Capítulo 39

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Desperté. Algo dentro de mí me había avisado que había dormido lo suficiente.

Abrí poco a poco mis ojos, tratando de estabilizarme a la luz proveniente de el gran ventanal de vidrio. Observé las abundantes nubes en el cielo de la mañana.

Recalcule todo lo sucedido, y recordé. Estaba en cama de Terrens. Voltee a verlo prácticamente enseguida, enrollado en las sabanas, mientras yo apenas podía taparme con una fina manta. Tragué una fuerte carcajada, observandolo dormir placidamente boca abajo, con una de sus manos debajo de la almohada.

Sus facciones estaban tranquilas, al igual que todo él.
Me despoje de la única manta que me cubría y corrí hacía donde se encontraba mi ropa interior. El buzo de Terrens tirado en el suelo , lo introduje por mi cabeza y agraciadamente llego un poco mas debajo de mis caderas. Cubriendo lo necesario.

Caminé con cuidado de no hacer algún alertante sonido, y me escabulli dentro del baño.

Decidida a tomar una nueva ducha, para así iniciar un nuevo día. Me encontraba extrañamente relajada. Cómo si hubiera ingerido cierta dosis de pastillas calmantes, y todos mis sentidos descansaran.

Tararee infinitas y mezcladas canciones mientras enjabonaba mi cabeza, y la espuma del shampoo comenzaba a caer sobre mis hombros.

Una vez terminado mi aseo, abandoné el remojo en lluvia artificial, y volví a colocarme lo mismo. Aspire el aroma de Terrens impregnado en la tela. Y me observé en el espejo mientras cepillaba algunos invisibles nudos de mi cabello.

Apagué el calefactor, y salí del cuarto de baño rumbo a la cocina.
En mi trayecto por los pasillos observé cada cuadro, cada artesanía e foto familiar que se hallaban colgadas en las paredes.

Distraída choqué con algo, ó más bien con alguien, que se interpuso en mí divina trayectoria.

Él estaba frente a mí. Con tan sólo unos boxers verdes de Calvin Klein, y su mirada confundida, perfectamente dormido. Tenía sus ojos verdes achicados entre sus finas y largas pestañas mientras me observaba. De a poco, una pequeña mueca se transformó en una sonrisa, y sentí mis mejillas arder.

Despegó sus labios y habló. Enderezandose, y estirando ambos brazos hacia distintos lados de su cuerpo; - ¿Siempre te levantas temprano?, tendré que atarte el pie a la cama. En todo caso, para poder sorprenderte con algún desayuno. Me la haces tan difícil Thea.

Río entredormido. ¿Éste hombre quería que me derritiera? Su cara de recién levantado, su pelo negro revuelto y desordenado, y su risa. Mala combinación para alguien que intenta permanecer en la abstinencia del amor. Ó de derretirse por pequeñas acciones.

Con el mejor tono sarcástico continúe - Las mujeres preparan el desayuno en la vida real, cariño. Él que los hombres se dignen a mover su trasero y esforzarse a cocinar, sólo pasa en la ficción. Es casi cómo un mito, que corrió de boca en boca...

Alzó ambas cejas, fingiendo o no estar ofendido, mientras cruzaba sus fuertes brazos sobre su pecho descubierto. Sus tatuajes resaltaban cómo el sol en su piel blanca -  Déjame decirte, que hace tiempo me dijeron que no soy la clase de chicos que sigue al resto. Digamos que sí quiero o no prepararte algún aperitivo, sea o no comestible, lo haré. Al carajo la creencia femenina, lo sabes.

- Creencias ciertas. Todo es muy lindo al comienzo, todo flores, corazones, chocolates, bla bla. Asco - Hice una mueca al nombrar todas las cursilerías que eran capaces de hacer los "chicos enamorados", y que las mujeres aceptaban embelezadas. Puaj, siempre odie el romanticismo a ese grado. "Cuchurrumí" "Osito" "Bebé" , ¿Acaso no podían lucir más fragiles e inútiles?  Me revolvia el estómago pensar en, alguna vez, convertirme en una de esas chicas que aceptan peluches, chocolates y todo ese estilo de cosas. Lo aborrecia. Sin ninguna razón aparente, pero lo hacía- Y  luego viene el "Querida, salgo con los chicos" "Chiquita, me fui a jugar al fútbol", "Tenes manos, no sos manca, podes hacerte las cosas sola" y ahí terminan las relaciones. Cansados, exhaustos con la rutina, aburridos. Por qué lo dan todo a primera instancia. Al segundo de conocerce ya se dicen te quiero, lo demuestran a tal grado que llegan a obsecionarse con la persona. Pero no es amor.
>> Amores eran los de antes. Donde utilizaban las cartas hechas a puño y letra. Con infinidades de poemas, y lo que se sentía se declaraba. Hoy recibes un Whatsapp, tanto cómo para iniciar una relación, cómo para terminarla. Siempre odie las redes sociales, por eso nunca me he instalado en ellas. El internet ayuda muchísimo, pero no te ayuda con tu vida social. Sí, puedes tener miles de amigos por Facebook, Twitter, pero, no hablaras con ellos cara a cara, no compartiras tardes...

Two Pieces ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora