Capítulo 40: El beso de Catwoman

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Bruce se quedó mirando a la pantalla destruida de la Batcomputadora, tratando desesperadamente de no parpadear. Porque cada vez que cerraba los ojos, veía a Alfred. A un Alfred roto y sangrando mientras que Hush lo apuñalaba en el estómago. A Alfred clamándole por ayuda... a sus ojos muertos viendo hacia las estrellas.

Bruce no esperaba su próxima confrontación con Scarecrow; Crane tendría toda una nueva bolsa de pesadillas que desatar sobre él.

No se permitió detenerse en esos pensamientos y volvió a revisar su computadora de muñeca, esperando que alguno de sus compañeros de la Justice League hubiera respondido su llamada de auxilio. Ninguno lo hizo salvo Clark, que había contestado que debido a la amenaza del Joker de asesinar niños si algún aliado de Batman entraba, no podía intervenir en una pelea directa en la ciudad. Cada vez que volteaba su vista hacia sus aparatos destruidos alrededor de la Batcueva, Bruce se maldecía internamente porque le daba un momento para pensar y recordar.

Alfred, su padre adoptivo, estaba muerto.

Se maldeciría a si mismo hasta que se mantuviera despierto o hasta que su cuerpo colapsara por el agotamiento, y nunca se detendría. Pero eso era su ventaja; su preservación y determinación eran lo que lo convertían en el maldito Batman, y no permitiría que unos villanos psicóticos y un ser querido fallecido descarrilaran su misión.

Alfred estaba muerto, y todo fue culpa de Bruce Wayne... culpa de Batman.

Continuó trabajando, tratando desesperadamente de encontrar por los escombros el Dispositivo de Pirateo Remoto. Los sentimientos eran una debilidad. Ya no era un niño llorando por sus padres muertos, no se rompería por eso.

Debería haber salvado a Alfred; podría haberlo salvado, al igual que pudo y debió haber salvado a sus padres.

No, solo era un niño cuando sus padres murieron, no se podía esperar que detuviera eso. Pero ahora era Batman, uno de los hombres más hábiles y altamente capacitados del mundo.

¿Cuál fue su excusa para Alfred?

¿Por qué no salvó a su padre adoptivo? ¿Por qué le falló?

Renunció a su trabajo y se quitó el casco para estudiarlo. Este era su rostro, un rostro que hizo que incluso los criminales más duros se encogieran de terror. Había construido su mito con cuidado y se había construido a sí mismo para soportar cualquier golpe. Todo en nombre de su misión de salvar Gotham, para asegurarse de que ningún niño tuviera que sufrir el dolor que él había sufrido.

Pero, ¿cuándo el precio se volvió demasiado alto? ¿Cuándo no sería demasiado grande el sacrificio?

-No lo encuentro, Bruce. Revolví todo lo que pude y no lo encontré. Se llevaron el dispositivo.

La voz de Selina ayudó a Bruce a silenciar sus sentimientos, aunque solo fuera con la práctica, reforzando la maldición que había estado amenazando con romperse.

Él se puso de pie y se volteo hacia ella; estaba apoyada contra la escalera como si nada estuviera mal. Sin embargo, Selina trataba de ocultar su propio dolor y su culpa por Alfred en su propia mente.

-¿Por qué sigues aquí, Catwoman? – le pregunto el, muy apagado –

Ella dejó de inclinarse y se acercó hacia él.

-Después de todas las cosas por las que pasamos, creo que puedes llamarme Selina.

-No estás vestida como Selina – Bruce no dejó que ella lo alcanzara –

Selina se sentó en su estación de trabajo y Bruce frunció el ceño. Había una silla a medio metro de donde ella estaba sentada.

-¿Por qué volviste? – preguntó Bruce, con un suspiro bajo y presionó su mano sobre la herida de su costado – Pensé que no te preocupabas por mí.

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora