Capítulo 30

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La sala de la casa se hallaba calida. Los chicos debían de haber llegado temprano. La fiesta de bienvenida de Thea no pudo haber durado demasiado.

El tipo rico que acompañaba a su madre, creía tener algun derecho sobre ella luego de tanto tiempo. No tenía ningun derecho a lastimarla. Y tampoco se lo permitiría.

Cuándo los vi entrar a ambos por la puerta, seguidos por el abuelo de Thea y todos sus conocidos,supe al instante que algo andaba mal.

Grité con frustración en la sala vacía. Ella no se merecía nada de lo que estaba pasandole.

Axiel y Dubter entraron en la sala con dos botellas de mojitos en sus manos. Sus murmullos acabaron cuándo se encontraron junto a mí.

- Lo has hecho bien, viejo - Axiel palmeó mi espalda, antes de saltar sobre el sillón y aterrizar sobre el.

Negué con la cabeza, comenzando a caminar hacía la nevera y tomar una Corona. Bebí con ansias la cerveza hasta terminar con la inmediata sed que se había despertado en mí.

- Ella había pasado por mucho. Fue injusto verlos ahí. Cómo si no sintieran la mera culpa, acaso no saben comprender? - balbucee, perdido en la etiqueta de la botella. Cómo si está fuera a darme alguna respuesta.

- A veces las personas actuan sin saber, viejo. Llevan en su naturaleza el producir dolor al otro. Sin tomar precauciones, vamos Terrens, lo hemos vivído. Los tres, hemos pasado la suficiente mierda en nuestras vidas. A dubter su madre lo abandonó con sus abuelos, y su padre es un magnate rico que no quiere reconocerlo. A mí, mi madre nunca me ha demostrado cariño, y mi padre finge que no existo. Y tú... tienes una vida tan perfecta que prefieres no tenerla porque eres masoquista. Porque prefieres el sufrir, porque no quieres tener la vida perfecta, quieres huir de ella. Quieres ser otra persona y sufres. Sufres por no poder tener eso que quieres que hasta ninguno de nosotros mismos, tus amigos, y compañeros de toda una vida puede adivinarlo y le haces daño a tus padres, sin saberlo.

- Debo descansar. Ha sido un largo día - murmure, dejando la corona en el tacho de basura, y comenzando a caminar hacía mi habitación.

- Thea es buena viejo. Cuídala, le harás bien a ella y ella a ti.

Por primera vez en la noche, Dubter habló. Y dijo algo que merodeó mi mente durante toda la noche.

***

Tomé la mochila, algunos papeles con canciones al azar, y baje corriendo hacía la sala.

Billy estaba allí, junto con Axiel y Anastasia. Reían mientras tecleaban algo en sus portatiles, y giraron a verme cuándo tomé las llaves de mi Camaro SS del aparador cercano a ellos.

- Adonde vas? - Anastasia dejó su lugar para aproximarse a mí. No respondí, seguí mi camino hacía la salida. - Oye, estúpido. Acaso no me haz oído?

Sus rigidas manos tomaron mi antebrazo con brutalidad, haciendome girar a ella. Sus ojos azules me escaneaban con repulsión, un sentimiento no muy diferente al que sentía al tenerla cerca.

- Qué quieres? - hablé, liberandome de su agarre.

- Vas al instituto? Porque puedes llevarme. Billy no ira y no tengo cómo ir. - hizo una mueca hacía su hermano, que le sonrió, pidiendo disculpas, y luego volvió su vista hacía mí.

- No voy al instituto, busca cómo arreglartelas Ana. Ya eres una chica grande, vamos. Busca a alguno de tus novios de fin de semana.

Axiel rió, más Billy se levantó de su lugar, y terminó con los metros que nos separaban.

- Tienes que ir a algún lugar más importante acaso, Terrens? - arrastró cada palabra. Cómo si esa acción le permitiera despalfirrar su veneno.

- Eres mi mujer acaso, campeón? No debo darte explicaciones a ti viejo, nos vemos luego.

Hice un saludo, a Axiel, levantando mi mano hacía mi frente, con el dedo índice y él del medio, y salí.

Pronto ya no bancaría estos episodios. Y descansaría de todo esto.

Divisé, en el porsche mi querido Camaro SS, mi único fiel compañero. De un azul perlado y largas líneas blancas. El auto de mis sueños. Si bien era un modelo antigüo, era mi modelo. Con el qué había soñado toda una vida.

Después de descubrir que la vida de rico aburrido no me servía, escapé de casa. Llevandome todo conmigo. Papá quería que siguiera con su aburrido trabajo de truchas. Llegaron a construír fabricas esparcidas por la ciudad de San Francisco, y algunas aquí, en Brooklyn. "OCEAN Mickels " . Mis espectativas estaban más allá de aquello. Conocí a Axiel, un verano en que mis padres visitaron Brooklyn para terminar de patrocinar una de sus plantas. Me enseño su sueño de conformar una banda junto a sus amigos del barrio. Luego de eso conocí a Billy, Dubter y Daniel. Un día en que se hallaban practicando en el garage. Billy, me pidió que me sumara, le dije que sólo sabía tocar bien el bajo, y el bajo fué con lo que me quedé.

Luego sucedió lo demás. Me mude, con apenas catorce años a casa de Axiel, sus padres me recibieron gustosos, sabiendo que era hijo de los Mickels. Mis padres no estuvieron a gusto, pero aún así el trabajo daba de que darles, para que vinieran a molestarme. Aún así, enviaban pagas cada mes a los padres de Axiel por mi alojamiento, y mis gastos. Luego crecí, me transformé en el lider de una banda popular de Rock y conseguí el dinero suficiente para pagarme sólo. Compré una casa, lo suficientemente grande para que quepamos todos los de The CLoud, y nos mudamos allí con tan sólo dieciseis años.

Teníamos la vida soñada, nos manteníamos solos, concebiamos un concierto cada noche, conseguímos nuestros autos, nuestras metas estaban cumplidas.

Pero mi pasado. Mi yo oculto. Seguía persiguiendome. Aún lo hace. Las visitas diarias a casa. Obligado por mis padres. Ocultar algo así en el mundo de la fama era un gran peso que soportar.
Sólo Axiel y Dubter lo sabían.

Mi lista de gente de confianza se había reducido durante los años. Y ahora, me tocaba borrar a Billy de ella.

Camino a casa de Holuk, estacioné antes en una gasolineria a contrarrestar el tanque del automovil que se hallaba medio vacío.
Le sonreí a la chica de ropa ajustada que se acercó de seguro, a promocionarme alguna oferta de la mini cafetería que se hallaba junto. Pero negué rápidamente con la cabeza cuándo tendió un papel hacía mí.

- No quiero comprar... - observé el papel con detalle y descubrí que se hallaba en blanco. Ésta sonrió con fuerzas cuándo tomé el boligrafo de sus manos, y dejaba allí mi firma practicada por años. - Cuídate - hice una mueca cuando apretó el papel a su pecho, y sonreía cómo si hubiera ganado la loteria.

No habló, salió corriendo, dentro del café. Frunci el ceño ante su inmadura actuación, y de golpe, unos gritos agudos llegaron a mís oídos. Algunas quince chicas comenzaban a salir corriendo del café, con miradas euforicas.

Me subí rapidamente al Camaro, tratando de encerderlo con precisión. Y en cuánto me halle lejos de el lugar, el corazón volvió a latir.

Tampoco me venían mal estos arranques de adrenalina. En cierto punto, sentía que me complementaban.

Two Pieces ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora