La presencia de Ilsa en Laitia

723 103 3
                                    

- Buenos días, princesa-saludó Giovanni con una reverencia-Su antigua ropa no le hacía justicia en lo más mínimo.

- Gracias por el cumplido, su alteza-repliqué suavemente-Por proveerme las necesidades diarias.

Me tratan bien en este lugar, tengo una criada a mi disposición casi las veinticuatro horas, Giovanni tuvo unos asuntos que atender, por lo tanto me dejó una semana en este lugar, su hermana Beatrice fue quien hizo compañía, en un principio era hostil conmigo y ahora habla conmigo sobre los lugares que he visitado.

- ¿Es Joseph amable contigo?-inquirió ella.

- Es muy gentil conmigo-contesto alegremente-Me trata maravillosamente.

- Me es difícil ¿Sabes?

- ¿?

- Imaginarme a ese hombre enamorado-casi escupo mi té, tengo que fingir compostura-Siempre tenso y frío.

- ¿Oh? ¿Ya lo habías visto antes?-cuestioné suavemente.

- Cuando era niña, mi tía vino a visitarnos-explicó ella-mi primo era muy apegado a ella, pero mi tía Ilsa me dejó una expresión muy fuerte, parecía una diosa de guerra, una mujer afable, serena y sanguinaria al mismo tiempo, sin embargo mi padre parecía adorarla y al mismo tiempo la repelía por temor.

- La princesa Ilsa...

- Sí, es una pena de su muerte, fue la primera y última vez que mi padre salió de Napolita-le miré sorprendida-Fue a Ying a llorar la muerte de su hermana y hasta suplicó permiso para enterrar a su hermana en Laitia.

- Oh...-eso no me lo esperaba-Es una lástima que el emperador se negara.

- Así es, insistió que la madre de Joseph era su esposa y debía descansar en Ying, bueno, nunca pudo atarla en vida así que tal vez pensó que podría hacerlo después de muerta, pero la realidad es dura, un día antes de enterrarla, ella se convirtió en polvo para desesperación del emperador que no pudo ni siquiera retener sus restos.

- Uwaaaa-debió ser humillante para el monarca saber que su mujer nunca se doblegaría ante él ni siquiera en la muerte-Mi padre volvió y rehúso a salir del palacio.

- Tengo entendido que su alteza le gusta leer.

- Mi padre no tiene cabeza para nada más que no sea leer y leer, dicen que cuando mi tía Ilsa todavía vivía, se encargaba de hacer sus armas, mas yo nunca le vi entrar a la herrería, me da envidia-explicó Ilsa.

- Debe ser conveniente para la princesa Orazia, ya que su marido no se ocupa de ningún asunto, ella tiene todo el poder-comenté.

- Bueno, la única que vez que tuvieron una pelea fue por causa de una sirvienta-explicó ella-Mi padre solía pasar mucho tiempo con ella, hasta le relevaba algunas tareas, a mi madre no le gustó y quería despedirla, mi padre se opuso a su manera.

- ¿Por qué quería a la sirvienta?-me pareció raro que un hombre tan "precavido" que haya cedido todo el poder a su esposa, tuviera agallas para tener una amante.

- Porque la sirvienta hablaba Reich-respondió ella-Mi padre añoraba a hablar con alguien en Reich, así que era la única razón por la cual la mantenía cerca. Él le aseguró a madre que jamás tendría amantes.

Técnicamente hablando, si ese hombre tuviera hijos con otras mujeres podría ser un problema ya que sus hijos podrían heredar el ducado o por lo menos tener poder político sobre Reich, así que no le convenía a la princesa que su marido tuviera otra mujer, aunque sea para satisfacer necesidades sexuales.

El rey cobarde, aquel que debía ser el rey de Reich con el apoyo de su hermana-mujer, renunció a todo y se fue a Laitia a vivir tranquilamente, vendió a su hermana a Ying, era herrero, me pregunto si tendría algún orgullo por ser aquel que martillaba la armadura de la valquiria salvaje.

La elegida de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora