Capítulo 35: Furia contenida

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Prisión de Blackgate

Los internos escucharon la explosión proveniente de algún lugar y vieron sus celdas abiertas. Los hombres y las mujeres a ambos lados de Blackgate se quedaron desconcertados, pensando que la libertad estaba a solo unos pasos de distancia.

Todos ellos excepto Slade Wilson.

Sabía que esto vendría.

Mientras todos los demás estaban parados allí, Slade inmediatamente salió de su celda...

...y fue directamente por Quincy Feldon.

Feldon (que todavía fingía dormir) levantó la vista cuando escuchó que se abría la puerta. Solo vio a Slade cuando ya estaba arriba de su catre.

-No... – dijo Feldon, suplicándole por su vida – ¡C...ACKKKK!

Slade agarró a Feldon por el cuello. Mientras lo arrastraba de regreso a su celda, pudo ver al resto de los reclusos en el bloque salir de sus celdas. Podía oír a los guardias al otro lado del ala descargar sus armas de fuego. Escuchó la carnicería en el resto de la cárcel momentos después.

Una vez que llevó a Feldon a la celda, Slade movió su mano desde la garganta del policía caído en desgracia hasta la nuca, poniéndolo de pie.

-¡Por favor! – dijo Feldón – Yo nunca...

Slade dio un solo golpe a la cara de Feldon contra las paredes de la celda abierta.

Lo que retiró apenas y se parecía a una cara. La nariz estaba aplastada, los ojos rodaban hacia atrás en su cabeza y la sangre brotaba de una boca que tenía algunos dientes menos. Por lo que Slade podía oler y oír, Quincy Feldon no solo estaba sangrando por todas partes, sino que estaba rociando la parte delantera de su bata de prisión con orina.

Pero Feldon todavía estaba temblando.

Eso significaba que todavía estaba vivo.

Slade se preparó para un intento más.

¡WHANG!

El ruido que vino la primera vez ahora iba acompañado de un crujido espeso y bajo.

Y lo que retiró no era una cara en absoluto. Era una caverna estrecha de sangre que fluía y piel deformada. El daño fue tan grave que los dos ojos marrones muertos de Feldon ahora se miraban fijamente.

Slade arrojó el cadáver de Feldon en el charco de su propia basura y se quedó mirando el caos que consumía lentamente al bloque de celdas.

-Ahora... – dijo Slade – ¿En dónde dejaron mi armadura?

***

Un guardia del bloque de evidencias había preparado su escopeta y había llegado hacia sus compañeros en la entrada del almacén, tal como su superior le había ordenado. Luego apunto su escopeta hacia la entrada del almacén con una misión que cumplir.

Los pasillos de la prisión se desbordaban con varios guardias que tenían sus propias misiones. Los disparos dentro del almacén ya habían cesado y los que estaban afuera sabían que sería solo cuestión de segundos antes de que el supersoldado mercenario llegara hasta su posición.

Kevin Hurley, que era como se llamaba el guardia que llego al último, no pudo más con su miedo y corrió hacia una puerta de seguridad que habían cerrado prematuramente. En una situación normal habría tratado de rodearla yéndose por otro camino, pero ya no tenía tiempo. Empezó a golpear la puerta para llamar la atención de sus compañeros del otro lado de la puerta, para que la abrieran, pero los controles estaban atascados.

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora