Prologo

150 22 91
                                    

A veces cuando me duermo, sueño que hubo una época pasada... de cosas implacables.

Como vienen los recuerdos a mi mente...

Recuerdos gratos y hermosos de antes de que todo se volviera más oscuro. Antes de que cayeran todas las esperanzas.

Y lo que cae, así permanece.

Todavía recuerdo esa noche con detalle. Yo tenía nueve. Fuimos al viejo Gotham Cineplex para ver la proyección de las 5:45. Todo estuvo bien, supongo. No recuerdo mucho de la película en sí. Creo era Excalibur o Mark of Zorro. Eso ya no importa.

Nos levantamos tan pronto como los créditos comenzaron a subir por la pantalla. Mi papá pensó que era genial y mi mamá pensó que era una tontería, y eso fue todo. No sirve de nada discutir, especialmente en el cumpleaños de su hijo. Además, la hora de dormir estaba próxima; eran las 10:47, pero mi padre no le dio importancia.

En lugar de salir del auditorio y salir por la puerta principal, mis padres optaron por la puerta que daba a un callejón casi oculto. No me pregunten por qué, ya que desconozco los motivos de mi padre. Creo solo quería salir sin estar entre tanta gente.

Cuando salimos un poco más allá de las luces nocturnas de Gotham City; Nueva Jersey, mi padre puso su mano derecha en mi izquierda, y miró ansiosamente al otro lado de la calle, hacia el resplandor de las luces de neón de una heladería anticuada. Volteo hacia mi mamá, le dio una sonrisa y arqueó las cejas. Ella me devolvió la expresión y me preguntó:

-Bruce, ¿te parece un helado?

Estaba tan emocionado por la pregunta que no respondí adecuadamente. Tartamudeé feliz y sonriendo ampliamente.

-Creo que eso significa "suena bien", Martha – se rió mi padre –

Fue entonces que escuchamos un gruñido un poco más lejos y hacia la izquierda. Nos detuvimos rápidamente y mi padre se paró frente a nosotros, soltando mi mano y entrecerrando los ojos en la oscuridad, cerrando su mano en un puño.

Era un tipo vestido con ropas viejas y revueltas, su cabello rubio crecido estaba bastante largo y desaliñado. Sus ojos estaban hundidos con ojeras de fatiga a su alrededor, y su rostro parecía colgado de su cráneo.

Mi papá empujó suavemente a mi mamá y a mí detrás de él y le preguntó al extraño:

-¿Necesita ayuda, señor?

Respondió metiendo la mano en uno de los bolsillos de su andrajoso abrigo y sacando una pistola Colt.45. Lo levantó temblorosamente, apuntando a mi papá. Los ojos de mi padre se abrieron con alarma cuando levantó las manos.

A estas alturas mi madre me estaba protegiendo con su cuerpo, de espaldas a mi padre y al extraño, apretándome contra ella para que no pudiera ver.

Ver a su esposa e hijo en tal estado pareció suavizar algo en mi papá. Sacó su billetera del bolsillo trasero y se la arrojó al extraño. Entonces, cuando mi papá le arrojó su billetera tan repentinamente, el extraño apretó su dedo índice. El sonido resonó en las paredes cerradas del callejón y salió a la noche. Hasta ese momento, era el sonido más fuerte que jamás había escuchado. Más tarde supe que la primera bala golpeó a mi padre en el pecho. Escuché a mi papá caer al suelo.

-Cierra los ojos, Brucie – susurró mi mamá –

Obedecí y sentí que se ponía de rodillas apretándome aún más. Se escucharon otros dos disparos. Después de un último apretón, me soltó cayendo hacia mi lado izquierdo. Mantuve los ojos cerrados. Podía escuchar que el extraño todavía estaba allí.

Solo vi que corrió, y a mis padres aun recostados en el asfalto de la calle, sin vida. En tan solo unos pocos instantes, un desconocido ya había acabado por completo con mi mundo.

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora