Femme Fatale... y los hombres que anhelan por ellas

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Las arenas casi doradas de mi tierra natal se ven. Me gustaría ver una vez en la vida la tierra de los veleros, tal vez sea porque nunca tuve mucho, mas me gustaría estar rodeado de agua y no tener que ser como mendigo buscando gotas de agua.

Noto con sorpresa que por primera vez en un año, mi gente está de buen humor, los habitantes me saludan en vez de mirarme con rencor ¿Qué sucede? De inmediato mandé a unos de mis sirvientes a averiguar qué pasaba.

Resultó que la princesa Amelia invitó a toda la ciudad a helados gratis, levanté la ceja, había oído rumores que la riqueza del séptimo príncipe era inmensa, pero no pensé que fuera vasta como el océano. Hungría debe estar de luto por la pérdida de tanta riqueza. No obstante, la generosidad de esa mujer me despertó.

Joseph, el séptimo hijo del emperador, aunque era más famoso por ser el único hijo de Brünilda, esa despiadada mujer a la que tuve el honor/gusto de conocer cuando mi madre utilizando sus contactos me llevó a Ying junto con Raj y Selim.

Qué mujer tan hermosa, cabello rubio platino, una piel blanca pálida y ojos grises, no obstante lo que me dejó perturbado fueron su cálida sonrisa al mirarnos a todos.

- ¿Pasa algo?-su voz era excesivamente dulce.

¿No era consciente que habíamos sido testigos de cómo ahorcaba a una cortesana? Tal vez estaba cansada o simplemente aburrida de la patética resistencia que esta presentaba, tomó el cuchillo y con un movimiento simple, le cortó la yugular. La sangre le salpicó el rostro mientras la mujer intentaba chillar pidiendo ayuda y nadie le respondía.

Raj y Selim sólo tenían cinco y se orinaron ahí mismo, tal vez fuera porque era mayor por cinco años que ellos, que me sentí fascinado y cautivado por aquella escena. Ella se acercó y se puso a la altura de mis ojos para preguntarme una vez más qué sucedía.

- Majestad-sólo un niño pequeño o ignorante no sabría quien era ella-Mis disculpas por interrumpirla, soy Nadim, primer príncipe de al-Makum-no me había dado cuenta que en mi ansiedad de presentarme, habría pronunciado mal el nombre de mi país- estos dos son mis hermanos, Raj y Selim. Es inoportuno y egoísta de nuestra parte, pero ¿Podría pedirle que nos guíe a la sala principal? Me temo que nos hemos perdido.

Ella ladeó la cabeza y una sonrisa muy tierna apareció en su rostro.

- Por supuesto, lamento haberles mostrado este triste espectáculo- luego me enteraría del por qué de su acto cruel-Es un descuido de mi parte no haber puesto sirvientas para los guíen, alteza, sígame por favor. Les aseguró-ella le dedicó una suave sonrisa a mis hermanos que casi chillaron-por el honor de mi hermano que nada les pasará.

Esa memoria perduró para siempre en mi mente. Estaba tan embobado que le supliqué a mi padre que si Ilsa daba luz alguna hija que me comprometiera con ella de inmediato, lamentamente Ilsa nunca dio luz otra vez. Después de su muerte, fui a buscar a Beatrice, para mi decepción no era para nada parecida a su tía a pesar que la admiraba.

No obstante a pesar de que rondaba los treinta, no me casé ni tenía una concubina debido a mi estatus, a pesar de ser el primogénito del sultán, mi madre no era de la realeza, por lo tanto no era apto para ser el heredero, sin embargo mis habilidades como príncipe eran superiores lo que hizo que mis hermanos empezaran a temerme. Para tenerlos tranquilos y contentos, no tenía ninguna mujer algo que mi padre me reprochaba continuamente.

Tenía más hermanos, pero como en toda familia real, empezaron a deshacernos de nosotros como podían, tengo entendido que la única excepción de la regla es Reich donde se intentan mantener con vida a los débiles posibles herederos a la corona.

Pensé en ello, Joseph estaba en la ciudad, la verdad es que nunca llegué a conocerlo. La emperatriz no permitió que lo viéramos, habíamos llegado en un mal momento en que el príncipe sufría de sarampión. Tengo ganas de verlo, el reporte menciona que tiene el mismo cabello rubio platinado y los mismos ojos ¿Tendrá la misma aura de la muerte?

La elegida de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora