Lo más valioso contra el engaño es el tiempo

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La expresión del archiduque cambió a incredulidad cuando oyó las palabras de Amelia, sin embargo nadie a excepción mía noto como ella moría por dentro, fue solo un instante, pero fue demasiado tarde, Amelia sonrió para la sorpresa de los presentes, con una voz débil y tierna dijo:

- Por favor quiero ser enterrada al lado de mi mamá-sus ojos se oscurecieron y fue ahí donde me di cuenta que no pudiendo enfrentarse a la realidad, decidió encerrar en su propio mundo para protegerse.

Mi hipótesis fue correcta cuando Edward le rogaba que lo perdonara, empero la chica no reaccionaba, no es broma decir que ella no estaba aquí, Amelia estaba en otro mundo, un lugar donde nadie podría herirla jamás, en un último intento de protegerse, ella se desconectó de su cuerpo.

Suspiré, pero entonces oímos un crack. Edward miró aterrado a su "hija", tuve que intervenir rápidamente para darme cuenta que le había discolado el hombro, miré asombrado a Amelia, su habilidad de desentenderse de todo fue tal que su cuerpo no reaccionaba, no tenía defensa alguna y por tanto era muy proclive a lastimarse.

Hice algunas pruebas y no me quedó duda de que ahora Amelia era una muñeca, ante el menor descuido podía romperse, normalmente ella debería haber gritado al sufrir tal daño, empero como se separó de su cuerpo, su mente no registraba, o sería mejor decir que en este momento Amelia es una muerte-viviente.

- Felicidades-me levanté mientras Edward miraba incomprensible lo que pasaba-Ya tienes lo que querías, una muñeca, cuando Amelia muera, volveré para enterrarla con su madre.

- ¡No! ¡Peter, debes salvarla!-me rogó el archiduque.

- ¿Y cómo, si la mantienes a tu lado? Amelia decidió morir el día en que decidiste ignorar todo sobre ella-repliqué fríamente-El único motivo por lo cual seguía viva es porque su marido la trataba bien y es obvio que ella lo quiere mucho, acabas de anunciarnos que prefieres matarla a que se vaya-me encogí los hombros mientras recogía mi maletín-No vas a salvarla de ello, acabas de confirmarnos que eres un monstruo.

- ¡Largo! ¡Largo!-se desquició conmigo el archiduque, no esperé más y me retiré de la habitación mientras se oía voces y más voces.

Sentí pena y rabia por Amelia, la pobre muchacha estaba en tal shock que no podía pensar en nada cuerdo, empero estaba en buen estado de salud, Joseph debe ser un marido estupendo,  si mis teorías son correctas, no dije nada en ese momento, mientras examinaba a Amelia me di cuenta que todavía es virgen lo cual me sorprende mucho, ella lleva ¿Cuánto? ¿Seis años? y su esposo no la tocó.

A menos que sea gay, sin embargo eso no explicaría porque Amelia lleva un marca de amor en el cuello, es muy tenue casi invisible, mas para los doctores es muy obvia, el hombre es posesivo y cuidadoso.

Amelia cometió una estupidez al caminar con tan poca protección por la ciudad, debió llevarse a todo un escuadrón, probablemente no se le ocurrió que los Baskerville estarían tan obsesionados por obtenerla que la secuestraría.

Edward va a matarla, pero jamás conseguirá lo que quiere, Amelia se dio por vencida hace mucho tiempo con él, Edward puede traerle todos los tesoros del mundo, Amelia ni se dará por aludida, ella está muriendo y a menos que suceda un milagro, no volverá.

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Parece que los milagros existen.

El príncipe Joseph ha estallado en la mansión del príncipe heredero exigiendo que se encontrara a su mujer a cualquier precio, son cuatro días desde entonces, los sirvientes murmuran que es tal su desesperanza que ha amenazado a César con la guerra si es que no encuentra a Amelia, su argumento es que ningún bandido podría hacerle daño, porque se llevó a dos guardias que fueron noqueados y ellos insisten que fue algún noble.

La elegida de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora