Para 0_jisel_0 🤍 Estoy segura de que no es lo que hubieras imaginado pero ni yo sé cómo terminé ahí, solo escribía y seguía yendo por un lado oscuro jsjaj.
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Me remuevo impaciente en el trono, bajo de él y camino por la sala.
Varios intentan hablar conmigo, pero no tengo ni el humor ni la paciencia para escuchar a nadie y es perfecto que solo una mirada asesina los aleje.
Llevo meses planeando el rescate de mi prometida y nada da resultado.
Es como si hubiera desaparecido por completo, ni una señal. Mis hombres no eran capaces de encontrarla y cada día siento la desesperación dominarme.
Madre no deja de repetir que lo olvide, que busque una nueva prometida, que necesito una reina y herederos cuánto antes. Pero no puedo, no puedo hacer algo así a Ellian.
Se que está esperándome dónde sea que esté.
El castillo está revuelto, la guerra no se detiene y cada día es más sangrienta y lamentable.
Pero no me detengo, seguiré destripando y torturando a quien haga falta hasta deshacerme de cada rata.
Este es mi trono, mi reino y mi mandato, y no voy a detenerme hasta destrozar a quien intente quitarmelo.
Escucho ruido fuera de las puertas y al instante me pongo alerta, no me extrañaría estar sorpresivamente bajo ataque.
Pero entonces escucho unos gritos, una voz femenina que suplica... Puedo reconocerla, es ella.
Las puertas se abren y la escucho con más claridad.
—No, no por favor —intenta escapar de los guardias, lo hace con desesperación.
Aquella fuerza se alza cuando me ve y el miedo de apodera de ella, puedo verlo en sus ojos.
Mientras los guardias se acercan, ella intenta alejarse mientras niega. Las lágrimas corren por sus mejillas.
Lleva una capa por encima pero aún así se puede ver su ropa llena de tierra y rasgada. Mi sangre hierve al ver moretones en sus mejillas y brazos.
—Mi rey. —Dice uno de ellos— Uno de nuestros informantes la ha visto a las afueras de Rocadragón mientras huía. Hemos ido detrás de Lady Ellian apenas nos lo ha dicho.
Ellian me mira con miedo ¿Por qué ese terror conmigo?
Tomo su mano y su impulso es el de intentar alejarme, pero no lo hago. Por el contrario me acerco aún más a ella y la abrazo con fuerza.
Siento como tiembla y tengo la necesidad de tranquilizarla.
—Estás aquí, estás a salvo. No hay por qué temer, amor mío.
