Lo que entretiene a Yuri

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La princesa quería que Amelia mediara por Mitsu, la creía capaz y probablemente tenía razón, no obstante la princesa Amelia aunque fuera generosa y amable, no era una santa. Ella estaba cansada de los maltratos de la realeza de cada país, no estaba dispuesta a mediar entre su esposo y un extranjero al menos que los beneficios opacaran los abusos que sufrió.

En ese momento, ella estaba dormitando, Imara y yo intentamos convencerla de que era hora de dormir, negó con la cabeza, parecía determinada a no hacerlo, mas era obvio que estaba exhausta y agotada,  hasta que Timea dio un respingo, se levantó y se fue. No fue sino hasta diez minutos después en que apareció su alteza, el príncipe Joseph que chasqueó la lengua al verla así.

- Mi Amelia-ella tuvo un sobresalto al verlo-¿Por qué te castigas así? Es completamente normal sentirse exhausto luego de los terribles eventos que te pasaron-le dio un beso en la frente, ella se estremeció como si fuera una niña pequeña- Estás siendo irrazonable al actuar así ¿Y si te enfermas? ¿Qué haré yo, entonces?-Antes que la princesa pudiera articular una palabra, él la levantó en brazos, definitivamente me irrita ver escenas de amor-Prometiste que te cuidarías ¿Recuerdas?-le reprendió con tanto cariño que sentí náuseas-Mi Amelia.

- Pero....-ella quería quejarse, él le miró entre lo severo y el cariño-¿Qué hay de ti? Quiero esperarte...

Voy a vomitar, de verdad que escena tan cursi, Timea me miró  burlona antes de verter más té en mi taza que bebo agradecida, Joseph se ríe y le dice algo que no llego (tampoco quiero) escuchar. El príncipe la depositó en la cama, para mi sorpresa y estupefacción, se arrodilló, como mucho cuidado le quitó los zapatos, juraría que pasó sus manos por sus piernas hasta muslos, mas como estaba tan estupidizada no podría asegurarlo.

La forzó a acostarse y la tapó bien.

- Hablo en serio mi Amelia-repuso con voz estricta-Descansa.

Timea me guiñó el ojo y me ayudó a salir, de verdad que me revienta esta situación ¿Tanto deseo una relación?  ¿O será que es el hecho que realmente acabo de conocer a un príncipe de cuentos de hada? Uno que es sanguinario, violento y sádico con sus enemigos, no obstante es dulce y cariñoso con su pareja hasta el punto de ser empalagoso...

¿Estoy bien? ¿Qué rayos me sucede? ¿Es esto el amargo sabor de la envidia? Me niego a aceptarlo.

- Timea-la voz del príncipe nos alarmó a todos, Imara casi se echa a llorar, en realidad sí sollozó, mas en completo silencio, como si temiera que su débil respiración la despertara-Quédate de guardia, si Amelia quiere algo dáselo en ese momento, no importa que sea, lo único que Amelia no tiene permitido es salir ¿Me oíste?

- Las palabras de su alteza son la ley para mí, majestad-replicó muy humildemente Timea incluso hizo una reverencia-La princesa no será desatendida en ningún momento.

- No tengo queja de ti Timea, sé que harás un buen trabajo-repuso él cerrando con destreza la puerta para que no haga ningún ruido.

Una vez que se fue Timea casi se desploma, tuvo que apoyarse en Imara para no hacerlo. Gimió del susto, aparenta ser calmada y compuesta delante del príncipe, mas le tenía miedo (como todos), luego se rió de los nervios y pidió disculpas.

Mientras me dirigía a mi cuarto, pensé que eran demasiado obvios, no había punto débil en el príncipe Joseph a excepción de su esposa a quien amaba más que a nadie, si la tocabas, estabas frito porque su reacción era exageradísima, no obstante contaba con el poder para destrozarte.

Nadie podía tocar a Amelia, ella era lo único que Joseph no quería que fuera herida, un hombre que había matado a una mujer embarazada y exterminado a casi toda una villa no soportaba verla lastimada, así que la resguardaba contra todo el daño que podía y no tenía éxito, la mayoría de la realeza no se creía la historia que Joseph destruyó países solo por ella que había una razón oculta que la encubrían con este romanticismo.

La elegida de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora