Capítulo 25

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Dedicado a @Eiby_morgan. Un feliz cumpleaños suuuper adelantado. Te quiero mucho, amore. Eres una amiga increíble ❤️
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«Cuatro meses después»

John Conner.

El embarazo de Georgia ha sido un cambio sorprendente. Ya son seis meses de embarazo y su vientre es... grande. Al igual que su humor. Los últimos meses no ha querido estar cerca de mí, no quiere verme y por cualquier cosa se enoja. Sus antojos han cambiado drásticamente y ahora mismo detesta el dulce. Me odia por los dos meses de abstinencia sin sexo y también odia todo lo que la rodea.

No la entiendo.

Quiero ayudarla y ella no es fácil.

Hoy oficialmente anunciaremos nuestro matrimonio y su embarazo. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, voy a darle la cara a la prensa. Haremos primero una sesión de fotos para una revista de los mil demonios, luego de eso daré una rueda de prensa y anunciaré que Georgia es mi esposa y tendremos una hija en menos de tres meses. No es algo que quiera hacer, ya que no quiero poner a Georgia en peligro, pero ella aún insiste en querer anunciarlo.

Aún no tenemos señales del agresor. Desapareció como si nunca hubiera existido. No hemos hay así nada y todo lo que hemos hecho por meses fue en vano. Georgia sigue teniendo mucha seguridad, ahora el doble. Sin embargo nada sospechoso ha ocurrido.

Ahora mismo estamos esperando un puto resultado, por fin sabremos el sexo de nuestro bebé. Es estúpido, ya que lo sabemos, pero la doctora asegura que no sé nada acerca de esto. Georgia está ansiosa, se niega a mirarme luego de haberme negado a tener sexo con ella en el coche. Y cree que solo ella sufre, pero en realidad los dos estamos sufriendo. La doctora también asegura que podemos tener sexo sin preocupaciones, pero yo me niego. No puedo follarla mientras está embarazada, no quiero lastimarla.

—¿Y? —pregunta y la doctora sonríe—. ¿Es niña o niño?

Victoria no se ha dejado ver durante los últimos dos meses, así que la doctora no podía darnos un resultado como tal. Pero ahora, mientras aplica más gel frío sobre el vientre de Georgia, sonríe mirando la pantalla.

—Ahí está, miren esa pequeña cosita —susurra, risueña—. Madre mía, felicidades.

—Ya diga, joder —me exaspero.

—Felicidades, señor Conner. Al final tuvo razón y su intuición nunca falló. Victoria se ha dejado ver y está muy sana.

Georgia suelta mi mano y mi corazón deja de latir. Madre mía. Mi ego crece más de lo que debería y quiero sonreír de satisfacción. De verdad que me siento orgulloso, tengo una sensación extraña en mi pecho.

Victoria es real. Mi hija.

He pasado estos meses hablándole y cuidando de ella, con la corazonada y la certeza de que era real, que mi hija es real.

Joder.

Tomo una bocanada grande de aire y vuelvo mi vista a Georgia, ella sonríe con lágrimas en los ojos, tapando su boca para no sollozar. Comparto el mismo sentimiento y juro por Dios que es la primera vez que siento que mi masculinidad es frágil, me siento... débil. En el buen sentido. Esto provoca una rara electricidad en mi cuerpo, mis manos están tensas.

Dulce EnigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora