«Dos semanas después»
Georgia.
Hoy será mi visita al orfanato, después dos una semana por fin ha llegado el momento. Estoy tan feliz, por Dios. Esto es un proceso muy largo, pero he tenido paciencia. No es la primera vez que visito un orfanato, pero con este siento que es más especial. He visto que es el que más ayuda necesita, está en un estado donde no se puede ni respirar. Esos niños viven su día a día en un ambiente crítico, con poca comida y sin buen espacio para dormir. Y ni hablar de las enfermeras. No tienen la mínima empatía por esos pobres niños.
Estoy segura que a partir de ahora todo cambiará. Conmigo no les faltará nada, y con los planes que llevo organizando hace una semana, estoy segura que todo saldrá perfecto.
Dylan pasa por mí justo a la hora pactada. Me despido de los chicos y abordo el coche, pero la parte trasera ya que a Conner no le parece que una mujer vaya en el puesto de copiloto, según él, el chofer siempre debe ir solo y no en compañía. Como sea, da igual.
—Hola, Dylan. ¿Qué tal estás?
—Muy bien, señorita...
—Que me digas Georgia —insisto—. Deja de obedecer a John cuando se trata de mí. Él no gobierna mi vida.
—Pero sí la mía.
—Que trabajes para él no quiere decir que le debes la vida. Es un narcisista insoportable.
Asiente.
—Aun así le seguiré diciendo señorita.
Ruedo los ojos. Dylan de verdad le teme a John. Y quiero creer que es porque tiene un buen sueldo y no porque John de verdad sea un egoísta y apático.
—¿Hace cuando trabajas para John?
—Hace veinte años, señorita.
—Vaya. Es mucho tiempo, te ves joven.
Me mira por el retrovisor y sonríe.
—¿Qué edad crees que tengo?
—Te diría que treinta, pero si llevas trabajando tanto tiempo para john, calculo que tienes unos cuarenta.
Asiente.
—Tengo cuarenta y cinco.
—Vaya. Te ves joven —lo pavoneo—. Y atractivo. ¿Tienes novia?
—Esposa. Y un hijo.
Suelto una risita.
—Tranquilo, no iba a cortejarte.
Asiente de nuevo.
Veo que Conner contrata personas con el mismo temperamento que él. Mudos, serios y rudos. Dylan es atractivo, pero no es una persona tan flexible, ya que es imposible mantener una conversación con él. Quizá John se lo prohíba, pero por lo que veo, su personalidad es así.
—¿Puedo preguntarte algo? —me inclino hacia adelante.
—Sí, señorita.
—¿Lo que sea?
—El señor me ha ordenado que le dé lo que necesite. Puede preguntar lo que quiera.
—Vale. Quiero saber acerca de la familia Conner. Desde que llegué aquí no he visto a los padres de John.
—La señora y el señor Conner viven lejos de la ciudad. Solo vienen una vez al mes, para verificar que su hijo se encuentre bien.
—¿Y? ¿No hay más?
—Su familia no es unida. No tengo más información, señorita.
—Vale. Ya me tocará preguntarle al ogro.

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Dulce Enigma
RomanceDulce Enigma cuenta la historia de una estudiante de medicina y un empresario magnate. Ella decide estudiar su último año de medicina en Londres, sin saber que la estadía en ésta ciudad cambiará su vida para siempre. John Conner en un empresario mi...