Alguien especial no puede morir sin que haya una catástrofe.

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Nunca creí las palabras de Amelia que Joseph la amaba, puede que la respete y hasta le guste hasta cierto punto, pero ¿Amarla? No me hagas reír, ese hombre no ama a nadie que no sea su madre. Amelia es una mujer muy inteligente y astuta, no sé cómo convenció a su marido de conquistar solo la mitad de Laitia y entregarme la otra mitad, mas le tenía rabia de cómo había logrado someterme por tanto no me ocupe casi nada de ella.

Craso error, Joseph está mortalmente pálido y la mujer en sus brazos luce más muerta que viva, me siento como un idiota, ¿Amarla? El hombre parece morirse con ella, rápidamente hasta que veo como su pecho se infla suavemente como indicando que está viva, Joseph la abraza y luego la recoge en brazos exigiendo atención médica de inmediato mientras se dirige a una de mis habitaciones.

Los doctores de esta casa ya saben cuál es la dolencia de esa chica y también tienen el sentido común para no decírselo, sin embargo no contaba con que él trajera a su propio médico que rápidamente la examina, alcanzo a ver como su ropa que era un fucsia oscuro está sucio, éste se disculpa antes de romper el vestido y se queda helado al ver las vendas manchadas de sangre.

- Giovanni...-la voz de Joseph es simplemente atemorizante, hay una amenaza explícita en sus palabras.

- Su alteza, no entiendo esto-murmuró desconcertado el doctor-Esta pob... quiero decir, su majestad, la princesa consorte ha recibido más de cuarenta latigazos y creo que han usado un látigo Crock con ella.

- ¿Crock?

- Es un látigo que tiene espinas y una sustancia llamada Reverse Gift que consiste en impedir que las heridas se cierren, es un anestésico antiguo que ya no se usa, alteza-el doctor sintió pena por la pobre chica-Lleva una semana o tal vez más majestad en este estado.

Puedo sentir, aún sin verlo a la cara, sé que Joseph va a matarme, su ira es tal que es casi palpable, él no me ha prestado atención, mas es cuestión de tiempo. Él inspira profundamente, vuelve a cargar a su esposa en sus brazos, me deja atónito ver con cuanta dulzura, ternura y delicadeza lo hace, como si Amelia fuera más frágil que el cristal, ella gime de dolor en sueños.

- Amelia, lo siento-murmura él en arrepentimiento al verla en agonía-Solo un poco ¿Vale? Solo un poco más y te prometo que nadie volverá siquiera a pensar en faltarte el respeto.

Ni siquiera me pregunta si es su cuarto o no, simplemente por la mirada decidió entrar al cuarto de Beatrice y depositó a Amelia ahí que jadeaba de dolor, él acarició con cuidado su frente y se la dejó al doctor, en realidad aparte del doctor, dos sirvientas y un guardia, cerró la puerta sin siquiera pedir permiso.

- Ha pasado...

¡PLASH! Joseph no perdió el tiempo y por poco me atraviesa con su espada, estaba furioso, realmente iracundo, él no era hombre que perdiera la calma con facilidad, pero el hecho que ni siquiera me preguntara y diera por sentado que el actual estado de Amelia fuera mi culpa mostraba lo profundamente enamorado que estaba de ella o por lo menos que le importaba muchísimo tal vez tanto como su madre.

Mi hermana tenía razón, cometí un error, debí encarcelar aquel pastor de mierda para tener un escape, apenas pude evadir la estocada de mi primo y no supe qué hacer, yo era el maestro de mi residencia, pero el que tenía verdadero poder era Joseph, que actuaba como si fuera el monarca del país. Arrogante, altanero, poderoso y dueño de la situación como si pudiera matar a quien sea y nadie diría ni pío.

- Joseph, espe...

- Mi paciencia tiene un límite, muy, pero muy estrecho-dispuso él volviendome a apuntar con su espada- Tuve que soportar estar sin Amelia durante todo este tiempo y cuando finalmente la veo, la encuentro en un estado deplorable y muy cercano a a muerte ¿Cómo debo siquiera interpretarlo Giovanni? ¿Deseas mi autoridad al punto de usurpar el lugar de Amelia-le miro estupidizado-No creas que no sé lo que hiciste con tus cuñados.

La elegida de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora