Capítulo 48

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La habitación se hallaba vacía, apenas un pequeño rastro de luz alumbraba escasas partes del cuarto gracias al pequeño velador a mí derecha. Era el cuarto en donde había crecido. Donde había creado recuerdos y memorias de mi niñez.

La puerta se abrió, revelando a una chica rubia, no pude observar su rostro, ya que lo tenía oculto, tapándose con la misma gorra de su sudadera. Traía unos pantalones azules desteñidos, y unos borcegos altos de color crema. Una holgada remera de brillos, con dibujos de hojas verdes cayendo en el aire, y su sonrisa, que era lo único que podía observar de su rostro, brillaba, tenuemente en la penumbra.

- No pensé que ganarías- Su voz retumbó en mi cabeza, tan intermitente y segura. Tan conocida y escuchada. Su sonrisa creció, y sus manos se apróximaron a su cabeza, retirando la gorra de ella y reveleandome su identidad.

Thea. Ella era Thea, yo soy Thea. Me estaba observando a mí misma. La puerta volvió a abrirse, y otra chica se adentró. Vestida de negro, con sólo su playera a color, donde gratamente podía leerse en grandes letras rojas ''The Cloud''. Quitó el gorro de su cabeza, revelandome también, que se trataba de otra yo, totalmente diferente. Ambas distintas. Una sumamente extrovertida, y la otra, seria, pensativa. Con la incomodidad implantada en su rostro.

Volteé mi vista hacia mis piernas, comprobando que seguía siendo yo misma, viendo cómo mis pijamas de flores verdes seguían ahí. Ésto no debía ser más que algún sueño.

- ¿Quienes son?... En realidad, ¿por qué estoy soñando ésto?- murmuré, sin quitar mi vista de los dos clones de mí, que se debatían a quedarse de pie. Observandome cómo si fuera su enemigo.

- ¿No lo sabes? Nos has ganado sabelotodo- Respondió la rocker, girando una de sus manos con desdén. La simpática a su lado rió, cómo una foca con sinusitis para luego abrir sus labios, repletos de kilos de brillo labial.

- Haz hecho una buena partida, sabes. Aunque ha sido lindo poder participar- Retrucó la versión ''femenina'' de mí.

- ¿De qué están hablando?- balbuceé, casi perdida en pensamientos que comenzaron a flotar por la habitación, nublando la poca capacidad de pensar con claridad que me quedaba.

- Terminaste con nosotras. Ya lograste definir quién realmente eres. Tenemos que admitir que en gran parte fue gracias a ti misma... pero hay varias personas incluídas en la lista que lograron sacar ésta parte nueva en tí. Y por lo tanto, logrando extinguirnos- respondió con un intento de sonrisa, la Thea rocker. Comenzando a dar vueltas por la habitación, observando con detalle las fotografías de encima del escritorio.

- Podrás decidir por ti misma, siempre. Serás la misma cada día de tu vida. Lograste definir tu verdadera personalidad, y nos sorprendió que no fuimos ninguna de nosotras... Si no, una nueva tú.- retrucó la de jeans, sentandose a mi lado en la cama.

- ¡Thea!- Exclamó la rocker, girándose hacia nosotras. Ambas, sentadas en la cama giramos con rapidez hacia su mirada.

- ¿Qué?- exclamamos a unísono.

- Ella seguirá teniendo un poco de nosotras en su interior... sólo que predominará su nueva personalidad.- respondió Thea rocker, tomándo un pequeño CD de Metallica que se encontraba en el escritorio, y observándolo con cariño.- ¿Recuerdas el día en que compramos éste compacto?, estuvimos por semanas enteras escuchando una y otra vez cada canción.

- Sí - sonreí inquieta. Era un recuerdo que estaba algo cubierto de tierra, pero que aún así, seguía intacto en mis pensamientos. - Al igual que el CD de Queen... Valla a saber lo rayado que lo hemos dejado de tanto reproducir sus canciones.

- ¿Y de cuándo nos compramos nuestra primera falda? Valla que hemos captado la atención de todos en el instituto, eh- la Thea rebosante de brillo labial interrumpió nuestra conexión, enroscando un mechón de su cabello entre sus dedos, y su mirada perdida en el cabezal de la cama, con una gran sonrisa.

Frunci el ceño ante su recuerdo, también tratando de rememorar aquél día, y viendo cómo Thea Rocker se retorcia de aborrecimiento, mientras hacia muecas de disgusto con sus labios.

- Es un día que todos queremos olvidar- exclamó cerrando su negra chaqueta, y ocultando el logo de la famosa banda de Terrens. Haciendola desaparecer, cómo si nunca hubiera estado allí. Reí ante su comentario, aún perdida en pensamientos dispersos. - Es hora de irnos, rosita- murmuró graciosa, mientras se dirigía a la Thea de brillo labial sentada a mi derecha. Ésta asintió escasamente, mientras pegaba una rápida ojeada a sus uñas pintadas de rojo, y luego volteaba a verme. Sonrió apenas, antes de lanzarme un beso en el aire, y levantarse rumbo a la otra yo, que se encontraba de pie frente a mí.

- Pórtate bien, dejamos todo en tus manos- Susurró, enroscando otro mechón de su rubio pelo en sus manos y tomándo del antebrazo a la Thea Rocker para plantar un sonoro beso en sus mejillas. Ésta se apartó asqueada, pegándole un pequeño empujón, reí divertida- ¡Vamos Rockerita! ¡No le decías que no a Terrens!

- ¡Están locas!- exclamé riendo.

Todo comenzó a oscurecerse, las paredes color crema comenzaron a tomar un negro profundo, al igual que todo en el cuarto. Hasta desparecer. Y volver a perder la conciencia. Hundiéndome nuevamente en un sueño profundo.

Un pequeño tintineo de voces me despertó, el murmullo de California podía oírse desde los pasillos, y la risa pequeña y perfecta proveniente del pelirrojo enamorado. A duras penas, logré incorporarme mientras mis ojos se adaptaban a la poca calidad de luz que podía colarse por las hendijas de las ventanas.

Refregué mis ojos mientras tomaba un pequeño pote de crema de la mesa de luz. Restregué ésta por mi rostro, refrescándolo, sabiendo que eso quitaría un poco mi mirada de cansancio.

Tome las botas que se ocultaban bajo la cama y las hundí en mis pies, sintiéndome nuevamente en altura, ya que sus tacones hacían crecer algunos centímetros en mí.

Me encaminé hacia la sala, con cuidado de no tropezar en los escalones durante mi camino, aún me afectaba despertarme luego de un largo y profundo sueño.

Algo dentro de mí creció cuándo noté una camiseta encima de la gran mesa, era la camisa favorita de Terrens. 'The Ramones', ¿cómo no suponerlo?, era su banda favorita. Olía a él, a su reconfortante aroma de ropa limpia y su exquisito aroma varonil. ¿Menta? ¿Eucalipto?

Pasé de ella, viendo cómo las voces de los tortolos comenzaban a hacerse más cercanas. La cocina se encontraba reluciente, y recordé lo buen ama de casa que era California en cuánto se lo proponía.

Algo cambiaría hoy. Estaba dispuesta a luchar por Terrens. Que va, había arreglado mi lio con mi madre. Me encontraba decidida y lista.

Lista para afrontar mi situación, y mi amor por el Terrón de azúcar que prometió endulzar mi vida.

No iba a dejar que las circunstancias obstruyeran nuestro método de estar juntos. Lejos o cerca. Nos queríamos...

¿Y qué era de un té sin su terrón de azúcar?

Two Pieces ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora