Georgia.
Esta casa necesitaba más color. Estoy cansada de la misma rutina y tener que comprar las flores a espaldas de John. Eso se acabó. He decidido que si soy la mujer de la casa, debo dar órdenes también. Al menos eso es lo que dice papá. Insiste en que no puedo solo fingir que soy la esposa. A partir de hoy pienso tomar desiciones en la casa.
Jack intenta detener a los hombres que trabajan en el jardín. Se ve estresado y tiembla de miedo. Nunca le había visto así. Y sí, ya sé que a John no le gustan las flores, pero quiero intentarlo. He ordenado que deshagan los arbustos verdes sin gracia y que traigan cientos de flores y rosas que combinen con el blanco y simple gris de la mansión. La fuente ahora se ve más colorida que cuelga de ella unas enredaderas de flores preciosas. El camino hacia las verjas quiero que tengan muchas rosas y que la parte trasera de la casa también esté iluminada con lirios. Hice un trazo en mi cuaderno donde planeé como quiero que organicen todo. Hay muchas personas haciendo este trabajo y el único que se encuentra estresado es Jack.
Necesito que me apoye en esto, porque si John no está de acuerdo... ¡Jesus! De solo pensar en la reacción de John se me eriza la piel. Va a matarnos.
Acaricio mi vientre abultado en un intento de conseguir tranquilidad. Había pasado el día feliz y sonriente después de mucho tiempo. No recordaba la última vez que estaba tan entusiasmada por algo.
Este es nuestro hogar, necesito que John acepte también mis condiciones.
Tomo algunas fotografías, capturo a los chicos guapos y los envío al chat de Elena. Ella responde con emojis emotivos y continúo con mi hazaña hasta que no puedo más con el dolor de piernas y me recuesto en una de las bancas. Realmente me agoto muy rápido, y el dolor en mi espalda baja no pasa desapercibido, es insoportable. Necesito un pequeño descanso.
—¡Estás demente! —se acerca Jack, con una cara de terror—. Cada vez hay mas flores. Esto no le va a gustar nada al señor Conner.
—Yo también soy la señora Conner.
—Sí, pequeña. Lo sé, pero no estoy de acuerdo con esta decisión terca tuya. Van a matarnos.
—Solo a mí, no te preocupes. No voy a meterte en esto. Además... John no viene aún.
Suelto un bostezo. Realmente tengo sueño y estoy famélica.
Le echo un segundo vistazo a mi alrededor y cada vez me gusta más este jardín. Me encanta ver tantas flores y la sonrisa en mi rostro no se despega.
—Venga, Jack. Deja de preocuparte.
—No estoy preocupado por mí.
—No va a lastimarme.
Hace una mueca.
—Le gustas a John. No puedo asegurar si está enamorado, eso no lo sé. Pero aunque lo estuviera, no puede controlar su ira cuando algo realmente le molesta. Georgia, él es un hombre hiriente y cruel cuando está enojado. Lo supe cuando recibí su llamada hace cinco minutos y me ordenó que la cena tenía que estar lista antes de su llegada. Se escuchaba enojado. Nunca cocina cuando lo está.
Dejo de jugar con mi cabello y analizo sus palabras.
Jack tiene razón. El hecho de que a John no le guste, no quiere decir que debo obligarlo, pero sí podía consultar antes y no lo hice. Ahora sí temo a que no le guste esta pequeña sorpresa, normalmente traigo algunos floreros con cualquier excusa y disimulando que están aquí. No me reclama, pero luego de dos días las bota sin decirme nada. De verdad odia las flores, esos colores que yo amo tanto. Y no pensé en eso antes de llamar a todas estas personas.

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Dulce Enigma
RomantikDulce Enigma cuenta la historia de una estudiante de medicina y un empresario magnate. Ella decide estudiar su último año de medicina en Londres, sin saber que la estadía en ésta ciudad cambiará su vida para siempre. John Conner en un empresario mi...