Mi abuelo se encontraba frente a mi. Sus ojos brillaban con un brillo inusual, y una sonrisa alentadora en sus labios.
Se acercó hacía mi, con la mayor precausión, como si tratara de acorralar a un animal indefenso. Y como si supiera que echaría a correr en cualquier momento.
Pero no correría, no. Se suponía que el debería estar muerto, eso es lo que debería suceder. Acaso había fallecido? Me encontraba en el cielo?. Observe como se sentaba en el borde de la cama, y alizaba algunas arrugas del acolchado. Se encontraba nervioso, lo sabía.- No vas a preguntarme porque estas aquí? - habló condescendiente. Más yo, sin embargo, seguía atrapada en la sorpresa.
- Mas bien, iba a preguntarte sobre el hecho de que siguieras vivo. No estoy acostumbrada a asistir a funerales de personas que luego resucitan, sabes - respondí con desdén, más él no se inmutó. Lagó una enorme carcajada, y cruzo una de sus largas piernas por encima de la otra. Ahora llevaba una mirada apacible, y la iluminación de su cara había cambiado.
- Que modales los tuyos criatura. - rió, para luego fijar su vista en el cuenco frente a mí - No has tomado nada. Hazlo. Ese golpe que llevas en la cabeza ha sido muy fuerte y peligroso. Debes tomar algo.
Al hablar del golpe, recorde todo lo sucedido. De repente ya no me importaba la historia de resurreción de mi abuelo, solo quería saber que había pasado con mis hermanos, y debía saberlo ahora.
- Luke, y Rhiat... donde estan? - mi voz tembló al hacer esa pregunta. Temiendo una respuesta que no quisiera escuchar. Pero la alegria en su rostro no cambió, y pense que tal vez, ellos se hallarían en mejores condiciones que las mías.
- Ellos estan bien Thea. Estan en el hospital. A ellos deben seguir haciendole chequeos y revisiones, pero nada grave ni de que preocuparse, recuerda que soy doctor. A ti, te traje a casa porque pense que luego de tanto estrés, despertar en un hospital no te ayudaría mucho. El golpe en tu cabeza, solo fueron algunos puntos, pude llegar a tiempo antes de que mi hijo cometiera alguna locura mayor.
La piel se me erizó, y recordé lo loco que mi padre se encontraba, al entrar en la casa junto a mis hermanos. Sus ojos se salían de sus orbitas, y en su mano llevaba una gran botella de Whisky. Y luego de eso, sería mejor no recordar. Los golpes, y las agresiones verbales, fueron tan fuertes, que no me alcanzara ni una siguiente vida para poder olvidarlo.
- Me alegra oír eso. - murmure. Al menos, habia una buena noticia despues de todo esto. Eso era lo que importaba.
Me fije con detalle en como se encontraba el Dr Parrick Micks. Mi abuelo. A pesar de ser un hombre con la mayoría de edad, estaba bien fisicamente, su cabello rubio comenzaba a empolvorearse de canas pero aún así lucía de algunos cincuentipico cuando estaba por pisar sus setenta. Y sus grandes ojos azules seguían con su intenso color azul. Nada en el había cambiado. Pero el debería haber muerto en aquel choque de tren.
- Ahora si no te importa, pequeña. Quiero que escuches una historia con lujo de detalle, sobre tu vida, la vida de tu padre y la mía. Quiero que de una vez por todas entiendas de que va todo esto. Y que es lo que verdaderamente está sucediendo contigo.
Asentí, mirando mis uñas pulidas y pintadas de un rosa palido que comenzaba a borrarse. El abrio su boca, pero no dijo nada. Suspiró y luego continuó.
- Tu padre... no es tu padre Thea. Verás, tu verdadero padre se llama Vanheing Michel. La locura de mi hijo comenzo luego de casarse con tu madre. Luego de haberse juntado y vivir juntos, de haberse casado, y luego se haber tenido a Luke. Entonces tu padre tenía la familia perfecta. Una esposa, un hijo maravilloso, y una casa. El comenzo a trabajar de medico al año, pero la avaría de querer obtener más lo llevo a estudiar al extrajero, para obtener mayor experiencia y obtener un cargo mayor. Tu madre... en esos años que tu padre estuvo fuera, cometió muchos errores. Comenzó a verse con el doctor Vanheing. Y entonces luego naciste tú. Tan fragil y hermosa. Tu padre estaba embelezado contigo. Pero tu madre no podia ocultarle esa gran mentira. Asi que le admitió haber estado con Vanheing, y que tu eras hija de el. MI Hijo, se volvió loco. Pero hizo todo porque tu madre no se fuera. Intento perdonar sus errores y aceptarte como hija. Pero el ya estaba enfermo. Se había vuelto loco. Aun asi, tu madre. Por la culpa, decidió seguir quedandose junto a él. En los años a medida que ibas creciendo mi hijo, intento formular un líquido que curara todas sus celulas cerebrales enfermas, para lograr borrar de raíz a su enfermedad cerebral. Y antes de probarlo en él... lo probó en ti. Para estar seguro que no era riesgoso. Estuve en ese momento. - sus ojos se apagaron - para firmar los documentos de muerte por si llegara a pasarte algo. Me culpo de eso, Thea. El era mi hijo, y en ese momento su manipulación me llevó al borde se la desesperación, veía como mi hijo se derrumbaba en una tumba que tu madre habia cavado para él. Y no quería ver a mi hijo sufrir. No quiero que me entiendas...
>> Pero quiero que comprendas la situación. Por suerte, el líquido no te hizo el daño que creíamos que te haría. Más, si... hizo un raro cambio en ti, en tu personalidad. Pero no logramos notarlo hasta tus siete años. Donde eras dos personas diferentes cada día. Aün recordabas ese extraño acontecimiento en el laboratorio, asi que a mi hijo se le ocurrio la idea de crear un falso accidente de tren en tu mente, en el cual me encontraba contigo. Para justificar tu cambio. Tu madre lo acepto, sin enterarse de lo demás. Y sufres un trastorno de personalidad. En donde todos estos años desaparecido, intente recrear el líquido que te sanara por completo. Estoy muy arrepentido, Thea. De verdad, lo siento mucho.
Estatica, entre las delgadas sabanas. Me costaba respirar. Tanta información, toda junta. De sopetón se había ingresado en mi cerebro.
Suspire, frotando mis manos con brusquedad mientras trataba de hallar un hueco en mi mente, y así poder simplificar la información.
- La verdad, sin ánimos de ofender señor Micks... me agrada mucho la noticia de no ser su nieta.
El rió, alegre mientras negaba con la cabeza.
- Puedes seguir llamandome abuelo, Thea querida - froto su entrecejo, y luego miró hacía la esquina de la habitación - no dejes que los errores de los mayores... arruinen tu vida más de lo que está.
Lo miré con recelo, mientras revolvía aquel líquido vizcoso dentro del cuenco. Su olor ácido llego nuevamente a mis narices. El levantó una ceja, cuándo fruncí mi nariz ante el olor.
- Lo tendré en cuenta.
Me recosté con cuidado nuevamente en la almohada. Y él se levantó con sigilo.
- Vendrán a verte tus amigos Thea. Los he visto en la clínica en la mañana cuándo estaba junto a tus hermanos. Me iré a verlos nuevamente, tu madre no ha aparecido aún. Nos vemos luego criatura. En el comedor te he dejado el desayuno preparado. Tomate eso antes de que se enfrié, frío sabrá peor.
Sonrió antes de desaparecer. El pequeño golpeteo detras de mi cien, me jodia. El dolor era agudo y fuerte. Tome de un sorbo sin siquiera saborear aquél liquido ácido, y senti mi boca desaparecer.
-AGHHH - me levante rapidamente de la cama, corriendo rapidamente hacía el baño, y juntando un poco de agua del grifo para beberla. Me alivió muchísimo.
Ya en el comedor. Encendí la TV, donde aún seguía detonando el apellido Micks. La verdad no me angustiaba para nada la noticia de que el Doctor Micks no fuera mi padre. Tal vez, muy en el fondo me asustaba la idea de que todos aquellos recuerdos buenos de el como padre fueran solo fingidos. Pero borré inmediatamente la idea de mi cabeza.
Sólo necesitaba una buena taza de té, y que no fuera de limón... ya había tenido el ácido suficiente por hoy.
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Two Pieces ©
Teen Fiction«Thea tratará de encontrarse ella misma. Y por más difícil que se lo imponga el destino, él, se encargara de que todo valga la pena, ¿pero... el amor será suficiente?»