer que era la mujer de su vida, la única capaz de tenerle —aclaró su garganta— Y entonces ella llegó, y no pude hacer nada.

Aegon podía jurar que sentía como su corazón se estrujaba, no era común que simpatizara con nadie. De hecho adoraba burlarse para tapar su dolor.

El mayor no tenía palabras para defender a su hermano, no encontraba la manera de entender el porque había vuelto con Alys si se suponía que estaba tan enamorado de su prima. De los dos, Aemond era el que tenía conciencia y pensaba en sus acciones ¿Qué cambió?

—¿Qué significa esto? —la voz imponente del principe tuerto hizo helar la sangre de Aegon, en cambio su esposa seguía sumergida en su mente y el alcohol o simplemente había ignorado al hombre, incapaz de poder mirarle.

—Vaera me ha pedido que la acompañe, sabía dónde iba y no podía dejarla sola. —trató de apaciguar el enojo de Aemond.

—¿Ya has agotado tu tiempo de calidad con tu otra mujer y tu pequeño bastardo, y ahora vienes a pasar tiempo conmigo? Que considerado de su parte, esposo. —escupió con rabia aún sin mirarlo.

Por un momento Aemond se congeló en su lugar, sentía que su alma se escapaba de su cuerpo por un instante y como todo parecía comenzar a derrumbarse.

Era tan incómodo que hasta el resto de presentes comenzaron a alejarse, hasta el más chismoso temía que una daga le atravesara el pecho.

—Si, ya me he enterado de tus grandes hazañas. Un alma bondadosa al parecer sintió pena y decidió que sería buena idea que supiera lo que pasaba frente a mis narices.

—Puedo explicarlo, solo...

—No hace falta, ya he sabido todo lo que debía de enterarme y no por ti, claramente. —se levantó del taburete con una firmeza sorprendente— Puedes volver de dónde sea que vinieras, no hace falta que finjas nada ya. Ya no debes preocuparte de que te descubra.

Dio un paso en dirección a la salida pero la mano de Aemond la detuvo pero antes de que pudiera decir nada, una delicada mano se estrelló con violencia en su mejilla.

✨Aemond Targaryen✨ One shots Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora