Capítulo 30: El verde es la clave de todo

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Pamela Isley no tuvo la mejor infancia. Aunque nació de padres ricos y adinerados, el lujo fue todo lo que le dieron. Ni amor, ni compasión, ni siquiera la seguridad de que les importaba si ella vivía o moría. En la escuela no tenía amigos. Los otros niños no compartían sus intereses especiales y la rechazaban. Ella solo encontró consuelo en sus plantas. El verde era su único compañero fiel.

A veces se sentía atrapada. Como una planta a la que se poda continuamente para que no crezca, para que no alcance su verdadera grandeza. En los días buenos sus padres la ignoraban. En los días malos, deseaba que lo hicieran.

Uno de los recuerdos más traumáticos de Pamela fue de cuando tenía unos 8 años. Fue la noche en que había sorprendido a su padre con una chica.

La madre de Pamela no estaba en casa. Necesitaba dinero para útiles escolares e inocentemente caminó hacia la habitación de sus padres. Llamó a la puerta, pero no recibió respuesta. Caminó unos pasos más hacia la puerta y tentativamente la abrió. Extraños sonidos comenzaron a asaltar sus oídos. Lo que vio ante ella la dejó completamente asqueada y confundida.

El padre de Pamela estaba de pie con una mirada lasciva ante una niña que parecía tener unos dieciséis. Fue ella quien escuchó a la niña entrar y volteo para mirarla con los ojos verdes más hermosos y brillantes que Pamela jamás había visto. Apenas había comenzado a registrar su belleza cuando escuchó a su padre gritarle:

-¡¿QUÉ MIERDA CREES QUE ESTÁS HACIENDO, IDIOTA? ¿Cuántas veces tengo que decirte que toques antes de entrar?

Pamela sabía lo que venía a continuación y trató de correr a su habitación. Sin embargo, el hombre adulto fue más rápido y agarró a la niña por el pelo y la arrastró a su habitación. Pamela tuvo el tiempo justo para echar un vistazo a la cara de la adolescente y vio lo que parecía rabia, antes de que la apartaran.

Una vez en su habitación, el padre de Pamela cerró la puerta detrás de él. Su hija ahora sollozaba desconsoladamente y trataba de explicar que solo necesitaba dinero para comprar lápices de colores. Sin embargo, sus sollozos hicieron que las palabras salieran en un revoltijo incoherente. A esto le siguió una de las peores palizas que Pamela había recibido hasta el momento. Cuando el brazo de su padre se cansó, salió, probablemente de regreso a su dormitorio para terminar su "actividad" con la adolescente.

Pamela se quedó sentada en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho y la cabeza enterrada entre los brazos cruzados. Los brazos y las piernas de la niña mostraban muchas cicatrices y magulladuras, prueba de la espantosa crueldad a la que había sido sometida por el hombre que se suponía debía protegerla. Su padre nunca la golpeó en la cara. Siempre tuvo cuidado de apuntar solo a aquellas áreas de su cuerpo que estarían cubiertas por su ropa. Después de todo, él no quería que un maestro molesto o un trabajador social llamaran a la puerta de su mansión y metiera las narices en sus negocios.

Pamela no estaba segura de cuánto tiempo estuvo allí sentada. Estaba enfadada consigo misma. ¿Por qué no podía simplemente recordar llamar a la puerta? Si lo hubiera hecho, el padre no se habría enojado. Le dolían las heridas corporales, pero lo que le rompió el corazón fue que su padre había hecho trizas su rosal favorito. Recogió los trozos de los pétalos suaves y delicados. Sus lágrimas comenzaron a fluir nuevamente mientras se disculpaba con su amiga.

Aun estaba tratando de averiguar si su rosal se podía salvar, cuando la sobresaltó un golpe en su ventana. Caminó hacia allí con piernas temblorosas y vio a la misma chica que había visto con su padre. Esos ojos verdes parecían brillar como esmeraldas. Pamela ahora podía darse cuenta de lo hermosa que era la niña y no recordaba haber visto una cara más hermosa.

Abrió la ventana y dejo entrar a la chica.

-¿Estás bien? – ella le preguntó – Pamela, que no recordaba la última vez que alguien le había preguntado eso, se limitó a asentir – Claro que no estás bien. ¿Ese imbécil te pega mucho? – la voz de la chica estaba llena de ira –

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora