Prólogo

5.7K 283 82
                                    

John Conner.

—¿Que le parece este?

Me vuelvo a Stefani, lleno de fastidio e incómodo por su voz chirriante. Mi secretaria me mira con temor, mientras me tiende otra fotografía. La cojo con aburrimiento y le doy un corto vistazo para regresársela.

—Muy simple, parece que tiene pies de albañil. Necesito algo más elegante —espeto tajante, para mirar de nuevo hacia el ventanal y que la ciudad de Londres quede a la vista.

Escucho un suspiro a mi espalda, que me da a entender que está tan fastidiada como yo. Que agradezca que no la he despedido por inepta, lo único que hace es entregarme porquerías que no me sirven. No voy a tener una exhibición de los mil demonios, eso no va conmigo. Quiero una modelo para la colección de invierno, lamentablemente no he visto nada que me agrade.

—Dile a Joseph que me busque algo mejor. Tiene veinticuatro horas.

—Bien.

Escucho las fuertes y torpes pisadas dirigirse a la salida, y segundos después la puerta cerrarse con fuerza.

Miro mi reloj por décima vez, exasperado por la irresponsabilidad de Álvaro Beltrán. Ese jodido demente, quien no se ha detenido y no ha dejado de hacerme llamadas toda la tarde, para después informarme que en una hora específica llamaría para hacer un acuerdo conmigo.

No sé ni tengo idea que se trae en mente. Ese hombre es una caja de sorpresas.

Aunque sabe que carezco de paciencia, se pasa eso por el culo y decide darse su tiempo para hablar conmigo. Decidí cancelar todas mis reuniones de esta tarde solo para atenderle, ahora resulta que hace más de dos horas no da señales de vida.

Aprovecho ese tiempo para hacer unas cuantas llamadas, reorganizando mi agenda y enviar algunos correos pendientes. Otras dos horas se van volando y cuando menos lo percaté, mi móvil se veía iluminado con su nombre en la pantalla.

Contesto sin saludar, e impaciente.

—Al grano.

John, que bueno es escuchar tu voz. Al menos sé que no te has muerto infartado —se burla—. Bueno, espero que no lo hagas cuando...

¿Que quieres? —pregunto con la misma impaciencia.

Álvaro es uno de mis mejores amigos. Le conozco desde que tengo uso de razón, incluso fue uno de mis mejores socios cuando viajaba a España. Ya está acostumbrado a mi temperamento.

Sabes que jamás te cobraría ningún favor, es algo que ni en mis peores momentos haría. Eres mi hermano y no quiero llegar a este punto, pero esta vez necesito pedirte algo que es de vida o muerte.

Habla.

Bueno, se trata de mi pequeña niña, Georgia. Está ilusionada con seguir su carrera en Londres, quiere ejercer allá lo que le queda de sus estudios y sabes que jamás le negaría algo a mi niña...

No sé que mierda estás pensando, pero no me está gustando para nada.

John, te lo pido como un favor de hermanos, por esos buenos tiempos en los que nos ayudábamos mutuamente —suplica, escucho una voz insistente de fondo. Imagino se trata de su hija—. Solo necesito que le des asilo a mi hija unos meses, al menos hasta que se adapte y pueda irse sola. No quiero que le pase nada estando yo lejos.

No —lo corto.

Te conozco, sé que eres un hombre inteligente y serio. No te pido nada más, solo que la mantengas en tu casa un corto tiempo.

La atrevida de Chiara llega a mi mente, cosa que me estremece y otro rotundo NO aparece, haciéndome negar con la cabeza como si Álvaro me estuviera observando. No quiero problemas, no quiero mujeres desconocidas en mi casa.

—Puedes pagarle un guarda espaldas.

Por favor, ambos sabemos que no es algo que haría. No me fío de nadie...

Se queda callado de repente. Escucho un forcejeo al otro lado de la línea, la voz de Álvaro se escucha a lo lejos y cierro los ojos cuando una voz chillona me deja aturdido.

Por favor, cede por la amistad que tienes con papá —pide, con un tono casi quebrado—. No te estorbaré y prometo que...

Cuelgo la llamada y tiro el móvil al escritorio. Álvaro no sabe en el problema que se está metiendo, yo nunca he convivido con nadie y no lo haré ahora, mucho menos con una hija suya.

Tendrá que darme otra razón mejor que esa. Porque juro que si es una atrevida como Chiara Beltrán, no podré resistirme por segunda vez.

***

Nota:

¡Hola!

Gracias a las que han venido hasta aquí. Decirles que Dulce Enigma es unos de mis libros favoritos y estoy muy feliz de compartir esto con ustedes.

Bss.

Dulce EnigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora