Capítulo 4: Alguna vez fue Robín

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Bludhaven

Las sirenas chillaron por las calles de la ciudad. Desvanecidas luces rojas, azules y blancas salpicaban las de tinta del horizonte.

Truenos, relámpagos y una lluvia lenta y constante caía sobre Bludhaven. Una neblina empañaba bloques y bloques por delante, inquietante para los ojos.

El trueno de la tormenta tembló, y la lata metálica de pinceles al lado de la caja registradora lo hizo igual. El dueño de la tienda de arte volvió con el cambio de su clienta y una gran bolsa de regalo, metiendo dentro el juego de pintura comprado.

-Cuatro ochenta y cinco – las monedas tintinearon cuando abandonaron su palma, pues la chica se puso nerviosa por la tormenta – ¿Estás segura de que no quieres esperar?

-Nah, estaré bien. Mi casa no está muy lejos – ella sonrió cuando el dueño colocó un lazo en su regalo comprado y lo envolvió cuidadosamente con bolsas de plástico adicionales – Gracias, Jerry.

-Nos vemos.

La puerta principal sonó cuando ella salió a la tormenta.

Se puso la capucha sobre la cabeza y se aventuró bajo la lluvia. Su bolso de la tienda de arte estaba enganchado entre su brazo derecho doblado. Se estremeció cuando giró en una esquina y se sobresaltó por los rayos y los truenos. Para mantener la calma, mantuvo la cabeza gacha, imaginando pensamientos felices mientras se concentraba en la lluvia torrencial que golpeaba el concreto en la siguiente cuadra.

Pero un gruñido la sacó de su trance.

-¿Qué tienes ahí, cariño? – un hombre recargado en la esquina de un callejón miró sombríamente, haciéndola saltar –

Ella se mantuvo en silencio, a punto de seguir caminando, pero otros dos hombres, le bloquearon el camino. Ambos sonrieron y los dientes como dientes de sable estaban sedientos de sangre. La mujer evitó la mirada de todos los hombres.

-Solo tengo un conjunto de pinturas para mi hermana. Déjenme pasar – un gruñido salió de su boca cuando chocó contra el brazo fornido del hombre de la izquierda –

El bruto se negó a dejarla pasar.

-¿Qué hay del bolso, cariño? – la figura en el callejón suplicó. Sus ojos plateados recorrieron la bolsa violeta en su hombro – ¿También es para tu hermana? – el hombre se atrevió a comentar y luego sonrió –

La joven estaba superada en número, pero era rápida. Tal vez podría regresar rápidamente a la tienda de arte en busca de ayuda. Su zapato apenas se rompió en el charco poco profundo de la acera cuando una mano poderosa, con agarre de acero, la tomo del brazo.

-No... ¡Por favor, déjame ir! - ella suplicó y golpeó al bruto que la agarro. Pero los hombres eran demasiado fuertes –

-Solo queremos el bolso, cariño. Reconozco a un Louis Vuitton cuando lo veo – gruñó el hombre brusco –

-¿Solo te interesa el bolso? – el hombre que bloqueaba a su derecha habló. Su sonrisa era oscura y una lujuria roja brilló en sus ojos mientras viajaban por el cabello rubio húmedo de la mujer, revelado después de que su capucha cayera – Ustedes muchachos, tomen la bolsa... por que yo me llevaré a la chica.

Los matones le quitaron el bolso de su brazo, así como el regalo de su hermana, y la arrastraron bruscamente hacia el callejón, lejos de los ojos del cielo centelleante.

-¡No! ¡Ayuda! ¡Ayuda! Demonios – ella gritó, y su corpulento captor le tapó la boca con la palma de la mano. Sabía amargo, como óxido y suciedad –

Luego sangre. Había mordido al delincuente.

-¡Sí! – aulló el hombre y luego sacudió su gran mano mientras palpitaba. Golpeo a la chica, arrojándola sobre la superficie mojada del callejón. El fuerte impacto hizo que le dolieran los huesos – ¡Perra!

Batman: La Broma FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora